11.12.09

Ocho creadores ante la Nueva Gramática

Laísmo, dequeísmo, debe de... ¿qué les molesta más?


De arriba a abajo y de izquierda a derecha: Lola Beccaria, Darío Jaramillo, Rafael Reig, Andrés Neuman, Jorge Volpi, Isaac Rosa, Abilio Estévez y J.A. González Iglesias



Tras más de diez años de trabajo, la RAE acaba de presentar la Nueva gramática de la lengua española. Además de los análisis de Luis María Anson y Ricardo Senabre, El Cultural, ha querido saber qué opinan los creadores: 1. ¿Les interesan las normas dictadas por los filólogos de las dos orillas del castellano? 2. ¿Con cuál de todos los errores gramaticales es más tolerante? 3. ¿Cuál le resulta insoportable? 4. Hace años García Márquez reclamó la simplificación de la gramática... ¿Qué le gustaría que tuviese en cuenta la RAE en futuras ediciones?



Lola Beccaria
“Un necesario salvavidas”

1. Me parece esencial que nuestro idioma tenga una gramática consensuada y normativa, utílisima para hablar y escribir bien. La Gramática académica es un referente sólido, un necesario salvavidas al que agarrarse para navegar con éxito por el proceloso mar de las incorrecciones lingöísticas.
2. Las incorrecciones me parecen todas prescindibles.
3. Una incorrección muy fea es omitir el verbo conjugado al comenzar una oración: “Decir que os agradezco...”. ¿No es mucho más elegante, y personal, empezar una frase diciendo “Me gustaría deciros...”?
4. Nuestra lengua es sofisticada y bellísima. Simplificar la gramática es empobrecerla.


Darío Jaramillo
“Son normas indicativas”

1. Sí me interesan. No creo que sean normas prescriptivas sino indicativas, pero sirven para ayudar a conservar la unidad del idioma, que es todo un capital que los hispanohablantes no hemos aprovechado.
2. En general con todos, porque el “error” de hoy que se generaliza, es la norma de mañana. Vox populi, vox Dei.
3. Que se escriban ciertas palabras con mayúscula, endiosando, sacralizando lo que nombran: como estado, gobierno, policía, sí, muchas de ellas, casi todas, relacionadas con el poder.
4. No veo cómo se pueda “simplificar la gramática”. Sólo si se entiende como una obligación, se puede considerarla “camisa de fuerza”.


Rafael Reig
“¡Salvemos el subjuntivo!”

1. Me interesa, pero esto no es una (otra) parafilia o perversión sexual que padezca, sino que se debe a que a mis muchos defectos uno el de ser filólogo.
2. Aguanto sin pestañear mi leísmo madrileño, pero no soporto los catalanismos como “habían tres personas”.
3. Me resulta insoportable que la incapacidad fonética de ciertos madrileños poderosos se haya convertido en norma: ¿por qué hay que escribir “reló”?
4. Espero una campaña de defensa del subjuntivo, cuyo uso se está perdiendo y corrompiendo. Está bien combatir el cambio climático, pero ¿quién se ocupa del subjuntivo? Pues para eso está la RAE, ¿no? ¡Salvemos el subjuntivo!


Andrés Neuman
“Aplaudo su panhispanismo”

1. Me interesa muchísimo, precisamente por la participación de todas las orillas del idioma. El cambio de perspectiva de la Academia, que ha pasado de iberocéntrica a panhispánica, merece nuestro aplauso.
2. El leísmo es un fenómeno irremediable en España, y muy temprano: puede encontrarse en muchos clásicos.
3. Ese incorrecto y omnipresente “debe de” cuando quiere indicarse obligación.
4. Pienso que la opresión lingöística nunca proviene de la gramática, sino del dogmatismo o la falta de creatividad con que la utilicemos. La gramática es como un pentagrama o un tablero de ajedrez: un pequeño mapa infinito.


