8.5.11

Sol y ron para discutir la literatura del siglo XXI

Arrancó el II Festival de la palabra en Puerto Rico

VERSE. ANA MARIA MATUTE Y LA PUERTORRIQUEÑA MAYRA SANTOS-FEBRES.foto.fuente:Revista Ñ

Por ahí anda Marcelo Birmajer, envuelto en una guayabera y unas bermudas blancas de lino, disimulado debajo de un sombrero boricua al tono, para hacer más llevaderos los calores del Caribe. Por ahí anda también Andrés Neuman, el otro escritor argentino invitado al II Festival de la Palabra de Puerto Rico, cubierto por un grueso sobretodo gris, para hacer más llevaderos los aires acondicionados del Caribe. Estos dos ejemplos son, de algún modo, la metáfora más explícita de este encuentro literario: unir extremos aparentemente opuestos, pero que viven bajo el mismo sol.

Porque de lo que aquí se trata es de acercar a los autores a la gente, pero también reunir a aquellos que las geografías separan o pasean por encuentros mejor instalados por la tradición o los planisferios. Todo empezó el último miércoles, con el intercambio de 45 escritores internacionales y 45 locales que hasta el próximo domingo participarán de esta cita anual que arrancó el año pasado para poner en el mapa literario a esta isla & país & estado libre asociado de los EE.UU., con casi 50 actividades programadas entre mesas, debates, conferencias, presentaciones y conferencias magistrales.

La inauguración oficial tuvo un protocolo inevitable pero a la altura de la homenajeada: Ana María Matute, que hace un par de semanas recibió de manos del Rey Juan Carlos el Premio Cervantes, recibió de otras manos -las del alcalde de San Juan de Puerto Rico, Jorge Santini- las llaves de la ciudad. "Las llaves son misteriosas...", susurró la autora de Los hijos muertos mientras miraba los destellos dorados dentro de un estuche de terciopelo azul. Nadie le exigió más palabras a esta mujer de 85 años que se desplazaba en una silla de ruedas bajo un sol imprudente, pero con una voluntad envidiable que por la noche resistió otro homenaje en la Casa de España del Viejo San Juan. Hoy por la noche, Matute ofrecerá una conferencia magistral, uno de los platos más potentes del encuentro. Otro homenaje tuvo lugar ayer, a Ernesto Sabato. En el escenario mayor del Cuartel de Ballajá, la escritora portorriqueña Yolanda Vélez Arcelay leyó fragmentos de Uno y el universo. En la platea estaba sentado un joven Borges, que se presentaba a lo James Bond: "Soy Borges, José Borges". Es escritor, es local, y nadie se atrevió a consultarle sobre las estelas de semejante apellido.

Pero claro, este es un encuentro literario. Y si bien el ron no está ausente y las escapadas a la playa entre un debate y otro son de las actividades más codiciadas, las palabras que van arrojando los escritores en esta sucesión de mesas con consignas descontracturadas ("Siglo 21: ¿Soledad de multitudes?" o "El erotismo nuestro de cada día", por ejemplo), no dejan de aportar ideas interesantes. Hay algo que se termina subrayando en cada charla, que queda flotando como una preocupación incierta luego de cada debate, y es la manera en que la literatura está mutando hacia horizontes imprevisibles gracias a internet y el auge de las redes sociales.

"Los humanos somos islas que formamos archipiélagos cuando nos comunicamos", dice Ana María Matute, y de eso se trata. El lema de esta segunda edición es "Sueños y delirios de la identidad", y a partir de esa consigna van diciendo lo suyo figuras como el nicaragüense Ernesto Cardenal, el boliviano Edmundo Paz Soldán, el brasileño Joao Paulo Cuenca, el chileno Carlos Franz, el colombiano Santiago Gamboa, los cubanos Karla Suárez y Ronaldo Menéndez, el español José Angel Mañas, el dominicano Junot Díaz, el guatemalteco Eduardo Halfón, los mexicanos Jorge Volpi y Guadalupe Nettel, los peruanos Santiago Roncagliolo, Iván Thays y Fernando Iwasaki, además de una mayoría de autores locales y otros llegados desde literaturas exóticas (al menos para nosotros) como Angola, Líbano, Martinica y Guinea Ecuatorial. Saber de qué hablan y qué escriben unos y otros, qué palabras sobran y cuáles faltan, es la huella que dejará el Festival.

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