31.1.11

Camarasa: "Barcelona es una ciudad de novela negra por excelencia"

BCNegra, el encuentro literario del género negro y criminal, inicia su sexta edición

Paco Camarasa, comisario de BCNegra, en su librería 'Negra y Criminal'.foto.fuente:lavanguardia.es

Barcelona se convertirá hasta el próximo cinco de febrero en una ciudad de espías. Por lo menos en lo que a la literatura se refiere. Se ha dado el pistoletazo de salida a la sexta edición del encuentro de novela negra que pone en contacto algunos autores de este género, nacionales e internacionales, con los lectores. Durante estos días están programadas distintas conferencias, una de ellas impartidas por el Juez Baltasar Garzón, ciclos de cine y actividades, desde cómo hacer un retrato robot hasta un homenaje a los grandes de la novela negra a través de los cócteles. Se apagan las luces y para conocer más los entresijos del género negro y criminal, tal como le gusta decir al entrevistado, conversamos con Paco Camarasa, propietario de la librería 'Negra y Criminal' de la Barceloneta y comisario de BCNegra.

- BCNegra 2011 ya llega a su sexta edición., ¿ha ganado peso este festival con el paso de los años?
- En los festivales literarios y sobre todo si son de novela negra, que no estamos habituados, cada año se gana peso.

-¿Qué aporta BCNegra?
- Barcelona es una ciudad que lo necesitaba porque es muy dulce para un autor. Aquí los autores se lo pasan muy bien y además hay un contacto importante con los lectores. Por otro lado, lo que ha consolidado este festival es que Barcelona es una ciudad de novela negra por excelencia de editoriales, personajes y realidad.

- Usted es valenciano aunque desde hace muchos años está afincado en Barcelona con una librería especializada en novela negra. ¿Cómo está este género en su tierra natal?
- Tuvo Ferran Torrent durante un tiempo y después lo ha dejado un poco. En Valencia están pasando cosas muy graves y éste es el problema de la novela negra joven. Continúa con unos esquemas y no llega a la realidad de las cosas. Por ejemplo, hace un año mataron a un alcalde en un pueblo y eso no está en la novela negra. Hay que recordar que Esperanza Aguirre llegó por un fraude importante de la Asamblea. Aquí hablamos de Berlusconi o el caso Malaya pero nadie ha pasado a la novela negra.

- ¿Faltan autores más arriesgados?
- Sorprende que ha tenido que ser un tipo como Manuel Rivas que hable de una cuestión importante como es el narcotráfico en Galicia. Como la realidad es la que es yo creo que cada día habrá más novela.

- ¿Se puede decir que la novela negra es la mejor crónica social de la actualidad?
- Hay que diferenciar entre la novela negra y policíaca. Por eso, muchas veces para englobar todo hablamos de novela negra y criminal. Carmen Posadas no hace novela negra o Agatha Christie no es novela negra pero sí policíaca. La novela policíaca como juego, entretenimiento y olvidarte de determinadas cosas es una herramienta perfecta. La novela policíaca te hace entrar en el juego del autor y te engancha. Coge la parte chafardera que cada uno tenemos. Averiguar quién es el asesino y jugar a este juego.

-¿Y qué me dice de la novela negra?
- La novela negra es la que explica mejor según que cosas. Los poderos cada vez son más poderosos y tienen mejores abogados. Por lo tanto, el periodista lo tiene más difícil ya que lo demuestra todo o no lo puede demostrar. Seguramente lo puede demostrar. En el caso de Wikileaks nadie ha dicho que esto sea verdad o no. Todo el mundo sabe que es verdad. En el caso de 'Ciudad Juárez' o 'El Poder del Perro' de Don Winslow los personajes algunos los conocemos pero si dices que el hermano del presidente de Salinas de Gortari era un narcotraficante, lo demuestras o te arriesgas a una querella criminal.

- Como en el periodismo…
- Donde no llega el periodismo puede llegar la novela negra. Y donde no llega el periodismo con datos concretos puede llegar la ficción o la realidad transformada en ficción. Como dice Andreu Martín, Premio Pepe Carvalho de este año: "Estoy harto de que la realidad no sea verosímil".

- ¿La novela negra es para 'outsiders'? ¿Los protagonistas tienen pocas posibilidades de ganar?
- Los autores de la novela negra son de una raza especial. Tienen que tener la voluntad de denunciar determinadas cosas. Explicar aquellas cosas que no sabemos. Puedo repetir el 'El Poder del Perro', la gran novela sobre el narcotráfico, pero también puedo mencionar 'La Trilogía de Argel' de Yasmina Khadra.

- ¿Qué técnicas novedosas se han introducido últimamente en el género negro y criminal?
- Desde Estados Unidos continúan llegando los asesinos en serie pero como novela espectáculo. Creo que las tendencias son la novela negra como novela crítica, social y realista. Por otro lado, la parte de novela enigma o acertijo, como la queramos llamar, cada vez estará más pegada a la realidad. En este momento, si hay un género que ha ido transformándose y adaptándose a los cambios de la realidad ha sido la novela negra.

- Con la pasión que demuestra por la novela negra, ¿no le ha dado por escribir un libro?
- Un librero es el mejor escritor. Cuando entra un cliente yo le hago una novela a su gusto con los mejores materiales. Eso sí. Un poco plagiario sí que soy (sonríe).

-Si tendría que seleccionar un tema de actualidad para hacer una novela, ¿cuál sería?
- A mí las novelas de espías me encantan. Yo como librero cuando leo el diario hay temas que me recuerdan a una novela.

-Este año el Premio Pepe Carvalho se queda en casa ya que lo ha recibido Andreu Martín. ¿Qué ha pesado más para que el jurado se lo otorgue?
- Se lo merecía mucho por toda su trayectoria. Andreu Martín es la vanguardia pura y dura de este país. Ha sido el primero en hablar de muchos temas como con la novela 'El caballo y el mono'. Además son de esos autores que se apuntan a un bombardeo. Ha hecho cómic, cine, guiones de teleseries…

- La semana dedicada a la novela negra está llena de actividades y conferencias. En una de ellas tendrá como ponentes el juez Baltasar Garzón y el ex fiscal José María Mena. ¿Sobre qué se hablará?
- Una cuestión importante de BCNegra es la realidad. El otro día leía un artículo que terminaba con la frase 'será legal pero es injusto'. Un juez lo que hace es aplicar la ley pero no sabe que hace justicia. La ley y la justicia ya son diferentes desde un principio. El Don Quijote de turno es el detective privado e intentará hacer justicia. Queremos hablar de todo esto y sobre todo de unos cambios importantes de la delincuencia en los que tanto Mena y Garzón han sido testigos privilegiados.

- ¿BCNegra también es una buena oportunidad para que los lectores conozcan a los autores?
- Ponemos en contacto los lectores con los autores. Algunos conectan y otros. Si te gusta un autor de novela no lo quieras conocer. No es mi caso pero es un riesgo. Lo importante en BCNegra es que el protagonista es el lector.

"Se venden minutos"

El Hay Festival logra que el público pague por escuchar a escritores o cineastas
El escritor holandés Tommy Wieringa, en el cementerio de Cartagena de Indias.foto: DANIEL MORDZINSKI.fuente:elpais.com

Quien llega por primera vez a Cartagena de Indias, o a Bogotá o a Medellín, se sorprende de que haya tipos parados en las esquinas junto a rudimentarios carteles que anuncian: "Se venden minutos". Enseguida se cae en la cuenta de que tan poético anuncio se refiere a minutos de conversación a través de un móvil que, el sujeto en cuestión, tiene -dependiendo de la peligrosidad del barrio- colocado sobre una caja de cartón o atado a la cintura con una cadena.

El detalle viene a cuento porque, durante los cinco días del Hay Festival de Cartagena, también llega a sorprender que en la era de Twitter y Facebook, mundos virtuales y gratuitos donde cada quien coloca su frase solitaria para que rebote y rebote hasta el infinito, muchísima gente siga estando dispuesta a pagar por el placer de escuchar una conversación sabrosa al resguardo de una acacia o en el claustro de un convento levantado en el siglo XVII frente al mar Caribe.

Las películas de Manuel Gutiérrez Aragón y de David Trueba se pueden bajar gratis por Internet -y hasta hay quien se lleva las manos a la cabeza porque alguno de ellos se pueda quejar de que su trabajo sea regalado impunemente-, pero, en cambio, en Cartagena de Indias, durante los últimos cinco días, el público ha pasado alegremente por taquilla para escucharlos hablar de cine junto a Fernando Gaitán o Senel Paz. El mismo público, u otro muy parecido, que ha aplaudido a las periodistas Lydia Cacho y María Jimena Duzán por su valor en la búsqueda de la verdad; o ha abarrotado un teatro para honrar la memoria de Tomás Eloy Martínez junto a Sergio Ramírez, Martín Caparrós y Jaime Abello. Por la noche, esa misma gente ha pagado por bailar al son de Buenavista Social Club o escuchar el piano de Philip Glass. Alessandro Baricco, Juan José Millás o Tommy Wieringa también han visto que, a este lado del mar, existe una sed de cultura que a veces falta en Europa y que aquí llena, año tras año, la FIL de Guadalajara (México) o el Hay de Cartagena.

