18.3.10

Luz en el ostracismo de Salinger

EXPOSICIÓN

Las cartas del autor de El guardian entre el centeno y nueve cuentos expuestas en Nueva York iluminan como nunca la intimidad de Salinger

27 DE DICIEMBRE DE 1966. "Estoy trabajando en un material que me encanta, pero mi Dios, estoy tan lento, tan vacilante", revelaba Salinger.fOTO;fUENTE:Revista Ñ

"Cuarenta años escondido.

El velo quedó descubierto hoy, cuando por primera vez, las primeras cuatro de las 11 cartas inéditas de J. D. Salinger, autor de culto y creador del mítico Holden Caufield, fueron expuestas en la Morgan Library de Nueva York. Se trata de 11 cartas y bocetos (que aquí se reproducen junto a los anticipos que dieron el New York Times, Wall Street Journal y Time Out) dirgidas a Michael Mitchell, ilustrador de El cazador oculto, que, junto a su mujer Beth, constituyó un trinángulo de amistad sólo roto por Salinger cuando rechazó la posibilidad de entregarles un ejemplar autografiado de la famosísima novela. La timidez de Salinger se lee ya en la firma del remitente que varía desde "J. Salinger", pasando por un escueto "Salinger", a secas, hasta terminar en la anónima dirección donde estuvo recluído el resto de sus días: "P. O. Box 32, Windsor, Vt. 05089", en Cornish, New Hampshire. Sin embargo, la grandeza del autor, que murió el pasado 27 de enero a los 91 años queda subrayada por el curador Declan Kiely, quien eligió exponer las cartas en la misma sala donde se expone la famosa Biblia de Gutenberg.

22 de mayo de 1951
"El público aquí es estúpido como el de Nueva York, pero las producciones son mucho, mucho mejores". Salinger escribía desde Londres, después de apreciar los teatros del West End y compararlos con los de Broadway, en la Gran Manzana. En aquel viaje que lo llevó a Europa tomó unos tragos con una modelo de Vogue ("No fue muy divertido, sin embargo"). En la capital británica aprovechó para verse con Laurence Olivier "un tipo muy querible", pero sometido por su esposa "la bella", Vivian Leigh. Durante alguna fiesta se encontró con el bailarín australiano Robert Helpmann ("un homosexual de aspecto siniestro ") y discutió sobre Kafka con Enid Starkie, el crítico irlandés y biógrafo de Baudelaire y Rimbaud. "Diablos, si me olvido de ti", cerraba Salinger.

16 de octubre de 1966
"Tengo diez, doce años de trabajo acumulado por todas partes ... Tengo en especial dos guiones - dos libros, en realidad - que he acumulado durante años y ajustado, y creo que te gustarían". Salinger estaba ahora en Nueva York por llevar a sus hijos al dentista Peggy y Matthew. La familia paraba en la misma y pequeña suite en el Sherry Netherland, donde habían ido los Beatles antes. Peggy, estaba emocionada por ello, y Salinger describiría luego con entusiasmo una descompostura que incluyó vómitos. El escritor señalaba que leía en la cama mientras sus criaturas -"una belleza"-, dormían en la misma habitación. "Pasa por el New Yorker", dijo a Mitchell, a quien extrañaba. Creía haber encontrado por el fin el amor luego del divorcio.

27 de diciembre de 1966
"Estoy trabajando en un material que me encanta, pero mi Dios, estoy tan lento, tan vacilante". Salinger hablaba por primera vez sobre las dificultades de su trabajo: "El truco es trabajar con la decepción, sin pestañear", concluía. "Y esto, creo, es el deber que tenemos ambos". También hablaba sobre la dificultad de encontrar el amor perdido. "No se puede eliminar a una persona, ya que no se puede borrar." Entonces contaba cuán cambiada encontró Manhattan, a la que no amaba más, con la excepción del Museo de Historia Natural. En cambio, se mostraba interesado en explorar Brooklyn, y contaba aquí el sueño en el que encuentraba a un viejo judío, salido del siglo XVIII, quien lo invitaba a su casa para tomar el té o una sopa".

Lugar y fecha desconocidos, 1969
"Perdona ... la obra de arte" es la expresión escrita de puño y letra sobre un billete escrito a mano con una esquina rota. Es la parte más misteriosa de la serie, es probable que sea un dibujo de Matthew o un garabato del que Salinger se avergonzaba. El recorte quizás fuera un mensaje privado que Mitchell, podría haber recortado para llevar consigo. "Creo que sí, viejo", así cierra Salinger el mensaje en el billete.

