23.11.11

Burgos: "Un retroceso doloroso a mi adolescencia"

Hoy tenemos a Andrés Burgos, de Colombia
Andrés Burgos, escritor colombiano, autor de Manual de pelea. 25 secretos mejor guardados de Latinoamérica. FILG 2011. Guadalajara. México. foto: fuente:BBC Mundo

El próximo sábado arranca en México la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la mayor cita literaria de la región

Con motivo de su vigesimoquinto aniversario, la feria seleccionó a 25 jóvenes promesas de las letras latinoamericanas. BBC Mundo les propuso reflexionar sobre la literatura y la violencia en el continente.

A lo largo de la semana les ofreceremos textos inéditos de seis autores sobre las pandillas en las calles de Caracas, la relación entre las balas y las letras o el dolor del narco en Colombia y México...

Hoy tenemos a Andrés Burgos, de Colombia.

Cada vez que escucho o leo una noticia que aborda la violencia del narco en México tengo un retroceso doloroso a mi adolescencia.

Crecí en Medellín, Colombia, en los años 80, durante el imperio del terror que instauró Pablo Escobar. Lo que está sucediendo en varios estados mexicanos me despierta una profunda empatía hacia quienes están sitiados por un espectro que a menudo identifico como una repetición no solicitada de una película despreciable.

Puedo intuir en la distancia cómo el entorno les roba a muchos jóvenes la desprevención inocente que les corresponde a sus años, lo cual en muchos sentidos equivale a robarles trozos enteros de la vida misma.

Los imagino desarrollando talentos aberrantes de supervivencia, como el que me enseñó en ese entonces a distinguir a oído los matices de diversas detonaciones en medio de la noche, una habilidad que aún conservo, que no hizo para nada mejor mi existencia y que con gusto habría cambiado por recuerdos más cercanos al lugar común.

Pero en medio del estupor y la impotencia compartidos, me aferro a la esperanza de que el pálpito vital se les presente como lo hizo conmigo: aferrándose al goce ante lo ineludible y llenando de intensidad alegre cada uno de los instantes cotidianos, incluso los más prosaicos.

Quiero reconocer en ellos también la sonrisa conspirativa de quienes exprimimos cada instante presente porque sabemos que la vida, por razones ajenas a nuestra voluntad, no se puede aplazar para mañana.

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