Su directora, Cristina Fuentes La Roche, explica la evolución del Hay: "El festival nació muy literario, muy dedicado a la ficción, a los libros, y poco a poco se ha ido abriendo hasta convertirse en un festival de ideas, de conversaciones. Este año ha estado muy presente el medio ambiente y el periodismo. Y, al igual que hacemos en Gales o en Segovia, nuestra filosofía es dejar a la gente con ganas de más. Las charlas empiezan a una hora en punto y duran una hora justa. Y el público colombiano ha respondido de forma ejemplar". Un público que está acostumbrado a comprar minutos por las esquinas y que sabe apreciar también el justo valor de una buena conversación.

El grupo de los denominados 'jóvenes escritores'

Así los llaman en diferentes medios de comunicación, editoriales, círculos literarios y selecciones

Pola Oloixarac, una provocadora y joven escritora argentina.foto:archivo.fuente:eltiempo.com

Sin embargo, más allá de clasificarlos por edad o por un estilo, nadie logra definirlos.

Los llaman Jóvenes Escritores: esa es su marca registrada. Después aparece el nombre de la editorial y, por consiguiente, el del autor. A todos los seleccionan en listas exclusivas como los mejores de su edad -y especie-, varios bordean los 35 años y otros los 40, y todavía son vistos, a pesar de tener novelas muy consolidadas, como promesas de la literatura contemporánea.

Al encuentro literario Hay Festival asistieron tres escritores consolidados -de diferentes lugares del mundo-, que hablaron con EL TIEMPO sobre el "estigma juvenil" que los envuelve, fragmenta y los hace tan apetitosos.

Una de ellas es Pola Oloixarac (Buenos Aires, 34 años) -sí, es su nombre real y no el de una heroína de cómic, así lo parezca-, todo lo que un escritor podría desear de un personaje: es una mujer 'Pin-Up' (profesa el mismo estilo de Bettie Page o Marilyn Monroe, mujeres que exaltaron el erotismo y el glamour en la década de los años 40 y 50); es una filósofa rabiosa de la Universidad de Buenos Aires con un léxico que valdría la pena envidiar, experta en arte y tecnología; guionista, traductora, cantante, blogger (http://melpomenemag.blogspot.com), y amante de las orquídeas. Además, fue seleccionada por la revista británica Granta como una de las mejores escritoras jóvenes de lengua hispana y su novela Teorías Salvajes es un éxito en ventas en Argentina.

¿Algo más?

Sí, definitivamente, la fórmula molotov de jóvenes escritores en el Hay de Cartagena no estaría lista sin la misteriosa Guadalupe Nettel (México, 1973), una experta en crear personajes que, para mucha gente normal, serían lo más parecido a un espécimen 'freak' o bicho raro: hombres y mujeres con costumbres, gustos, manías y defectos corporales impensables.

La autora del El huésped (Anagrama, finalista del Premio Herralde 2006) y Pétalos y otras historias incómodas (editado por el mismo sello y Premio de Narrativa Antonin Artaud) es experta en construir historias que producen ansiedad, desespero y fatiga.

Otro escritor que se pasea durante estos días por las calles de la ciudad amurallada es Owen Sheers (nació en Fiji, en 1974, pero creció en Abergavenny, Gales del Sur), autor de Resistencia y, para muchos, la joya Galés. Sheers fue galardonado con uno de los premios Eric Gregory y con el Young Writer¿s Award concedido por la revista Vogue. En 2000 publicó su primer libro de poemas, The Blue Book, nominado al Mejor Libro Galés del Año y al Forward Prize Best 1st Collection de 2001.

Estos tres autores hablan a continuación de los temass sobre los que escriben, si encuentran o no alguna relación entre ellos como generación, y si se sienten cómodos al sentirse clasificados en esto de "jóvenes escritores". Además, qué opinan de la influencia de las nuevas tecnologías en la narrativa y los autores que han marcado su ficción.

Pola Oloixarac: "Los mejores personajes son los lectores"

"Me gusta el género de la 'comedia épica latinoamericana'.
También me importa la escritura política y los fenómenos propios de mi generación, como Internet y el lenguaje de la informática -dice en relación con sus temas de interés-. A diferencia de los escritores del 'Boom', esta generación no promociona su trabajo bajo la bandera de la Revolución Cubana. Aún sin mantener un único ejército ideológico, la escritura sigue siendo política. ¡Todo es posible en la literatura!"

"¿Qué tenemos en común los 'jóvenes escritores'? -se pregunta-. Diría que algunos tienen buenos cortes de pelo. En realidad, para mí esa clasificación solo significa que hay gente mayor que escribe, y otra que nació después".

Esta, la que nació después, para Pola Oloixarac está marcada por la red. "Internet está habitada por una nueva utopía, muy vasta, cuyo capítulo literario recién comienza a abrirse", opina la argentina para quien la experimentación con el lenguaje resulta un punto importante en su obra. "Creo que 85 por ciento es experimentación. El otro 15 es papel y tinta impresa" Marcada por lecturas de Vladimir Nabokov, Rousseau, Carl Schmitt, Daniel Link y Stendhal, entre otros, dice que escribe "para los mejores personajes que puede crear un escritor: sus lectores".

Guadalupe Nettel: "sé para qué sirven las listas".

¿Cuáles son los temas de los que escribe esta autora mexicana?
"Me interesa no dejar clara la frontera entre la literatura fantástica y la realista, y exponer lo que nos asusta como seres humanos", afirma Nettel, para quien no hay tendencia que una a los escritores de esta generación. "Honestamente me parece ridículo el tema de los grupos y los títulos que nos denominan Jóvenes Escritores -dice-. No me siento como una joven escritora. A esta edad uno es lo que es. No es algo en bruto. La selección que hace poco realizó Granta, por ejemplo, me parece arbitraria. Deja a mucha gente afuera. Y nadie puede pensar que hablo desde el resentimiento porque ya no estaba incluida dentro de ese rango de edad. Era hasta los 35 años y tengo 38. Lo mismo pasó con ' Bogotá 39'. No sé para qué sirven las listas, de pronto para las editoriales".

Guadalupe Nettel tampoco se siente muy cercana a la literatura marcada por la web o los 'clics': "He escuchado que hay novelas que incluyen ese lenguaje y no las he leído. Para mí la literatura no se puede dividir ni en edades ni en géneros. Por ejemplo, a los 19 años, Arthur Rimbaud escribió su obra mayor y nadie lo considera un joven escritor".

Para ella la experimentación que actualmente se da en el lenguaje tampoco es cosa solo de los de las nuevas generaciones. "De hecho, no creo que haya mucha experimentación como la hubo en el tiempo de las vanguardias. Sin embargo, creo que sí hay alguna tendencia y no sólo en los 'jóvenes', incluso en autores como Richard Ford y Francis Goldman existe una literatura muy personal e íntima", agrega Nettel, quien tiene dentro de sus autores de cabecera a Julio Cortázar, Isaac Bashevis Singer, Georges Perec, Haruki Murakami, Romain Gary y Emile Cioran.

Owen Sheers: 'La edad no es un tema que me interese'

"No veo ninguna diferencia en lo que escriben los jóvenes escritores y lo que han escrito en todas las edades y en todos los siglos", dice enfático el escritor galés Owen Sheers, quien ya nos había visitado en un pasado Hay Festival. "Escribo sobre lo que significa estar vivo, las tecnologías de la jornada y cómo eso afecta en la vida de los individuos y las sociedades -agrega, respecto a los temas que le son cercanos a la hora de sentarse a narrar-. Relatos que arrojan una luz interpretativa sobre temas de la actualidad y las consecuencias humanas".

¿La edad? Tampoco es un tema que le interese. "Siempre ha habido escritores jóvenes. Incluso muchos de los poemas y las novelas que más admiro fueron escritos por autores cuando eran de mi edad o más jóvenes", agrega el autor,ganador del premio Somerset Maugham en 2006.

"Somos la primera generación de escritores y lectores que debemos hacer frente a un cambio en la tecnología básica: de cómo nuestras historias se leen desde la invención de la imprenta", dice en relación a su experiencia con las nuevas tecnológías. "En Gran Bretaña, la mayor experimentación con el lenguaje entre los escritores jóvenes ha sido en términos de representar el dialecto de la página, la colocación de las palabras y los acentos del norte de Inglaterra, Gales y Escocia, en la boca de sus personajes", cuenta Sheers, para quien sus autores de cabecera son James Salter, Richard Yates, Octavio Paz, Louis Macneice y Elizabeth Bishop, entre otros.

¿Para quién le escribe este autor? Lo tiene claro: "Cualquier persona que tenga la convicción de contar una historia y la determinación de volver a ella una y otra vez hasta que la voz sea escuchada, es la de la novela o un poema, más que la de la novelista o poeta".

