30.5.11

El ruido entusiasta de Vásquez llena de literatura la Feria del Libro

Ignacio Polanco destaca la acogida del Premio Alfaguara al autor colombiano
El colombiano Juan Gabriel Vásquez, durante la entrega del Premio Alfaguara y, a la derecha, Ignacio Polanco y Bernardo Atxaga.foto:Claudio Álvarez.fuente:elpais.com

Parte del murmullo de la gente dispersa por el parque se fue acercando a los jardines de Cecilio Rodríguez, del parque del Retiro, hasta concentrarse en su pabellón, y minutos después silenciarse para escuchar frases como "hemos recibido felicitaciones del mundo de la cultura española y latinoamericana", "un libro es bueno cuando crea una ensoñación y este crea una perfecta", "es mi novela más personal", "se ha hablado mucho del narcoterrorismo pero en ninguna parte constaban las emociones y su impacto en el alma"... Más pistas sobre el libro, risas por algunas anécdotas, más palabras, aplausos y otra vez el murmullo de la gente, esta vez sobre el mismo tema: la novela El ruido de las cosas al caer, de Juan Gabriel Vásquez, quien acababa de recibir el XIV Premio Alfaguara de Novela.

Este año el escenario de esa entrega cambió para convertirse en uno de los principales actos de la 70ª Feria del Libro de Madrid, en el Retiro. Aunque la Feria abrió el viernes con rayos y centellas de un aguacero, ayer el cielo era azul con pocas nubes extraviadas. Con voz afónica, Vásquez (Bogotá, 1973) agradeció el premio a Ignacio Polanco, presidente del Grupo PRISA, editor de EL PAÍS, y de la Fundación Santillana, y a Bernardo Atxaga, escritor y presidente del jurado. "No creo en las novelas como ejercicio de ombliguismo", reconoció el galardonado. "Creo en ellas como un canto sofisticado para llegar al lector, y este premio me permite contarles esta historia a más lectores de los que hubiera imaginado".

Minutos antes, Polanco había hablado de las muestras de afecto recibidas por este Alfaguara y contado cómo Vásquez había aprobado con éxito un reto: su paso por la Feria del Libro de Bogotá hace tres semanas. Luego, Atxaga citó a Rousseau con Ensoñaciones de un paseante solitario, y derivar su reflexión en la importancia que debe tener un libro a la hora de trasladar al lector a otro mundo.

En su turno, Juan Gabriel Vásquez recordó que hace dos meses, cuando Atxaga lo llamó por el anuncio del premio, lo que se le pasó por la cabeza fue aquella anécdota de Samuel Johnson, referida a un alumno que le envió una novela, y su respuesta fue: "Querido amigo, su novela es muy buena y muy original, pero la parte que es buena no es original y la parte original no es buena". Las risas rompieron el silencio... Vásquez aseguró que se trata de su novela más personal al contar lo que para su generación significó crecer con el miedo del narcoterrorismo en Bogotá. "Una novela que solo hubiera sido escrita ahora, después del 11-S y del 11-M, porque la gente se ha acostumbrado a vivir con el miedo. Como sociedad nos hemos acostumbrado a la vulnerabilidad".

Un lamento y una sensación que palpitan en El ruido de las cosas al caer, que narra la vida de dos hombres cuyos presentes y pasados trenzan 70 años de la historia de la penúltima Colombia. Combates de siempre, nacimiento del narcotráfico, su crecimiento y auge y su metamorfosis en narcoterrorismo en los años ochenta y primeros noventa. Pero todo eso es una presencia ausente porque la fuerza reside en las secuelas que ese estallido dejó en las personas. "Es una novela de personajes, de emociones, una historia de amor con el ruido de fondo del narcoterrorismo", resume Vásquez. Agrega que se habían registrado los muertos y todo tipo de daños físicos pero faltaba algo, y "es ahí donde entra el novelista como un notario de las emociones".

Una obra que trasciende su lugar geográfico y su tiempo en la medida en que aborda temas universales vividos a través de personajes que cobran vida en la novela con todo el arco de emociones, sentimientos, búsquedas, extravíos y sueños. Después de tantas pistas sobre El ruido de las cosas al caer, su autor cerró sus palabras dando las gracias a sus dos niñas "por no haber echado el edificio abajo mientras yo hablaba". Risas mezcladas con aplausos que precedieron al murmullo que luego salió al día luminoso del Retiro, de un premio de feria.

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