22.10.11

Medio siglo de lupa sobre el español

El Diccionario de dudas y dificultades, de Manuel Seco, actualizado 50 años después de su aparición, reprueba algunas normas ortográficas de la RAE
Ilustración de Sciammarella.foto:Gorka Lejarcegi
El académico y lexicógrafo Manuel Seco, en la sede de la editorial Espasa en Madrid. foto.fuente:elpais.com


-Y cuidado con los puntos y las comas.

Al despedirse, Manuel Seco Reymundo (Madrid, 1928) desmonta en pocos minutos un viejo prejuicio: la erudición y el envaramiento son indisolubles. Podría afirmarse sin exagerar que este señor bienhumorado es de los pocos lingüistas que ha tocado la cima. ¿Acaso hay mayor gloria para un lexicógrafo que dar nombre a un diccionario? Puede: dar nombre a dos.

"En realidad tengo dos hijos. A uno le llaman el Seco. Y al otro, el Diccionario del español actual, también. Les quiero a los dos".

La entrevista es para hablar de la actualización del primero: el Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española que, desde su publicación, hace cincuenta años, no ha cesado de reeditarse y reimprimirse. Ni el autor ni su actual editorial, Espasa, se atreven a calcular cuántos ejemplares se han vendido de esa obra que aspira a resolver cuestiones esenciales del español (en su versión europea), aunque nadie duda de que viene de un periodo de gloria: en estos cincuenta años se universalizó la enseñanza, demandante voraz de manuales semejantes. Un tiempo lo bastante largo como para dejar huellas: "Medio siglo se nota en la vida de la lengua y en una persona. Como observador he notado cambios reales, que me han conducido a algunas supresiones de artículos o a dar soluciones más ambiguas que al principio".

A los 50 años, el Seco se ha actualizado en un Nuevo Diccionario de dudas y dificultades del idioma español, que ahora publica Espasa. Se ha aligerado en algunos aspectos, aunque aclara su autor que la lengua se resiste a la crónica forense. "Es dificilísimo certificar la muerte de una palabra. Cuando creemos que ha muerto, de pronto aparece en un periódico o una novela. Yeyé fue una palabra que hizo furor unos años, y ahora alguien de 20 años no sabría qué significa. La circulación de palabras que decaen con el paso de los años se da mucho más en la lengua hablada que en la escrita".

Alguien de 20 años no sabrá qué significa yeyé, pero seguro que escribe en su móvil a la velocidad de la luz mensajes de palabras tan adelgazadas de letras que parecen lenguajes nuevos. "El sms es un sistema taquigráfico, no tiene otro valor. Todos hemos usado nuestros sistemas taquigráficos para tomar apuntes en la universidad y luego hemos vuelto al lenguaje en una situación normal. Lo malo es si los chicos que usan sms son incapaces de escribir frases enteras. Un escritor de primera fila puede usar sms, pero fuera del móvil cambia de traje". El académico tiene móvil, pero no cultiva los sms. Y en los correos electrónicos se esmera en evitar errores ortográficos que le colocarían en un delicado lugar. "Nunca sabes quién puede leer los correos".

Mayor amenaza que en los sms percibe en una enseñanza fallida, en periódicos, que por deformación profesional el lingüista lee con la ceja alta del examinador, y en los libros mal traducidos. Recuerda Seco que de Rafael Cansinos Assens, que tradujo a Tolstoi y Dostoievski, entre una larga colección de valiosos escritores, "se decía que mejoraba el original". Ahora proliferan ejemplos de lo contrario. Seco ajusta cuentas con un reciente best-seller de John Boyne mal titulado: El niño con el pijama de rayas. "El título debería haber sido El niño del pijama a rayas. Es grave que ocurra en el título aunque no he leído la novela, quizá me atreva ahora para analizar si hay más errores, aunque no pasa nada, la gente sigue respirando y alimentándose...".

La ortografía, dirá más adelante con ironía y tal vez resignación, "es una cosa personal". "Si uno quiere saltársela, se la salta", bromea. En realidad, el lexicógrafo cree que la ortografía es el único terreno donde está justificado ser hiperconservador, una afirmación que toma prestada del académico Pedro Álvarez de Miranda. "Las lenguas cultas como el inglés, el francés y el alemán son conservadoras. Las primeras no han hecho ninguna reforma a pesar de sus grafías descabelladas".

Seco, académico desde 1980 (sillón A), ha sido crítico con las revisiones elaboradas por la casa. La nueva Ortografía de la lengua española de la Real Academia Española (RAE) se presentó en 2010 y sustituyó la que estaba vigente desde 1999. "No me parece aceptable publicar una ortografía a los diez años de la anterior. Solo añadía algunas ideas geniales y confirmaba la anterior". En su nuevo Diccionario, el lingüista ajusta cuentas y no duda en reprochar a la RAE que "siembre la confusión" con la supresión de tildes en palabras como guion, hui o fie con el argumento de que son monosílabos. Y, citando a Larra, escribe que el Diccionario de la RAE "tiene la misma autoridad que todo el que tiene razón, cuando él la tiene". "En algunos aspectos la Academia se toma una libertad discutible y discutida. Las normas se introdujeron sin consultar a los académicos, lo hizo una comisión. Aunque luego lo tenemos que suscribir todos, yo soy inocente". Y desliza finalmente, sin que una acierte a dilucidar si bromea o expresa pesar:

-Tendría que haber llevado a la Academia a los tribunales.

Dudas comunes

- Santa Teresa y loísmos históricos. Un error clásico enraizado en el pasado es la confusión en la elección del complemento indirecto, que sigue dando quebraderos. Hay ejemplos en el Poema del Cid y en Teresa de Jesús.

- Vuelta a los topónimos españoles. El lexicógrafo defiende que la validez de las denominaciones en español subsiste incluso en los casos en los que oficialmente el Estado haya fijado una forma en otra lengua cooficial. O sea: vuelta a Lérida, Orense, Rías Bajas, Gerona....

- Guion, fie, hui. "La Academia está errada cuando afirma que a efectos ortográficos son monosílabos las palabras en las que se considera que no existe hiato -aunque la pronunciación así parezca indicarlo- sino diptongo o triptongo (..) Suprimir arbitrariamente la tilde que por tradición llevan estas palabras induce a una errónea lectura como monosílabos que deforma su real estructura bisilábica".

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