Joumana Haddad, la escritora que mató a Sherezade

La libanesa presentó durante el Hay Festival de Cartagena de Indias su libro Yo maté a Sherezade, donde estranguló a la joven de Las mil y una noches

Joumana Haddad, la escritora que mató a Sherezade.foto:Efe.fuente:elespectador.com

La escritora libanesa Joumana Haddad se ha propuesto desmontar el estereotipo occidental sobre la mujer árabe como sumisa, complaciente y sin personalidad propia.

En 'Yo maté a Sherezade', el libro que presentó este viernes en el Hay Festival de Cartagena de Indias, utiliza su derecho a llamar a las cosas por su nombre en una sociedad tan hipócrita donde "piensas lo que no dices, no vives lo que dices y no vives como piensas".

Haddad, nacida hace 40 años en Beirut en una familia cristiana conservadora, descubrió lo prohibido a los 12 años, "la edad de la curiosidad transgresora", buceando entre los libros escondidos en los anaqueles superiores de la biblioteca de su padre.

Así llegó a 'Justine', del marqués de Sade, y otras lecturas "muy fuertes pero también muy saludables", según explicó en un diálogo público con el escritor y editor colombiano Juan David Correa.

"Cuando uno sueña, puede imaginar lo que quiera", y esas lecturas, dijo Haddad, le ayudaron a "superar las cadenas" de una educación basada en el "no": no pienses eso, no hagas eso, no digas eso.

"Si no lo vemos, no existe: es una manera cobarde de vivir la vida", sostuvo la poetisa. Por eso se propuso desde joven saltarse las convenciones y hablar con la misma libertad con la que durante siglos se habló en la literatura árabe, cargada de sensualidad y erotismo.

"Como escritora, mi derecho sobre la lengua que uso para escribir es sagrado. Utilizo cada palabra que tengo que utilizar", dijo entre los aplausos del público, que siguió con emoción un discurso poco habitual y que rompe los moldes que hay en Occidente sobre la mujer árabe.

Haddad empezó a escribir para contarle al mundo que hay mujeres árabes como ella. "Aunque somos una minoría, merecemos más atención que ese cliché estereotipado de la mujer árabe en Occidente", afirmó.

Ese recorrido literario, que le ha llevado a ser una de las poetisas árabes más reconocidas, y también más controvertidas, y a editar la revista 'Jasad' ('Cuerpo'), culminó con la obra 'Yo maté a Sherezade', que se publica ahora en español y donde explica por qué ella misma ha decidido estrangular con sus propias manos a la mujer por excelencia de la mitología árabe.

Sherezade, la joven que consiguió evitar la muerte contándole cada noche un cuento al sultán, origen de 'Las mil y una noches', es el prototipo de mujer que Joumana Haddad combate con vehemencia.

Este mito, ensalzado en el mundo árabe como modelo de mujer fuerte y astuta y que se resume en que la mujer debe salvar la vida sobornando al hombre que la amenaza, "coloca al hombre en una situación omnipotente" y transmite a la mujer un mensaje equivocado, dijo Haddad.

Las Sherezades son las mujeres que deben complacer siempre al hombre, sea mediante la comida o poniéndose "una tetas de silicona". "¿A eso le llamamos resistencia?", se preguntó la escritora.

"Estoy harta de la gente que la ha convertido en una heroína. Era una dulce muchacha con mucha imaginación y habilidad de negociación", pero no es un ejemplo a seguir, subrayó Haddad.

"La estrangulé con mis propias manos. Alguien tenía que hacerlo". Así reza el libro de esta poetisa, editora y traductora que creció en el Beirut derruido por las bombas, que sufrió el suicidio de su abuela materna cuando ella tenía 7 años y que encontró en la lectura una forma de huir de la realidad.

Connolly:“Atormento a mis personajes”

El autor que se atrevió a incluir elementos sobrenaturales en sus novelas policiales dice que los lectores del género quieren que les cuenten lo mismo de mil maneras diferentes

John Connolly, firmando ejemplares de El Ángel Negro.foto:internet.fuente:Revista Ñ

Tratándose de un irlandés, católico, y de un referente de la novela negra con componentes sobrenaturales, es extraño que a John Connolly lo sorprenda la cerveza argentina. Incluso a sabiendas de que su inspector Charlie Parker es casi un bebedor empedernido. "Es un monstruo", dijo sobre el envase de litro que acostumbramos a destapar acá. Y agregó que en adelante sólo beberá vino en Buenos Aires. Vino, acompañando toda la carne posible. Afable y reflexivo, habló con Ñ sobre sus novelas de misterio, que son un éxito de ventas. Y dijo que prefiere llamarlas así "porque me amplía el panorama y puedo incluir los temas sobrenaturales".

En relación a la inclusión de lo sobrenatural, ¿cuál es el límite para ser creíble? Es una pregunta de un millón de dólares. Depende del lector. Algunos encontrarán que en mis libros lo sobrenatural hace sombra, pero para otros cualquier pizca de condimento sobrenatural es demasiado. Soy muy consciente de no sobrecargar los libros. El padre Ronald Knoxs, en los comienzos del siglo XX, formuló las siete leyes de la literatura policial. Una de ellas era no a los fantasmas. Los fantasmas no pueden cometer crímenes. Pero también decía que no podía haber chinos. Esas reglas no son aplicables hoy, pero entonces las raíces de la novela negra, sus normas, estaban basadas en el racionalismo. Lo sobrenatural era todo lo que un policial no era. En cambio, yo lo veo como si fuera otra faceta de la novela negra.

¿Qué dice cuando lo comparan con Stephen King? Es inevitable. Los dos escribimos sobre Maine y hemos convertido ese lugar en un mito. Hay poco de lo sobrenatural en lo mío y mucho en lo de él, pero sospecho que él influyó en mi escritura. Creo que está subestimado por el género al que se dedica, y porque es muy prolífico. Parece que mientras más produces menos valor tiene tu trabajo.

¿Le preocupa el prestigio que la crítica les otorga a los autores de policiales? Es una vieja discusión, no sólo referida a los autores de novela negra sino a cualquier literatura popular. Los autores populares siempre han querido que la crítica los reconozca y los más literarios han querido tener las ventas de los populares. Y eso es incompatible. Pero los autores de novela negra hemos ganado mucha consideración, ya no vivimos en un ghetto. Estamos en un lugar muy afortunado, así que es hora de no quejarse más.

Como autores prolíficos, generadores de series, sagas, necesariamente repiten estructuras narrativas y personajes, ¿cómo maneja esa situación para no aburrir al lector? Lo curioso es que los lectores no quieren ser sorprendidos. A la larga buscan lo mismo, contado de manera diferente. Tal vez el impulso del escritor sea distinto al del lector. Mi solución es hacer que cada libro sea bien diferente del anterior, estructural o temáticamente. Y la otra forma es crear una historia general y de fondo, que subyace a todas estas novelas. Pueden leer la quinta novela y disfrutarla, pero si han leído las otras cuatro tendrán un panorama general mucho más rico.

Ese panorama es la vida de Charlie Parker. Una vida muy cruel, ya que perdió a sus padres, a su mujer y a su hija… Yo he sido muy cruel con él. Yo soy su dios.

¿Cree realmente que alguien puede salir airoso de semejantes catástrofes? El lector espera que salga. Parker ha sido dañado pero no está muerto. Los lectores pretenden que el personaje de la novela sea más fuerte de lo que ellos serían. Física, emocional e intelectualmente. No es Superman, tiene fragilidades que destruirían a otro ser humano, y lo equilibro con cualidades que le permiten sobreponerse a las calamidades. Parker es muy humano y lleva dentro la fuerza que muchos desearíamos tener. Y esa fuerza viene de estas terribles circunstancias. Hay algo interesante en el sufrimiento, que no está en la felicidad. Los autores de novela negra somos culpables de atormentar a nuestros personajes centrales. Hay algo de sadismo en eso.

Pero es un sadismo que usted balancea con su mirada espiritual de la vida… Espero que en mis novelas Parker vaya hacia la redención. Esto sucede mucho en la novela negra, particularmente en las escritas por autores católicos. Los conceptos de redención, perdón o salvación están siempre presentes.

Además de Parker, hay dos personajes intrigantes, Theo y Angel, ambos violentos y homosexuales.

Excepto en Japón.

¿Perdón? Sí, en Japón les quitaron todas las referencias a que fueran homosexuales. Los convirtieron en dos muy buenos amigos que viven juntos.

¿Cómo sucedió? La traducción lo modificó por nuestras diferencias culturales. Y no hay ningún tipo de control sobre esto, no hay manera de saberlo hasta que sucede. Es muy curioso.

Parece no molestarle, ¿cómo hizo frente a esta situación? Ya era demasiado tarde cuando me enteré de que esos personajes ya no son gays. Pero es una buena pregunta, porque una buena traducción no se hace de manera directa. El acto de traducir es creativo, y los mejores traductores tienden a hacerlo, son escritores muy raros, sin esos egos enormes, hay que tener muy poco ego para utilizar tus dones y beneficiar a otro.

