7.4.11

EL niño que tocó la luna

Historias que atrapan del modo en que no es posible colocar el libro en el lugar indicado para su reposo hasta no alcanzar la última línea de sus historias

Portada de el libro EL niño que tocó la luna, de Carlos Winter.foto.fuente:nuevosautores

Tuve el gusto de reunirme por primera vez con la escritora cubana Lourdes de Armas en Panamá, apenas el año pasado. Con ella conversé profundamente a pesar de habernos recien presentado. Provocó la misma confianza en mi hija, Luna, quien acabó regalándole un dibujo hecho con crayolas. También en mi esposa tuvo un efecto muy positivo. ¿Qué es lo que tiene Lourdes?
En el 2011 fui invitado por el Instituto Nacional de Cultura a la patria de Martí. Ahí volví a verla. Y me dejó la misma sensación de la primera vez, la misma sensación de vital.idad y paz Ahora me regala una generosa reseña del primer cuento de EL niño que tocó la luna. Aquí la reproduzco.

En el mes de febrero pasado, se realizó la Feria del Libro de Cuba. Y uno de los acontecimientos más interesantes fue la relación entre los escritores panameños y cubanos, que durante un ameno intercambio se contó con las voces de Carlos Wynter y Salvador Medina Barahona.
El encuentro fue conmovedor no solo por la avidez de este tipo de relaciones intelectuales que han escaseado entre nuestros países, sino también por la profesionalidad y el conocimeinto desplegado ante nuestros ojos por dos letrados que trasmitieron sus experiencias literarias a un público interesado tanto en la literatura panameña como en las costumbres y vivencias de un país tan cercano a nuestra idiosincracia como lo es Panamá.
De Carlos Wynter tuve la suerte de recibir un libro de relatos, "El niño que tocó la Luna". Fue leído con la rapidez voraz de quien encuentra en sus páginas historias que atrapan del modo en que no es posible colocar el libro en el lugar indicado para su reposo hasta no alcanzar la última línea de sus historias.
Wynter consigue entretejer historias de tal modo, que bien puede llamarse escritor de primera líena, que apunta hacia una literatura auténtica, cuya denominación no responde a que sus textos estén exentos de ficción, eso sería imposible, la literatura cuenta historias reales con las chispas de la imaginación y el poder de la persuación del escritor que es capaz de convertir un recuerdo, una visión, una anécdota escuchada por la voz y el ser más insopechados en un exquisito relato. Y eso es lo que sucede con Wynter en este interesante compendio de relatos, las leyendas narradas en este libro salen de una pluma segura y firma donde su estilo impone un discurso creíble, capaz de convencer al lector con la búsqueda desesperada del niño a su madre a través de la cual transcurre el relato.
El personaje es colocado en pasajes de ficciones donde se acorta la distancia entre el mundo real y el imaginario y con ello se logra no solo hacer creíble la historia sino disfrutarla de manera vivencial.
Este primer relato muestra los orígenes de la existencia humana, vistos por la necesidad imperiosa de la relación hijo-madre y expone de un modo muy diferente y atractivo el proceso de creación del ser humano: "El primer niño nación de la pantorrilla de su madre". Revela el escritor en una frase corta y determinante, lo que será más tarde la narración de una leyenda, relatada con exquisito dominio del lenguaje y que remite sin dudas, a los textos bíblicos del Génesis (1:22) "y de la costilla que Johavá Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre".
A lo largo del texto se encuentran otras semejanzas con las escrituras bíblicas que otorgan a esta historia una nueva perspectiva teológica inmersa en la persistencia del niño en la búsqueda de la causa de la muerte de su madre y su afán en impedir tal suceso, aún cuando ya ha ocurrido, lo que pudiera comprender una rotunda negación a un hecho que se cataloga injusto en la existencia humana, la indagación constante del personaje por la pérdida de un ser querido, nos conduce a pensar en la eternidad en su sentido más trascendental y a su vez, a valorar la figura femenina a la familia, la maternidad.
Éstas y otras (muchas) reflexiones nos ofrece una leyenda que lleva implícita una nueva propuesta de lectura, si se tiene en cuenta que el autor colocó la mirada y bebió de la fuente del conocimiento de otras culturas y nos trasmite su expresión religiosa y el modo de interpretar y exteriorizar lo denominado sobrenatural de una comarca infígena de Panamá correspondiente a la etnia Emberá Wounaan lo que sin dudas nos permite abrir nuestros pensamientos a la diversidad y propiciar la comprensión de ritos y costumbres socio religiosas que sin ojo curioso y pluma dispuesta, corren el riesgo de quedar ocurltas u olvidadas, y esta una de las razanoes por las que este libro merece gratitud.

Lourdes de Armas.

No hay comentarios: