22.5.09

Los ejércitos de Rosero en Australia


Tamara Andrea

Es siempre una situación para destacar cuando un compatriota “moja prensa” allende nuestras fronteras. Es el caso del escritor colombiano Evelio José Rosero, cuya novela “Los Ejércitos”, ganadora del Premio Internacional de Novela ‘Tusquets‘ en 2006, fue objeto de reseña en el suplemento sabatino de uno de los periódicos más importantes y serios de Australia: “The Weekend Australia”. No es mi intención entrar a debatir el punto de vista expuesto en la reseña, que podría tener aspectos controversiales. Solo quiero difundir su contenido, para que se conozca en tierra colombiana lo que se dice de uno de nuestros mejores y más prolíficos escritores, y bueno, en parte también de cómo se ve a nuestro país, en tierras australianas.

Al margen de la sombra de García Márquez
Por José Borghino

Los Ejércitos
Evelio Rosero
Quercus, 215 pp, AU$29,95

Colombia es un candidato de primera categoría para el título de quinta esencia república banana. Durante dos siglos, ha cojeado a través de una sucesión de golpes y asesinatos políticos, entremezclados con gobiernos civiles de varios grados de incompetencia y corrupción.

Culturalmente, Gabriel García Márquez puso a Colombia en el mapa desde finales de los años 60 con una serie de éxitos literarios y el Premio Nobel de Literatura en 1982.

El reto para las subsecuentes generaciones de novelistas colombianos ha sido doble: evitar ser descartado como una débil versión de García Márquez, mientras se continuaba escribiendo en forma apasionada acerca de una sociedad en el límite de la anarquía: un país cuya tasa de asesinatos y secuestros ha estado entre las tres más altas del mundo; un lugar que, de acuerdo con el CIA World Factbook, tenía 167.000 hectáreas de cultivos de coca en 2007, produciendo un potencial 535 toneladas de pura cocaína.

Con su octava novela, Los Ejércitos, Evelio Rosero navega este laberinto al evocar en forma simultánea a García Márquez e ir más allá de él. El narrador de la novela, Ismael Pasos, es un profesor de escuela pensionado, de 70 años, que vive en San José, un pueblo rural en Colombia. Cada día, Ismael va a su huerto, aparentemente a recoger naranjas pero en realidad va a espiar sobre la cerca, donde una joven mujer toma baños de sol desnuda. Los vecinos lo saben, pero lo tratan como a un viejo inofensivo. La esposa de Ismael, Otilia, sin embargo, lo regaña y organiza para que una muchacha vaya a recoger las naranjas. Ismael fantasea al ver su vestido mientras ella se sube a la escalera a bajar las naranjas.

Los ecos de García Márquez son palpables: generalmente, en la descripción realista de un “viejo verde”, pero también específicamente al evocar al coronel retirado y su fastidiosa esposa de la novela de 1961, El coronel no tiene quien le escriba. Pero mientras el coronel de García Márquez conserva un gallo de pelea y, al final de la novela, retiene una frágil identidad al resistir el pedido de su esposa de matar el ave para comerla, el Ismael de Rosero, al contrario, posee dos gallinas, está perdiendo la memoria y tiene el infortunado hábito de orinar en público.

La historia de Rosero es vista a través de los ojos de Ismael y dicha en su voz vacilante. Donde el narrador en tercera persona de García Márquez le permite un impresionante barrido histórico, las “tomas” cercanas de Rosero tienen un efecto claustrofóbico.

Al principio de la novela, el tono es ligero: las guacamayas ríen, hay una superabundancia tropical, el pueblo está lleno de personajes interesantes e irascibles (la marca de la ficción latinoamericana desde los años 60). Luego la novela toma un giro oscuro porque, de repente, en forma inexplicable, el pueblo es tomado por despiadados hombres jóvenes armados hasta los dientes. Uno por uno, estos característicos irascibles personajes son ejecutados.

El peculiarmente sabor colombiano del terror que desciende sobre San José es aún más claro en el hecho que nunca sabemos a quién representan estos hombres armados. ¿Son guerrillas de izquierda, paramilitares de derecha, elementos corruptos del ejército o de la policía, narcotraficantes sin ley o criminales organizados? Nunca se dice: para Rosero, claramente, eso no importa. Y es un cambio significativo en un continente que ha sido super-saturado de política por dos siglos.

A medio camino de la historia, mientras los habitantes del pueblo comienzan a ser evacuados con la policía, Otilia desaparece y se presume que ha sido secuestrada o está muerta. En una sucesión de escenas de progresiva crueldad y horror, Ismael vaga por las calles buscándola. A su paso solo encuentra degradación, desesperanza y pánico. Los matones que deambulan por el pueblo impresionan por su juventud y por su curtida indiferencia hacia la vida humana. Lo que sorprende acerca de los habitantes es su pasividad y aceptación de su destino, así este signifique una muerte violenta o el abandono de sus casas. La verdad es que, tal resignación es explicada parcialmente por la descripción del ejército y la policía como tímida, cobarde y paranoica.

Los Ejércitos provee una visión sombría de la Colombia moderna: bastante justa para un país que ha vivido más de 2500 masacres desde 1973. Pero Rosero, en su imperturbable honestidad, muestra que aún hay esperanza en la resiliencia, y en su confiada historia demuestra que hay un gran futuro para la literatura colombiana.



El texto original en inglés se encuentra aquí:
http://www.theaustralian.news.com.au

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