Desde el primer libro de la serie, "Todas las cosas muertas", hasta el último recibido aquí, los niveles de violencia explícita han ido decreciendo, ¿por qué? Cuando escribí Todas las cosas muertas , quise que los lectores entendieran cómo un hombre puede ser dañado tanto. Así que el prólogo es demasiado violento. Hubo lectores que no pudieron superarlo, que no pasaron de allí. Hoy sería mucho más sutil. Es muy fácil usar la violencia como motor para que las novelas marchen. Me preocupo entonces por mantener al lector interesado en el argumento y busco que, cuando la violencia aparece, sea un shock. Pero si hay menos violencia es porque espero estar convirtiéndome en un mejor escritor. Sin embargo, muchos de mis lectores dicen que Todas las cosas muertas es mi mejor libro. Entonces debería pensar que malgasté mis últimos diez años.

¿Cuál es su mejor libro? Yo creo que El libro de las cosas perdidas es mi mejor libro, porque es una novela muy personal. Dentro de la novela negra, creo que Los atormentados es un buen libro, allí me planteo un desafío: tocar el tema del abuso infantil sin que haya un solo caso de abuso infantil en sus páginas. Y el otro es Los amantes , pues hay en esta novela un truco, y todo lo que sucede en el libro ya sucedió en el comienzo del libro. Y gran parte de él son personas contándose las cosas que han sucedido.

¿Hay algo personal en el personaje de Wallace, el periodista que se volvió insensible de tanto practicar su oficio? En el caso de Wallace tengo muchos conocidos que han pasado por esa situación. Y en muchos universos paralelos tal vez yo sea él. Se hace las preguntas que a veces yo me hago. Por ejemplo, si debiera incluir o no elementos sobrenaturales en sus libros. Ese personaje es muy importante, porque es la primera persona que ve y sabe lo que Parker ve.

Ya hay dos libros más sobre la serie Parker, ¿que puede decirnos de "The Whispers"? No es un libro que contribuya a la mitología personal de Parker. En realidad, Los amantes trataba tanto de él, que en este libro lo volví casi un personaje periférico. Este es un libro sobre los efectos de la posguerra. Y el libro que estoy escribiendo ahora, después de terminar un cuento para niños, es un libro que se destaca por su no violencia. Es muy íntimo, está ubicado en una comunidad muy aislada, sobre un hombre que cuando era adolescente mató a una chica con un amigo. Y todo el efecto posterior de ese acto. La historia está guiada por una pregunta: ¿Qué es lo peor que has hecho?

Fábricas de escritura creativa

¿Los talleres literarios enseñan a escribir? foto:archivo.fuente:lavanguardia.es

A estas preguntas tratan de responder los talleres literarios, fenómeno con una larga y fecunda tradición en América Latina y arraigado desde hace unos años también en España. Notables escritores han contribuido ¿y contribuyen¿ a esta experiencia que, de todos modos, no es ajena a las transformaciones que con el tiempo experimenta algo tan viejo como el "contar historias"
Augusto Monterroso (el autor del brevísimo 'Cuando se despertó, el microrrelato seguía allí') tuvo a su cargo en México el taller de Cuento de la UNAM y el taller de Narrativa del Instituto Nacional de Bellas Artes desde 1969. Al año siguiente, Bárbara Jacobs fue alumna suya: se casaron en 1976. Según ha contado Juan Villoro, en la primera clase invitaba a los alumnos a releer el Quijote. Después, hablaba de Horacio y de Séneca: la formación del escritor en ciernes comenzaba con la frecuentación de los clásicos grecolatinos. La convicción de que lo importante es aprender a leer. En la crónica que Villoro dedica a las lecciones de su maestro en Safari accidental leemos: "Aunque todo el mundo sabe que no hay manera de enseñar a escribir, en la década de los setenta los talleres se multiplicaron como una agradable señal de desviación en un camino peligroso". En efecto, aunque el fenómeno se gestó en los años sesenta, en la década siguiente América Latina se convirtió en una red de talleres literarios, que tras diversas mutaciones pervive hasta hoy día.

El primer taller colombiano fue inaugurado probablemente en 1962 en Cartagena de Indias. En la década de los setenta surgen varios talleres en Cuba. En 1975 el poeta chileno Carlos Alberto Trujillo funda el taller literario Aumen, que sobrevivió hasta el siglo XXI y que, por tanto, estuvo activo durante los oscuros años de la dictadura de Pinochet. Los años de las veladas literarias de casa de María Callejas, en cuyo sótano se torturaba sin piedad (como Bolaño recordó en Nocturno de Chile). Durante la década de los años ochenta, en plena dictadura, en Santiago de Chile estuvo activo el taller literario de José Donoso, que fue fundamental para una generación de escritores, entre ellos Marco Antonio de la Parra, Carlos Cerda, Roberto Brodsky y Carlos Franz. Para entonces el fenómeno conocido como universidad en las catacumbas ya se había convertido en una estrategia de resistencia en el país vecino, Argentina. En periodos de control militar del sistema universitario, proliferaban grupos de estudio que se reunían en domicilios particulares. A falta de espacio público en que reunirse, los talleres se convirtieron, cuando no en centros de resistencia activa, en ámbitos donde practicar la libertad de opinión y de pensamiento.

Tras la desaparición del taller de Donoso, en los años noventa el de Diamela Eltit tomó su testigo. La escritora -también chilena- Lina Meruane recuerda así su llegada en 1994 al taller de Eltit: "Su sistema estaba lejos de ser terapéutico, como muchos talleres de esa época. Ella usaba un método barthesiano: el autor sólo podía leer su texto pero nunca explicarlo ni menos defenderlo después de la lectura, porque la premisa era que los lectores nunca tienen al autor al lado para explicarlos y, por lo tanto, el texto debe defenderse solo". A diferencia de tantos otros profesores de escritura creativa, Eltit -que ha destacado en entrevistas la cercanía que permite el taller, en contraposición a la distancia propia de las aulas universitarias- había reflexionado teóricamente sobre la pedagogía específica que reclama el trabajo con escritores emergentes en pequeños grupos. Meruane sostiene que su maestra usaba un método lacaniano en el comentario de los textos y que podía ser muy dura a la hora de diseccionar las propuestas de sus alumnos, lo que debía ser interpretado como un reconocimiento: sólo lo que se reconoce como interesante y con potencial merece el esfuerzo de nuestra lectura atenta y crítica. "Ese taller, y la propia Eltit, eran una máquina de lectura", concluye Meruane.

Durante sus cerca de cuarenta años de vida, el taller del escritor argentino Abelardo Castillo en Buenos Aires ha seguido el principio de la Gestalt: la palabra de los alumnos dirige la clase, el maestro se limita a dar orientaciones, pautas, claves de lectura. Los buenos talleres se convierten, con el paso del tiempo, en eslabones de la historia cultural. Una adolescente que a los dieciséis años había ingresado en el taller de Castillo, Liliana Heker, fundaría en 1978 su propio taller, al que acudirían con el tiempo, entre otros, Pablo Ramos y Samanta Schweblin. Castillo y Heker comparten la convicción -expresada en un reportaje publicado en el diario argentino 'La Nación'- de que "el taller no inventa escritores pero puede contribuir a la formación del que esencialmente ya es escritor".

De América a España
En los años noventa y en lo que va de siglo, otros muchos talleres de autor han nacido, se han consolidado y han desaparecido en el Cono Sur. En Buenos Aires, autores tan importantes como Luis Chitarroni o Guillermo Saccomanno han dirigido o todavía dirigen grupos de escritores en formación. Claudia Piñeiro, autora de 'Las viudas del jueves' (premio Clarín 2005) fue alumna de Saccomanno.

Si el taller de autor, a menudo radicado en un domicilio particular, goza de prestigio en América Latina (donde es común la selección de los alumnos y las plazas limitadas), en España en cambio no ha sido legitimado por el sistema literario. Pese a que, como ha recordado Sergio Vila-Sanjuán, el primer taller que se realizó en España con conciencia de tal se impartiera en la casa de un escritor reconocido: la del propio José Donoso. Ocurrió en 1976. Sitges se había convertido en el lugar de residencia del autor de 'Casa de campo'. Animado por lo que había visto en EE.UU., donde la enseñanza de la escritura literaria estaba absolutamente normalizada, congregó a un variopinto grupo de escritores aficionados, con quienes compartió cerca de dos años de reuniones de discusión de textos propios. El taller fue gratuito: probablemente su creación respondió a la necesidad de interlocutores que Donoso tenía en aquel momento. Luego el autor chileno regresó a su país y reactivó el concepto con otros criterios.