Jorge Volpi
“La Nueva Gramática me interesa vagamente”

1. Digamos que me interesan vagamente. Pero es natural que, mientras por un lado filólogos y académicos intentan fijar normas (supuestamente más claras), los escritores intenten tomarle el pulso a la realidad cotidiana de la lengua. La tensión entre ambos lados es natural y fructífera. Y a la larga algunas de las reformas van tomando cuerpo social y se vuelven de uso cotidiano.
2. Me gustan muchos supuestos “errores” que en realidad se vuelven giros particulares del español. Me gustaría que no me importase la diferencia entre la b y la v, pero al apellidarme Volpi no lo consigo.
3. Por alguna razón detesto el laísmo tan presente en la Península, frente al leísmo del español de México. Lo escucho y no puedo tolerarlo, aunque necesitaría un análisis freudiano para saber por qué.
4. La Real Academia Española no es la divinidad. No creo que haya que pensar en ella como en el Agente Supremo del español, como quien dicta la última Palabra. La RAE no es más que una vaga guía del español. Su trabajo me parece fundamental, para escritores, filólogos, investigadores y especialistas, pero no lo es ni lo será nunca para el hablante común del español.


Isaac Rosa
“Me irrita la confusión entre ‘haber’ y ‘a ver’”

1. Sí, me interesan, y me parecen útiles para todos los que trabajamos con la lengua. No soy un talibán gramatical, y sé que este tipo de textos normativos nacen viejos, pues los hablantes vamos por delante; pero creo que una buena gramática puede ampliar las posibilidades de la lengua más que constreñirla. Si además atiende al español de América, mucho más.
2. Más que disculpar unas faltas y aborrecer otras, soy más o menos indulgente en función de quién las comete, su nivel educativo, su responsabilidad al hablar. Por eso perdono menos a los escritores, que no estamos a salvo de esos errores.
3. Un error que me irrita últimamente es la confusión de “haber” por “a ver”. Es algo muy frecuente en correos electrónicos y foros de Internet. Pero antes que los errores gramaticales me resultan insoportables las muchas frases hechas que empobrecen la expresión, esas asociaciones de palabras que parecen naturales y que en ocasiones están cargadas de intención, no son nada inocentes.
4. Sobre todo confío en que no ceda a la presión de cierta corrección política que pretende convertirse en corrección lingüística, y que puede ser demencial.


Abilio Estévez
“Como toda norma, están para ser violadas”

1. Sí, me interesan esas normas, y, por supuesto, me preocupo por conocerlas. Las reglas ordenan el caos y es bueno que existan. No puedo negar, sin embargo, que, como toda norma, creo que también ésas están para ser violadas, luego de conocerlas muy bien, claro está. Es decir, con sabiduría.
2. Como con casi todo lo que hay en la vida, me considero muy tolerante con los diferentes modos de hablar. Por razones obvias, no sólo no me molestan la confusión entre b y v, o entre c y z, sino que practico alegremente esos errores. Con sus reglas, un idioma es un organismo vivo y en constante transformación.
3. Algo que no puedo resistir: la “s” después de los enclíticos, como “cantastes” o “moristes”; error por cierto muy común en la mala televisión española.
4. La reclamación de García Márquez me parece una broma. Sospecho que el escritor es una cosa y el gramático, otra, y cada uno hace lo suyo. Si la camisa de fuerza te molesta, rómpela. Pero es bueno que haya camisas de fuerza, sobre todo para tener la oportunidad de romperla. Me gustaría que la RAE siguiera teniendo en cuenta, como hasta ahora, todos los castellanos que existen.


J. A. González Iglesias
“Tolerancia cero con las incorrecciones”

1. Me interesan mucho. Que la iniciativa de la nueva gramática haya partido de América, de la Academia chilena, le añade un valor especial que la refuerza. Y que la Real Academia Española haya pilotado la iniciativa consensuada de todas las Academias propone una nueva forma de ejercer esa autoridad tan difícil, tan delicada.
2. No soy tolerante con ninguno. ¿Por qué habría de serlo? Tolerancia cero con las incorrecciones. No entiendo cómo en España, con la excelente red de enseñanza pública y privada, se ha retrocedido tanto en ese aspecto. Tengo alumnos en la universidad que conocen perfectamente la asignatura, pero fallan en la ortografía. Si no hay perfección idiomática, no tienen buena nota.
3. Me suena muy mal el laísmo. El dequeísmo. La confusión entre “deber” y “deber de”. Y el uso que muchos periodistas hacen del infinitivo como verbo principal: “Decir que...” por “Digamos que”.
4. Creo que García Márquez no tenía este asunto muy claro. En cuanto a la RAE, debe asumir que su gramática, ortografía y diccionario vuelvan a ser normativos, no de uso. Si no ejerce su autoridad, crea problemas y será sustituida por otra instancia.
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fuente:Elcultural.es

1 comentario:

José Luis dijo...

Para Abilio Estévez. ¿Desde cuándo en "cantastes" o "moristes" hay un clítico?