21.7.11

¿Qué leía Julio?

Jesús Marchamalo indaga en la biblioteca de Julio Cortázar

Los libros de Cortázar lector: una arqueología.foto.fuente:elmundo.es

De dónde salen algunas personas, de qué lecturas. Tymothy W. Ryback se preguntó hace no mucho a partir de qué lecturas salió el cacao mental de Adolf Hitler en 'Los libros del gran dictador'. Las bibliotecas de Spinoza y Kant han sido pormenorizadamente tasadas en estudios. Reciente es también la edición 'John Stuart Mill, lector de Tocqueville', de Fernando Múgica. El origen de ideólogos, genios, monstruos y bichos raros culturales es siempre rastreado en sus bibliotecas. ¿Dónde se produjo el salto mental más allá de la línea recta de la influencia, desde dónde y hasta dónde? Muchos o pocos libros, las ediciones, el trato o maltrato, las anotaciones... Jesús Marchamalo presenta el bibliofílico 'Cortázar y los libros' (Fórcola). ¿De qué chistera sacó Cortázar tanto hallazgo, tantos cronopios, famas, infiernos y rayuelas? De su propia chistera, pero ayudado.

"Decía Margerite Yourcenar que la mejor manera de conocer a una persona es ver su biblioteca, y creo que es cierto. Las bibliotecas, sobre todo las de los escritores, aportan muchos datos sobre sus propietarios. Hablan de sus intereses, de sus caprichos, de los temas que los interesaron, de sus autores favoritos...", cuenta a ELMUNDO.es Marchamalo. Su libro es lúdico. No es un técnico inventario. Está lleno de fotos, de detalles y de cachivaches. Es un libro muy simpático.

Algunas anotaciones de Cortázar: "Oh, oh (rubor)": a un elogio a su obra que lee. En 'Paradiso', de Lezama Lima, un personaje pasa de llamarse Olalla a Olaya. Después, Lezama pone "Olalla". Cortázar anota: "Back to Olalla". Una dedicatoria de la surrealista Alejandra Pizarnik: "Besos infinitos a mis amiguitos Julio y Aurora". Sus tres mujeres pasan por dedicatorias, países. Y muchos amigos excelsos: Neruda y García Márquez, Lezama Lima, Carlos Fuentes. Libros anglosajones, nada de Baroja, Chejov en italiano. "Sin marcas ni señales de lectura", escribe Marchamalo, minucioso. Un repaso vital: de lo pequeño de las marcas de unas manos a la cronología de una vida. De principio a fin, en los libros acumulados (y algunos perdidos).

"Nunca me planteé hacer una biografía o un estudio crítico de su obra", explica el autor. "Hay magníficos estudios biográficos y críticos, y en ese campo no creo que pudiera aportar mucho. Mi libro intenta acercarse al Cortázar lector a través del rastro que dejó en los libros que fue leyendo. Se trata de mostrar un Cortázar inédito, distinto, de algún modo recreado o fabulado a través de sus libros. Yo creo que ahí radica el interés de este 'Cortázar y los libros'". ¿Y por qué Cortázar?

"Desde luego, se podía haber hecho de cualquier otro escritor, aunque en el caso de Cortázar concurren una serie de características que convierten su biblioteca en excepcional. Por ejemplo, su manía a la hora de corregir erratas, anotar en los márgenes, subrayar, o dirigirse, con apostillas de todo tipo, al autor, permite que, a través de sus libros, se trasluzcan muchos rasgos de su personalidad y sus opiniones. Y en lo que tiene que ver conmigo, Cortázar es uno de los grandes. Todavía conservo la fascinación de sus lecturas, de adolescente; el deslumbramiento de sus cuentos e historias. Así que el proyecto nació apenas me enteré de que sus libros estaban en la Fundación Juan March, en Madrid, y que podían consultarse".

El gran tesoro de azares de una gran biblioteca de adquisiciones en varios países. Marchamalo parece uno de los detectives de libros de Ray Bradbury de 'Farenheit 451'. Investigación con lupa. Este libro está leído, este otro no, este otro subrayado, comentado... "Desde luego, nadie lee todos los libros que tiene. Decía Umberto Eco que hay libros que hay que leer y hay libros que hay que tener". Comenta Marchamalo: "Cortázar no fue un coleccionista. Muchos de los libros que tiene son ediciones baratas, de bolsillo. Su biblioteca es la de un lector, un lector voraz, además. Y es cierto que cada biblioteca tiene una parte que falta, toda esa parte de libros que pierdes, que dejas olvidados en los hoteles, que se extravían en viajes, en mudanzas y traslados, que prestas... Pero también hay libros que te acompañan toda la vida. Cortázar tenía entre sus libros ejemplares que leyó de joven en la Universidad, en la Argentina, y que conservó con él hasta su muerte".

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