Muchos otros talleres de autor han tenido lugar desde entonces, pero ninguno ha tenido una significación comparable a la de los talleres latinoamericanos que se han mencionado. En España, la tertulia de café y las reuniones privadas (recuérdense, por ejemplo, las reuniones de Molina Foix, Marías, Azúa y Chamorro en casa de Juan Benet) cumplieron el papel que en otras culturas ha cumplido el taller. Porque una clase de escritura creativa es sobre todo una comunidad de conversadores. En el proceso de maduración de un escritor, de forma espontánea, se van creando grupos de discusión y de intercambio. Futuros periodistas, poetas, artistas o narradores, por lo general activos lectores, se conocen en redacciones de revistas, en fiestas, en blogs, en el instituto o en la universidad; pronto empiezan a pasarse textos, a prestarse libros, a comentar lo que ellos escriben y lo que escriben los demás. A menudo alguien, de mayor edad y con más experiencia, se convierte en el maestro, real o simbólico. Podemos rastrear esa dinámica natural en la mayoría de las biografías de escritores célebres. En Estados Unidos y en América Latina no es raro completar ese aprendizaje informal con la disciplina de un curso de escritura creativa; en España, en cambio, el alumno tradicional de taller carece a menudo tanto de referencias técnicas y de lecturas como de una comunidad.

Cada vez es más institucional y amplia la oferta para esa demanda en expansión. Desde 1982, cuando se dio en Fuentetaja el primer curso presencial, los talleres literarios se han convertido en una importante salida profesional para los escritores españoles. En el madrileño hotel Kafka enseñan, entre otros, Eloy Tizón y Elvira Lindo; en l´Escola d´Escriptura del Ateneu Barcelonès, Eduard Márquez y Mercedes Abad; en la Escuela de Escritores de Madrid (que también ofrece cursos en Zaragoza y en Burgos), Jordi Costa y Bernardo Atxaga; en la Escuela de Letras, José María Guelbenzu y Marta Sanz; en el máster de la UPF, Eloy Fernández Porta y José María Micó; en el Laboratorio de Escritura, Leonardo Valencia; en Fuentetaja, Elvira Navarro y ÁngelZapata. Entre muchísimos otros. Por no hablar de los cursos de escritura en bibliotecas, centros culturales, fundaciones privadas, etcétera.

En el contexto de la lengua española, esa proliferación se ha visto acompañada, durante lo que va de siglo, por los programas de escritura creativa en español en universidades estadounidenses. Desde 1922, la Universidad de Iowa ofrece cursos de creación literaria; pero ha sido recientemente cuando ha incluido talleres de escritura creativa en castellano, como han hecho otros centros, como la Universidad de Toronto. Pero ha sido la de Nueva York la primera en ofrecer un máster en Escritura Creativa en Español, dirigido por la escritora y académica argentina Sylvia Molloy. En él dan clases, entre otros, Antonio Muñoz Molina, María Negroni, Eduardo Lago y Sergio Chejfec, quien se ha iniciado en la docencia con clases que privilegian la lectura: "Una de las cosas buenas de la enseñanza de escritura creativa es que puedes hacerlo sin creer cerradamente en lo que haces; más aún, diría que es necesario no creer en este tipo de enseñanza para ser coherente con ella". Como en todo intercambio de lecturas, el profesor también aprende: "Enseñar escritura creativa me permite encontrar preguntas que muchas veces no tengo resueltas, aunque formuladas de otro modo y en distinto registro". En la Universidad de Nueva York, Diamela Eltit y Lina Meruane son ahora compañeras.

30.1.11

El cuento del domingo

Villiers de L'Isle Adam

La esperanza

Al atardecer, el venerable Pedro Argüés, sexto prior de los dominicos de Segovia, tercer Gran Inquisidor de España, seguido de un fraile redentor (encargado del tormento) y precedido por dos familiares1 del Santo Oficio provistos de linternas, descendió a un calabozo. La cerradura de una puerta maciza chirrió; el Inquisidor penetró en un hueco mefítico, donde un triste destello del día, cayendo desde lo alto, dejaba percibir, entre dos argollas fijadas en los muros, un caballete ensangrentado, una hornilla, un cántaro. Sobre un lecho de paja sujeto por grillos, con una argolla de hierro en el pescuezo, estaba sentado, hosco, un hombre andrajoso, de edad indescifrable.

Este prisionero era el rabí Abarbanel, judío aragonés, que -aborrecido por sus préstamos usurarios y por su desdén de los pobres- diariamente había sido sometido a la tortura durante un año. Su fanatismo, "duro como su piel", había rehusado la abjuración.

Orgulloso de una filiación milenaria -porque todos los judíos dignos de este nombre son celosos de su sangre-, descendía talmúdicamente de la esposa del último juez de Israel: Hecho que había mantenido su entereza en lo más duro de los incesantes suplicios.

Con los ojos llorosos, pensando que la tenacidad de esta alma hacía imposible la salvación, el venerable Pedro Argüés, aproximándose al tembloroso rabino, pronunció estas palabras:

-Hijo mío, alégrate: Tus trabajos van a tener fin. Si en presencia de tanta obstinación me he resignado a permitir el empleo de tantos rigores, mi tarea fraternal de corrección tiene límites. Eres la higuera reacia, que por su contumaz esterilidad está condenada a secarse... pero sólo a Dios toca determinar lo que ha de suceder a tu alma. ¡Tal vez la infinita clemencia lucirá para ti en el supremo instante! ¡Debemos esperarlo! Hay ejemplos... ¡Así sea! Reposa, pues, esta noche en paz. Mañana participarás en el auto de fe; es decir, serás llevado al quemadero, cuya brasa premonitoria del fuego eternal no quema, ya lo sabes, más que a distancia, hijo mío. La muerte tarda por lo menos dos horas (a menudo tres) en venir, a causa de las envolturas mojadas y heladas con las que preservamos la frente y el corazón de los holocaustos. Seréis cuarenta y dos solamente. Considera que, colocado en la última fila, tienes el tiempo necesario para invocar a Dios, para ofrecerle este bautismo de fuego, que es el del Espíritu Santo. Confía, pues, en la Luz y duerme.

Dichas estas palabras, el Inquisidor ordenó que desencadenaran al desdichado y lo abrazó tiernamente. Lo abrazó luego el fraile redentor y, muy bajo, le rogó que le perdonara los tormentos. Después lo abrazaron los familiares, cuyo beso, ahogado por las cogullas, fue silencioso. Terminada la ceremonia, el prisionero se quedó solo, en las tinieblas.

*

El rabí Abarbanel, seca la boca, embotado el rostro por el sufrimiento, miró sin atención precisa la puerta cerrada. "¿Cerrada?..." Esta palabra despertó en lo más íntimo de sus confusos pensamientos un sueño. Había entrevisto un instante el resplandor de las linternas por la hendidura entre el muro y la puerta. Una esperanza mórbida lo agitó. Suavemente, deslizando el dedo con suma precaución, atrajo la puerta hacia él. Por un azar extraordinario, el familiar que la cerró había dado la vuelta a la llave un poco antes de llegar al tope, contra los montantes de piedra. El pestillo, enmohecido, no había entrado en su sitio y la puerta había quedado abierta.

El rabino arriesgó una mirada hacia afuera.

A favor de una lívida oscuridad, vio un semicírculo de muros terrosos en los que había labrados unos escalones; y en lo alto, después de cinco o seis peldaños, una especie de pórtico negro que daba a un vasto corredor del que no le era posible entrever, desde abajo, más que los primeros arcos.

Se arrastró hasta el nivel del umbral. Era realmente un corredor, pero casi infinito. Una luz pálida, con resplandores de sueño, lo iluminaba. Lámparas suspendidas de las bóvedas azulaban a trechos el color deslucido del aire; el fondo estaba en sombras. Ni una sola puerta en esa extensión. Por un lado, a la izquierda, troneras con rejas, troneras que por el espesor del muro dejaban pasar un crepúsculo que debía ser el del día, porque se proyectaba en cuadrículas rojas sobre el enlosado. Quizá allá lejos, en lo profundo de las brumas, una salida podía dar la libertad. La vacilante esperanza del judío era tenaz, porque era la última.

Sin titubear se aventuró por el corredor, sorteando las troneras, tratando de confundirse con la tenebrosa penumbra de las largas murallas. Se arrastraba con lentitud, conteniendo los gritos que pugnaban por brotar cuando lo martirizaba una llaga.

De repente un ruido de sandalias que se aproximaba lo alcanzó en el eco de esta senda de piedra. Tembló, la ansiedad lo ahogaba, se le nublaron los ojos. Se agazapó en un rincón y, medio muerto, esperó.

Era un familiar que se apresuraba. Pasó rápidamente con una tenaza en la mano, la cogulla baja, terrible, y desapareció. El rabino, casi suspendidas las funciones vitales, estuvo cerca de una hora sin poder iniciar un movimiento. El temor de una nueva serie de tormentos, si lo apresaban, lo hizo pensar en volver a su calabozo. Pero la vieja esperanza le murmuraba en el alma ese divino tal vez, que reconforta en las peores circunstancias. Un milagro lo favorecía. ¿Cómo dudar? Siguió, pues, arrastrándose hacia la evasión posible. Extenuado de dolores y de hambre, temblando de angustia, avanzaba. El corredor parecía alargarse misteriosamente. Él no acababa de avanzar; miraba siempre la sombra lejana, donde debía existir una salida salvadora.