31 de agosto de 1979
"He tenido que tratar con dos universitarios del demonio que me fotografiaron para su pequeño diario delante del correo, ¡por qué no se van todos al infierno!". Después de hablar con una anciana y una pareja de Biarritz, Salinger, dice de sus hijos: "Matthew está en su segundo año en la universidad, Peggy está casada y vive en Boston. Es un desastre, en cambio, su última visita a la fecha a Nueva York. Debió comer comida india y china, fue a ver el musical Ain't Misbehavin 'al que detestaba. "Demasiado aplaudido, teatral: tremendo". Lo único que lo divertía era viajar en el subte "a través de la ciudad en una noche calurosa de verano".

30 de diciembre de 1983
"Ese estúpido inglés" que sería Ian Hamilton, el erudito que quería escribir su biografía, le provocó una "furia asesina. El estudioso empezó a llamar a sus amigos y familiares por teléfono para preguntarles sobre el autor. "Tú me preguntas si tengo el mismo odio para/con el resto del mundo. Si quieres saberlo, sí y mucho más también", auque luego reconocía que se divertía mucho al ver a John Wayne en la película El Shootist por televisión.

25 de diciembre 1984
"Me siento aislado de cualquier tipo de conversación privada o pública. En todos estos años no he hablado más con casi nadie, excepto con un par de borrachos locales y unos pocos locos que andan por aquí". Decía que no haría nada que no fueran los escritos en los que estaba trabajando ("tengo en la mano los guiones que estoy desarrollando") y le deseaba a su amigo un 1985 que estaría lleno de "integridad y equilibrio".

6 de abril de 1985
"Pido perdón por mis defectos como amigo". Salinger escribió en esa fecha una de las cartas más bellas. La relación con Mitchell y su esposa Beth fue la mejor relación de su vida (el autor describe la relación, como un amor que terminaba), pero ahora sólo sobrevive la amistad por carta. Ese tiempo "parece que no volverá nunca más en la vida." No lo lamentaba, sin embargo decía: "Necesitaba rumiar sin fin, ya no hay alivio", concluía. "Esta frase lo dice todo."

22 de diciembre de 1990
"Ivy Cottage, Coldharbour: Sun and Snow" es el título del paisaje representado en la tarjeta postal. Salinger vuelve a recordar el pasado y abrazar con afecto a Beth y a Mitchell.

16 de diciembre de 1992
"Providencialmente, la parte interior de mi estudio, donde guardaba el trabajo acumulado a lo largo de los años, se salvó del incendio que destruyó la mayor parte de la casa. Salinger también hablaba aquí de su hijo, preguntándose si Matthew no habría sido más feliz al elegir una profesión "menos riesgosa e impredecible que la de los negocios".

30 de enero de 1993
"Una portada de un libro blanco revela mucho más, en realidad, de nuestra amistad de a tres, que cualquier tipo de dedicatoria." Con esta frase Salinger rechazaba la petición de su amigo de que lo dejara tener un ejemplar autografiado de El cazador oculto. Esa respuesta rompió su amistad. Sin embargo, proféticamente, en el sigilo de su vida, Salinger, advirtió: "Y de todos modos, la mayoría de los más verdades es mejor dejarlas sin decir".

Nueva York, 1919-Cornish, Nueva Hampshire, 2010
Escritor
Tres partes tiene la vida de Jerome David Salinger. La primera muestra a un adolescente enfrentado con su padre, un rico empresario judío que quería convertirlo en su sucesor. El cierre de la etapa lo da la Segunda Guerra, donde ve morir a decenas de sus compañeros en Normandía. La segunda fase es literaria, en la que el nombre de Salinger es inseparable de la novela corta de 1951 "El guardián entre el centeno" y la saga de la familia Glass: "Franny y Zooey" (1961), "Levantad, carpinteros, la viga maestra" y "Seymour: Una introducción" (de 1963). Varios de sus "Nueve cuentos" (1953) están entre los mejores de la producción literaria norteamericana. Y la etapa final –que continúa hasta su muerte– se inicia en 1965, cuando se aparta del mundo (no da reportajes ni acepta fotos) y deja de publicar aunque, según se dijo siempre, siguió escribiendo.

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© La Repubblica y Clarín

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