24.5.10

Amad/odiad a Martin Amis

Su nueva novela es la mejor de su carrera o un bodrio, según quién opine

El escritor británico Martin Amis. foto: Domènec Umbert.fuente:elmundo.es

Martin Amis volvió a la literatura en 1995 con La información, dispuesto a reinventarse.


Después de 23 años cambió a su agente literaria, Pat Kavanagh (la mujer de su amigo Julian Barnes) por Andrew Wylie 'el Cachal', y pasó su dentadura medieval (tan inglesa) por la túrmix fontanera de la ortodoncia. También cambiaría de mujer. Con el Chacal al volante, aumentaron ingresos y adelantos para rentabilizar estas caras remodelaciones. A partir de entonces el 'enfant terrible' de 50 años, hecho un hombre nuevo y más rico, entró de lleno en el tobogán de cerbatanas vespertinas y desayunos atragantados por los tabloides. Una década y media después, Amis sigue paseando (muy seriote) su vida y sus polémicas por las entrevistas promocionales de cada nuevo título. Hasta hoy.

Con su nueva novela (aún Anagrama no la ha editado en España), La viuda embarazada Amis promete soliviantar a las feministas. Otra vez. Ataca a la revolución sexual de los 70 y a sus agentes. Y lo ha vuelto a decir muy serio. Y los críticos no se aclaran: unos dicen que es su mejor novela en décadas y otros ('The New York Times'), dicen que podría irse al garete y no volver.

Empieza a ser habitual. Según la foto que veamos, Amis parece un dandi o un demacrado de cantina. No queda claro. Por otro lado, se habla de él como un paria que se mete con el islam o con el comunismo para hacer caja, o como una de las grandes figuras de las letras inglesas. Se le ha comparado con Updike o con Nabokov. Por cierto que el ruso también dijo unas cuantas burradas en su edad madura.

¿Decadencia o qué?

Porque, ¿existe una verdadera decadencia en la obra de Amis? ¿O es la envidia? La información misma, ficción sobre celos literarios, provocó disensiones profundas. Por no hablar de Oba el terrible o de terror callejeros, obras más cercanas. El también novelista Tibor Fisher dijo de esta última novela: "Es como si pillaras a tu tío favorito masturbándose en el patio de un jardín infantil". Sin embargo, su visita a los gulag de Stalin en la casa de los encuentros salió bien parada de la crítica.

Sus problemas con las mujeres

Amis, que ganó con sólo 24 años el premio Somerset Maughan (que ya había ganado el viejo Kingsley Amis, su padre) carga, desde entonces, desde El libro de Rachel con una una percha ingrata de misoginia en su estiloso armario. éxitoy niños muertos no ayudaron a aclarar esa mala fama. Y Campos de Londres de 1989, lo dejó marcado. Algún miembro del jurado del Booker Prize le negó el galardón por machito impresentable. Y la cosa aún fue a peor en la segunda mitad de los 90, la era de los tabloides. Una jovencita apareció en el 'Daily Express' cuando La información estaba recién publicada, y aseguró ser la hija de Amis con un ligue pasado. No esperen que 'La viuda embarazada' sea la reconciliación.

Ensayismo reciente

En la 'segunda etapa' del señorito Amis destacan las buenas notas que ha sacado en 'Ensayo, artículo y memoria'. Nos han llegado Oba el terrible experiencia, El segundo avión, La guerra contra el cliché y El infierno imbécil Y mientras tanto crece y crece, en contacto con el corte de manga enardecido de sus titulares, el perfil de parsimonia dandi y de leve mueca reacia en sus fotos. No se ríe ni loco. De ahí el misterio de su mandíbula depurada. En Experiencia dice haber heredado sus malas encías de su madre y sus marfiles complicados del genial papá Kingsley, el borracho con cátedra que desdeñaba el "exceso" de la prosa y el humorismo de foto seria de su hijo.

El mismo Amis da una definición ambigua de sí mismo. "Soy el único novelista hereditario de la literatura angloparlante. Además, como soy un 'workaholic', maniaco y ya bastante adulto, soy el príncipe Carlos de las letras británicas. Para quienes creen que me estoy convirtiendo en Kingsley, relájense: ya soy Kingsley".

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