De nuevo resonaron unos pasos, pero esta vez más lentos y más sombríos. Las figuras blancas y negras, los largos sombreros de bordes redondos, de dos inquisidores, emergieron de lejos en la penumbra. Hablaban en voz baja y parecían discutir algo muy importante, porque las manos accionaban con viveza.

Ya cerca, los dos inquisidores se detuvieron bajo la lámpara, sin duda por un azar de la discusión. Uno de ellos, escuchando a su interlocutor, se puso a mirar al rabino. Bajo esta incomprensible mirada, el rabino creyó que las tenazas mordían todavía su propia carne; muy pronto volvería a ser una llaga y un grito.

Desfalleciente, sin poder respirar, las pupilas temblorosas, se estremecía bajo el roce espinoso de la ropa. Pero, cosa a la vez extraña y natural: los ojos del inquisidor eran los de un hombre profundamente preocupado de lo que iba a responder, absorto en las palabras que escuchaba; estaban fijos y miraban al judío, sin verlo.

Al cabo de unos minutos los dos siniestros discutidores continuaron su camino a pasos lentos, siempre hablando en voz baja, hacia la encrucijada de donde venía el rabino. No lo habían visto. Esta idea atravesó su cerebro: ¿No me ven porque estoy muerto? Sobre las rodillas, sobre las manos, sobre el vientre, prosiguió su dolorosa fuga, y acabó por entrar en la parte oscura del espantoso corredor.

De pronto sintió frío sobre las manos que apoyaba en el enlosado; el frío venía de una rendija bajo una puerta hacia cuyo marco convergían los dos muros. Sintió en todo su ser como un vértigo de esperanza. Examinó la puerta de arriba abajo, sin poder distinguirla bien, a causa de la oscuridad que la rodeaba. Tentó: Nada de cerrojos ni cerraduras. ¡Un picaporte! Se levantó. El picaporte cedió bajo su mano y la silenciosa puerta giró.

*

La puerta se abría sobre jardines, bajo una noche de estrellas. En plena primavera, la libertad y la vida. Los jardines daban al campo, que se prolongaba hacia la sierra, en el horizonte. Ahí estaba la salvación. ¡Oh, huir! Correría toda la noche, bajo esos bosques de limoneros, cuyas fragancias lo buscaban. Una vez en las montañas, estaría a salvo. Respiró el aire sagrado, el viento lo reanimó, sus pulmones resucitaban. Y para bendecir otra vez a su Dios, que le acordaba esta misericordia, extendió los brazos, levantando los ojos al firmamento. Fue un éxtasis.

Entonces creyó ver la sombra de sus brazos retornando sobre él mismo; creyó sentir que esos brazos de sombra lo rodeaban, lo envolvían, y tiernamente lo oprimían contra su pecho. Una alta figura estaba, en efecto, junto a la suya. Confiado, bajó la mirada hacia esta figura, y se quedó jadeante, enloquecido, los ojos sombríos, hinchadas las mejillas y balbuceando de espanto. Estaba en brazos del Gran Inquisidor, del venerable Pedro Argüés, que lo contemplaba, llenos los ojos de lágrimas y con el aire del pastor que encuentra la oveja descarriada.

Mientras el rabino, los ojos sombríos bajo las pupilas, jadeaba de angustia en los brazos del Inquisidor y adivinaba confusamente que todas las fases de la jornada no eran más que un suplicio previsto, el de la esperanza, el sombrío sacerdote, con un acento de reproche conmovedor y la vista consternada, le murmuraba al oído, con una voz debilitada por los ayunos:

-¡Cómo, hijo mío! ¿En vísperas, tal vez, de la salvación, querías abandonarnos?

1. Familiar: agente de la Inquisición Española. 1888

Jean Marie Mathias Philippe Auguste, conde de Villiers de L'Isle-Adam, más conocido como Auguste Villiers de L'Isle-Adam (Saint- Brieuc 1838-París 1889). Escritor, dramaturgo y crítico francés del siglo XIX, se identificó principalmente con el romanticismo y el simbolismo, consiguiendo en sus textos una novedosa mezcla de cuento filosófico, relato de terror, ciencia-ficción y esoterismo (una de sus grandes aficiones).

Aunque de origen aristocrático (sus antepasados fueron Grandes Maestres de la Orden de Malta), los descabellados negocios de su padre hacen que el patrimonio familiar se vea seriamente mermado. Durante su infancia recorre multitud de colegios en distintas ciudades de la Bretaña francesa, hasta que en 1855 su familia se instala definitivamente en París. Allí, el joven Auguste frecuenta los salones y cafés donde se dan cita los artistas. De esta época data su amistad con Charles Baudelaire y su descubrimiento de Edgar Allan Poe (a través, precisamente, de las traducciones de Baudelaire) y de la filosofía de Hegel, factores que van a influenciarle en gran manera en sus futuras obras. Preocupados por los ambientes que frecuenta, sus padres intentan convencerle de que se recluya en la abadía de Solesmes, cuyo superior es amigo de la familia, pero Auguste se niega.

En 1858 publica su primer libro, Dos ensayos de poesía, y comienza su carrera como crítico musical en la revista La Causerie. Al año siguiente publica su siguiente libro, Primeras poesías, aunque éste pasa totalmente desapercibido. En 1862 publica una de sus novelas más conocidas,Isis. En 1865 escribe la obraElën y al año siguiente comienza a colaborar con el Parnasse Contemporain y escribe Morgane, un drama en cinco actos. En esta época conoce al que sería uno de sus grandes amigos, Stepháne Mallarmé. En 1867 se convierte en redactor jefe de la Revue des Lettres et des Arts, escribe el primero de sus Cuentos crueles (L'Intersigne) y publica la novela corta Claire Lenoir.

A partir de 1870, con el estallido de la guerra franco-prusiana

su ya inestable economía empieza a desmoronarse.

Para solventar su situación económica intenta casarse con una rica heredera que lo rechaza. En parte por la acuciante necesidad y en parte por una inagotable capacidad de escribir, Villiers no cesa de producir relatos. En esta época conoce a Wagner, de cuyas óperas es un auténtico apasionado.

La publicación en 1883 de sus Cuentos Crueles le valió cierta notoriedad aunque siguió viviendo en la precariedad hasta su muerte. Entre los años 1885 y 1888 publica la obra de teatroAxël (1885, aunque se estrena en de manera póstuma en 1890), las novelas

La Eva futura (1886) y La extraña historia del Dr. Tribulat Bonhomet (1887) y las colecciones de relatos Historias insólitasy Nuevos cuentos crueles (ambas de 1888).

Muere en agosto de 1889 a causa de un cáncer de estómago

Foto y Semblanza biográfica:scrib.com.Texto:ciudadseva.com

29.1.11

Millás y su universo creativo

Se extendió en explicar como quería ser el escritor padre de El Lazarillo de Tormes, que es un texto huerfano de autor
El escritor, después de su amena charla, se dispone a poner la impronta de su autógrafo en sus diversos títulos de libros.foto cortesía:Dennis Rodríguez P.

Juan José Millás, llegó al escenario del Teatro Estudio, del Centro Cultural Julio Mario Santodomingo, acompañado de Mario Mendoza para revisar, frente a un público numeroso, su universo creativo.
Mendoza expuso de Millás que es un escritor curioso cuya narrativa está poblada de replicantes y seres que tienen motivos para desdoblarse en otros en esa área difusa y etérea a la que llamamos identidad, que está entroncada esencialmente en el oficio de el escritor, pues qué hace este sino desdoblarse las miles de veces mediado por sus personajes y así poder asir un retazo de eso que igual llamamos realidad.
Millás, en un tono siempre festivo y jocoso, agradeció la presencia del público que haya llegado a esa hora, pasadas las 8 de la noche, y pagando; en una tarde destemplada y lluviosa; y con un sentido del humor de finura ibérica dijo categórico, que cada uno de nosotros tiene una antipoda que es idéntico, que hace todo en otro lugar, pero que jamás nos vamos a encontrar por ese misterio y la presencia de esa misma fuerza de lo que llamamos entonces destino. Contó la anédocta de Mark Twain quien supo que tuvo un hermano gemelo que su madre cuando los bañaba en una bañera, para identificarlos a cada uno le ponía una cinta distintiva. Una vez, se descuidó y halló ahogado al gemelo, y como las cintas por el movimiento se habían desprendido de las muñecas nunca supo cuán de ellos era quién. Por eso Twain nunca supo si el era él o el otro gemelo que se había ahogado.
Habló de su fascinación por el otro que nos habita desde adentro y que hace que eso de la identidad sea inestable siempre. Recordó que una escritora llamaba, la mentira romántiva y la verdad novelesca; que habían escritores legítimos que no dicen nada pero se quedaba con los bastardos, pues su bastardía los hacía más interesantes porque ponían siempre en cuestión la realidad; en cambio los legítimos novelaban desde una legitimidad real y plana. Que habían novelistas tontos que decían mucho cuando escribían. Que cuando escribe llega a un acuerdo básico con el lenguaje que es el que le permite una negociación con el texto, porque escribe de una forma autista, o de una manera transitiva con la cual iba a llegar a ser más comprensiva su escritura. Se extendió en explicar como quería ser el escritor padre de El Lazarillo de Tormes, que es un texto huerfano de autor. Se habló de la copia y el original, y contó cómo en España, en el Museo Sofia, se habían robado una escultura monumental de 7 toneladas de un escultor escocés, y que éste al saber de esa pérdida hizo una escultura similar a la original robada, y después el museo expusó en un comunicado para explicar que la escultura que había sido robada pasaba a hacer una copia y que la original era la que acaba de ser expuesta y regalada de nuevo por el escultor escocés.
Discutió de el estado de derecho de los estados y como la mafia quiere duplicar al estado en todos sus funciones de derecho.
Se habló también de ese territorio sagrado que es el cuerpo y como lo abordamos de una manera difícil y como estaban apareciendo los robots de compañia, en un mundo cada vez más robotizado y tecnológico, dónde, de pasó expresó como le fascinaba el discuro científico y sus nomenclaturas que las hallaba de un tipo y orden literario: Agujeros negros, horizontes de sucesos, teorías indemostrables...
Hablo de la parte de su oficio períodístico y de cómo sustenta sus reportajes, y de los bipolares que han habitado el mundo desde la creación, pues Dios que todo lo sabe y ve, haya querido ser el Jesucristo que sufrió y fue crucificado. No entendía pero los bipolares los halla muy interesantes desde sus desequilibrios químicosy con ellos ha realizado varios interesantes reportajes.
La charla se extendió por cerca de hora y media larga, y Mendoza la cerró frente a un público hábido que inmediatamente empezó a hacer una larga fila de cultores y lectores de la maravillosa narrativa de Millas, para recordarlo siempre bajo su impronta original de su autógrafo en sus diversos títulos de sus libros...

