4.12.09

Jonathan Littell, merecido ganador del Bad Sex Award

Desde hace 19 años la revista inglesa "The Literary Review" entrega un premio a
la escena de sexo peor narrada en una novela. Lo han ganado gigantes como Norman
Mailer y Tom Wolfe. Ahora le tocó a Jonathan Littell, por su controversial
novela Las Benévolas.

JONATHAN LITTELL. Nació en los Estados Unidos, pero se crió en Francia. Su novela Las Benévolas -escrita en francés- ganó los premios literarios más prestigiosos de ese país.


Jonathan Littell, el taciturno escritor estadounidense-francés, autor de la exitosísima y controversial novela Las Benévolas (trata de las confesiones –sobre casi mil páginas- de un ex nazi SS) ha sumado un galardón más para su vitrina de trofeos literarios: pero este no le agradó tanto como el Le Grand Prix du Roman de la academia francesa o el Prix Goncourt – premio que ganó en el 2006 y que le pone en compañía con gigantes como Marcel Proust, Marguerite Duras y André Malraux. Esta vez, Las Benévolas – traducido al inglés este año - ganó el Bad Sex Award (El premio del mal sexo) entregado hace 19 años por la revista literaria inglesa, The Literary Review.

El Bad Sex Award –ganado por Tom Wolfe y Norman Mailer entre otros- premia la descripción de sexo más absurda y mal hecha publicado en una novela del año. Nobel o Pulitzer no es, pero en general los autores lo toman en el espíritu chistoso en cual se entrega. Littell, en cambió no fue tan agradecido. No asistió la ceremonia celebrada el 30 de Noviembre en el club militar "In and Out Club" en Saint James Square en Londres. Prueba de que el galardón es una distinción respetable en el mundo literario es el hecho que asistió la editora de Jonathan Littell para recibir el gran pie de yeso que es el trofeo del premio.

Los jueces enfatizaron que Las Benévolas es una obra magistral de gran genio, pero no pudieron resistir elegirlo por encima de otros candidatos de este año como Nick Cave, Philip Roth, Amos Oz, Anthony Quinn, John Banville, Richard Milwar y Paul Theroux.

¿Por qué?

Juzguen ustedes mismos. Acá va el pasaje que hizo saltar al juzgado mientras se perdían en la crónica de un hombre frío, sádico y monumentalmente egomaniatico: (NOTA AL LECTOR: no leer si es sensible o se ofende con imágenes pornográficas y sadomasoquistas):

Su vulva estaba opuesta a mi cara. Los pequeños labios se salían levemente de la carne pálida y convexa. Su sexo me miraba, me espiaba cómo la cabeza de un Gorgón, cómo un cíclope quieto cuyo ojo nunca parpadea. Poco a poco la mirada me penetró hasta la médula. Mi respiración se aceleró y estiré mi mano para esconderla: yo ya no lo podía verla pero ella todavía me veía a mí, y me desnudó completamente (aunque ya estaba desnudo). Si solo pudiera endurecerme nuevamente, pensé, y usar mi miembro como un estaca endurecida por el fuego y rendir ciega a esta Polifemus que me convertía en un Nadie. Pero mi pija se mantenía inerte y yo parecía estar convertido a piedra. Estiré mi brazo y enterré mi dedo mayor dentro de este ojo sin límite. Las caderas se movieron levemente, pero eso fue todo. Lejos de lanzarlo, todo lo contrario, lo había abierto aun más, liberando la mirada del ojo escondido. Entonces tuve una idea: saqué mi dedo y arrastrándome con mis antebrazos empuje mi frente contra esta vulva, presionando mi cicatriz contra el hoyo. Ahora era yo que miraba hacía adentro, descubriendo las profundidades de este cuerpo con mi radiante tercer ojo mientras que su tercer ojo irradiaba y nos quedamos mutuamente ciegos: sin moverme, acabé en un inmenso chapoteo de luz blanca mientras que ella gritaba: "¿Qué estas haciendo? ¿Qué estas haciendo? Y me reí en voz alta –la esperma aun


Ehem....Bueno... Ehh.... Les enviamos nuestras felicitaciones a Littell desde Buenos Aires. No hay duda que el premio fue bien merecido.

fuente: Revista Ñ

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