Ponsford:"El Hay Festival tiene una nómina fantástica"

La directora de la revista Arcadia es una de las invitadas al evento en Cartagena

Cuando Marianne Ponsford era niña tuvo una amiga imaginaria. Hoy le encanta la cocina y no le gusta la televisión colombiana.foto.fuente:elespectador.com

El Hay Festival cumple seis ediciones en Cartagena, ¿en qué ha crecido el evento?

La programación es más amplia y el público es cada vez mayor porque el estilo desenfadado del Hay ha logrado que mucha gente deje de tener un temor reverencial por la literatura.

¿Qué le cambiaría?

Nada. El Hay ha sido un modelo revolucionario para Colombia. Ha promovido una manera de comunicar la pasión por la lectura menos rígida, más cercana, más amable.

¿Colombia tiene público para este tipo de festivales?

¿Ha intentado comprar una boleta para este Hay? ¡Hay reventa!

¿Qué tema de conversación propondría para el Hay Festival?

Periodismo literario vs. periodismo duro.

¿A qué autores invitaría para el próximo Festival?

¡Puf! A Amelie Nothomb, a J.M. Coetzee, a Michel Houellebecq, a Nicole Krauss, a Julián Barnes, a Rodrigo Rey Rosa...

El Festival le rendirá homenaje a Tomás Eloy Martínez. ¿Qué vuelve a este maestro inmortal?

Ni maestro, ni inmortal. Esas son palabras muy rimbombantes. Pero si alguien quiere leer unos textos absolutamente hermosos, que compre Lugar común, la muerte. Para mí, es su libro más conmovedor.

¿Y cómo ve a los invitados?

Me parece una nómina fantástica. Este año no hay una estrella que los opaque a todos, y por eso todos generan una enorme curiosidad. El festival está más variado que nunca.

¿Cambiaría la sede del Festival?

Claro que no. Es parte esencial de su encanto.

Un lugar para envejecer.

Las Antillas menores. Barbados, Dominica, Saint Vincent… Con un catamarán para brincar de una a otra cuando quiera cambiar de idioma, y con un libro de Naipaul para protegerme del sol.

¿Qué piensa de los amigos imaginarios?

Me llevan a la infancia. Tenía una amiga imaginaria que fue mi gran compañía. Se llamaba Elena. Y siempre me dejaba que le ganara al tenis (yo jugaba contra un murito del patio de mi casa).

¿Qué magia tiene la cocina?

Mucha. Sobre todo, los olores. El cilantro recién picado, el aroma del curry recién molido…

¿Qué extraña de la vida en España?

La verdadera democracia.

¿Cómo ve al presidente Santos?

Hablando en trinidades: ¡Prefiero la tercera vía a los tres huevitos!

¿Qué le molesta de la televisión colombiana?

¿Qué es eso? ¿Existe?

Un grave error en la historia de Colombia.

"Dios está en el cielo. El rey está en España. Y yo estoy aquí", escribió un conquistador. Yo creo que esta frase extraordinaria es una muy buena síntesis de la historia de un error.

¿Por qué la preocupa la cohesión social del país?

Porque no hay. Y un país no puede aspirar a la modernidad, a la verdadera democracia, sin ella.

¿Cómo está el país en medios digitales que exploren la cultura?

Regular, diría yo. Hay esfuerzos interesantes como Esfera Pública. Y en Arcadia, la verdad sea dicha, la página web está disparada.

¿Cuáles recomienda?

www.revistaarcadia.com, por supuesto.

¿Qué proyectos tiene 'Arcadia' para este año?

Mmm. ¡Cuando sean realidad se los cuento!

De Colombia… un joven escritor que valga la pena explorar.

Hay unos jovencitos que me interesan mucho: Tomás González, Evelio José Rosero…

Un escultor.

Feliza Bursztyn.

Un fotógrafo.

Jesús Abad Colorado y Juan Carlos Sierra.

Un grupo musical.

Puerto Candelaria.

Un director de cine.

Carlos Gaviria y Ciro Guerra.

Una película que identifique al país.

Ninguna. Colombia es un país tan fragmentado que todo lo que "lo identifique" acaba siendo una estrategia de marketing político.

¿Es Colombia escenario de cultura?

Hay sin duda muchos eventos culturales, y algunos de muy buena calidad. Tanto de alta cultura como de cultura popular y de cultura de masas. Pero mientras el debate sobre la educación no ocupe un lugar prioritario en la agenda de gobierno, Colombia no será un país "escenario de cultura".

¿Se puede hablar de "Cultura general"?

Por supuesto que sí. Es más, se debe hablar de cultura general. Porque el conocimiento sobre el legado humanista es de todos. Precisamente el problema en Colombia es que ese conocimiento que debería ser compartido por todos, es solo de unos pocos. Y esos pocos se creen muy cultos (cuando enrealidad tienen el mismo nivel cultural de cualquier europeo medio) y esos muchos odian a los pocos porque se sienten acomplejados y humillados por ellos.

¿Qué reto tiene hoy el periodismo cultural en Colombia?

Los mismos de cualquier periodismo: la buena escritura, la seriedad de las fuentes, el equilibrio, la honestidad, la valentía y, sobre todo, el profesionalismo. Casi que le diría que el mayor reto del periodismo cultural aquí es comenzar a entenderse a sí mismo como periodismo de verdad.

28.1.11

Cómo escribir una novela

Si el objeto a considerar es el tránsito a la iluminación –si lo hubiera desde el principio no habría relato sino estasis

Las diversas historias que se pueden contar a partir del mismo asunto.foto ilustración.fuente:Revista Ñ

"Iluminación", un filme del polaco Krzysztof Zanussi, dispara esta reflexión sobre Las diversas historias que se pueden contar a partir del mismo asunto: la distancia entre el éxito y "la pasión por contemplar la forma del Mundo bajo la figura de lo que es y no de la captura de una oportunidad, ganada o perdida."

Curiosidad por una vieja película de Krzysztof Zanussi, Iluminación . Seguramente por efecto del título. Un joven alumno de ciencias abandona la carrera y por hambre se convierte en objeto módico de investigación científica promedio: la medicina lo somete a electroencefalogramas, investigación del sueño.

Adelantándome al desarrollo de los hechos, imagino que los sueños del protagonista serán insignificantes, se perderá en la creciente injuria de las obligaciones de la vida ("No seré Einstein"). La iluminación, entonces, debería ser la comprensión de la pérdida de las ilusiones iniciales, aunque el acápite, a cargo de un viejo científico polaco que habla a cámara, le explica a los espectadores el sentido que San Agustín le da a la palabra: menos como un estado de éxtasis místico que como una intensificación de la inteligencia que permite discriminar los grados de la divinidad y colocarse en una situación de pureza.

Sigo viendo. La película avanza bajo la figura de "estaciones". No hay tramas ni desarrollos. Debate con un médico amigo: si no hay separación entre cuerpo y alma, y el cuerpo es el soporte material del alma, ¿por qué intervenir brutalmente en ese soporte y someter a los esquizofrénicos a un electroshock? Antes, un experimento de especies: se inyecta líquido cefalorraquídeo de un esquizofrénico en una araña. La araña teje telas deformes.

Por una pequeña astucia de Zanussi, creo que es el protagonista quien ingresa en la progresión: ya no sólo registran gráficamente las variaciones de su sueño; ahora la medicina interviene quirúrgicamente en su cerebro. Luego, advierto que no se trata de él; no todos los polacos son iguales, ni siquiera parecidos. El protagonista es el testigo y: no es la luz del escalpelo la que penetra en su cerebro.

Esa pequeña sorpresa lleva a preguntarse por qué el director abre ese hiato, qué significa para él esa separación. O mejor: ¿por qué plantea esa diferencia? Una película que lleva un título como ese, plantea desde el inicio un problema de competencias. Si el director fuese, digamos, borgiano, se propondría desde el inicio defraudar delicadamente las certezas de su espectador, situarlo en la comprensión de que la suya es una obra que merece ser atendida no por lo que permite confirmar sino por lo que impulsa a averiguar. (Una segunda visión incorpora al recuerdo inicial la conciencia del respeto o el fastidio que las sorpresas y los desvíos inesperados produjeron en la primera).

Si el objeto a considerar es el tránsito a la iluminación –si lo hubiera desde el principio no habría relato sino estasis–, el único propósito que puede plantearse Zanussi es el de la decepción a la que se arribará en el punto de llegada. No habrá iluminación posible, me digo. Y no la hay, salvo en lo iluminadora que resulta esa decepción.

Zanussi es un director respetable. Su filme tiene las marcas de la época en que fue hecho, 1972. El protagonista, cuyo nombre desconozco y a quien no vi en otra película, tiene el aire de esos buenos mozos intensos y atormentados, con anteojos de intelectual: una cruza de Trintignant y James Dean, que hacen drama de su inexpresión, por lo que –ahora deduzco– es lógico que su pasión ascética por el triunfo como físico derive en algún momento a la pasión por contemplar la forma del mundo bajo la figura de lo que es y no de la captura de una oportunidad, ganada o perdida.

Es lo que le ocurre al personaje, finalmente. Accede a la única iluminación posible. Ramas flotando en un río marrón, su hijo jugando con la arena, su mujer tejiendo, y él, aterido, vestido con una malla de lana gruesa, ríe como un idiota, achinando los ojos mientras mira fijo al sol sucio.

¿Cuál sería la historia que contaría yo si con ese mismo asunto escribiera una novela? El relato derivado sería, entonces, el de un sujeto que espera una ascesis mística de orden personal, su autoelevación por la vía de una idea genial que le permitirá ser mundialmente reconocido ("Seré Einstein"), arriba de pronto a una iluminación negativa: descubre que toda su vida será una sucesión de estados de grisura, el aura mediocritas . Eso le parece liberador. El sueño de la diferencia que viviera antaño le permite descubrir la maravilla de lo ordinario.

Lo real es una calesita de sorpresas comunes: descubre el amor, el sexo, el mundo del trabajo (antes, era estudiante o ladrón: la excepcionalidad le había permitido ciertas licencias de conducta). Se casa. Un día, de vacaciones con su mujer en Mar del Plata, jugando a la ruleta (no gana ni pierde grandes sumas) tiene una "iluminación positiva", una idea genial, de orden matemático. Esa será su perdición, porque a partir de entonces tratará de probar lo que nadie está dispuesto a admitir. Ni sus colegas, ni el propio autor, que se limita a exaltar el descubrimiento sin brindar las pruebas de su valor. Para el mundo, su descubrimiento será una imbecilidad.

El sostendrá hasta el fin que el presente no tiene parámetros para juzgar el resultado al que arribó. Pasa los años en esa insistencia, hasta que la olvida. Desde luego, Dios no aparece en su rescate, ni siquiera en el momento último. Su destino ha sido descubrir que no hay esplendor sino opacidad, incesantemente.

Cuatro nobles verdades

"Descreo de buena parte de lo “experimental”. Alguien dijo que se tiende a hablar de “literatura experimental” cuando el experimento ha fracasado"

El escritor boliviano Edmundo Paz Soldán. foto: Erik Mólgora.fuente:revista eñe

1. Cuando tenía dieciocho años escribía cuentos de dos y tres páginas y quería escribir cuentos más largos. Ahora escribo cuentos largos y no me salen los breves; y eso que quisiera que me salgan. Moraleja: uno propone, pero tiene que saber escuchar lo que la forma dispone.

2. Nunca me siento a escribir un cuento sin saber en qué va a terminar. Eso significa que a veces puede estar rondándome durante un par de días o cinco o seis años. Por supuesto, eso no significa que, llegado el caso, no cambie el final que planeaba originalmente. Es bueno tener un mapa, aunque sólo sea para desecharlo cuando sea necesario.

3. Comencé creyendo que había que escribir cuentos como Borges y Cortázar y tener una vuelta de tuerca en las últimas líneas. Pensaba que sin esos fuegos de artificio un cuento no valía nada. Luego leí a Hemingway y sentí que a sus cuentos les faltaba la página final. Tardé en comprender que se trataba de otra escuela. Aprendí que muchas vueltas de tuerca son tramposas, y que si no llegan naturalmente lo mejor es prescindir de ellas. Es bueno no atarse a un solo registro.

4. Un cuento era para mí sobre todo una trama y ahora es un personaje, una voz, una forma de ver el mundo. Lo que servía hace un par de siglos sigue sirviendo hoy. Descreo de buena parte de lo «experimental». Alguien dijo que se tiende a hablar de «literatura experimental» cuando el experimento ha fracasado.

La convocatoria del premio de relato Cosecha Eñe 2011 está abierta hasta el viernes 1 de abril de 2011.

Hay 3000 euros en juego para el máximo ganador.

Consulta las bases, rellena este formulario y envía tu relato a través de la web.

Aunque hace más de una década que Edmundo Paz Soldán no publica un nuevo libro de relatos —Amores imperfectos, el último de ellos, apareció en 1998—, gran parte de la crítica y de sus lectores lo siguen considerando como un gran cuentista. Allí está, por ejemplo, el magnífico «Dochera», con el que hace unos años ganó el Premio Juan Rulfo de cuento y que además, entre otras formas de reconocimiento, inspiró a un entusiasta bloguero de su país para fundar el Dochera Fan Club.

Pero esta situación durará poco. Hace unas semanas, Paz Soldán anunció que después de Norte, su próxima novela, cuyo lanzamiento con Mondadori está confirmado ya para el 18 de marzo, se centrará en la preparación de su nueva colección de cuentos. Lo decisivo en su caso no será terminarlos, sino elegir entre todos los que ya tiene listos cuáles podrían ir bien juntos en un libro. Y pensar en un buen título, claro.

Mientras ese momento llega —lentas son las horas del que escribe...—, el autor boliviano nos envió sus cuatro consejos para armar un buen relato de ficción.

Subastan una carta de amor del moribundo John Keats

El poeta escribió a su novia Fanny Brawne, angustiado por no poder besarla a causa de su tuberculosis

La carta de amor de John Keats (1795-1821) a su novia Fanny Brawne en la que el poeta romántico inglés le expresa su angustia por no poder besarla a causa de su tuberculosis .foto.fuente:lavanguardia.es

La carta forma parte de la colección de manuscritos y retratos de personajes de la literatura, la historia, la exploración, las artes, la ciencia y la filosofía de Roy Davids, que se subasta el 29 de marzo en Bonhams de Londres.

Keats escribió la carta -la única de las 39 que se conservan de su pluma aún en manos privadas- en 1820, cuando ya estaba muy enfermo, lo que le impedía el mínimo contacto físico con otra persona.

En una emocionante prosa, el autor de "Hiperión" y "Oda a una urna griega", habla de las limitaciones que le impone su enfermedad y se describe como un "prisionero" que lamenta no poder volver a sellar los labios de su amada con un beso.

"Yo besaré tu nombre y el mío donde estuvieron tus labios- ¡Labios! ¿por qué debiera el pobre prisionero que soy hablar de esas cosas?", se pregunta el poeta, que explica a continuación el placer que representa para él saberse amado por Fanny.

"¡La salud es el cielo que espero y tu eres la hurí - palabra que creo que es tanto singular como plural- y si es sólo plural, no importa, tú eres mil (huríes)!", agrega antes de despedirse.

Un amigo del poeta, el pintor Joseph Severn, que estaba a su lado cuando murió en Roma, en cuyo cementerio protestante está enterrado, afirmó entonces que "muchas de las carta de Keats tenían poesía tan delicada como sus poemas".

La carta forma parte de la colección de manuscritos y retratos de personajes de la literatura, la historia, la exploración, las artes, la ciencia y la filosofía de Roy Davids, que se ofrece al mejor postor en Bonhams.

Entre otros documentos que se subastan figura una carta singular del navegante, pirata, político y escritor de la época isabelina Sir Walter Raleigh, un ensayo de William Blake sobre su pintura "El Juicio Final", así como una carta del explorador de África David Livingstone al primer ministro británico Lord Palmerston.

Descubra el Cementerio Acatólico romano, donde está enterrado John Keats