22.11.11

Retratos autobiográficos y emociones literarias

16 autores latinoamericanos, poco conocidos a nivel internacional, que cuentan sus inicios en la literatura, dan algunas de las claves de su escritura y explican la esencia de sus libros
foto:archivo.fuente:elpais.com

Yolanda Arroyo Pizarro

Puerto Rico (Guaynabo, 1970)

Menstruo cabalgada en un asteroide próximo a chocar con el planeta, cansada de injusticias, de exclusiones, harta de las diferencias -todas ellas inventadas-. Por eso escribo. Susurro la palabra desosirio en la boca de El Principito. Un susurro-denuncia, como un grito que intenta convencer a otros que mi enamoramiento por las letras viene por la vena de un diseño cuántico ancestral (muy mío), en donde los paralelos, los agujeros negros y las supernovas me dan el perfecto derecho de besar la boca de hombres y mujeres, parir criaturas con vulva desde mi vulva, y tararear a Calle 13: "Sentir encima de mis muslos, el clima de tus nalgas frías". Me apasiona la novela, copulo con el cuento, al final soy infiel a todos con la poesía. Este es mi activismo.

Caparazones (Egales). Avalancha (Boreales PR). narrativadeyolanda.blogspot.com.

Luis Alberto Bravo

Ecuador (Milagro, 1979)

Antropología Pop. Presenta: Te espero en Montauk. Actuaciones: LasArdillasdelOrdenEnano, Utolands. Dirigido por: Luis Alberto Bravo. Música: LaNiñaPunk. -¿Aún pintas? -No -¿País? -Ecuador -¿Intereses? -Pop, no lo sé, ciencia-ficción, Michel Gondry, Italo Calvino... -¿Edad? -Me gusta el mes en el que nací. 1979, pero me gustaría decir que nací el día en que murió Jim Morrison. -¿Qué piensas de...? -Sí -¿... la literatura en español? -Ok. Me pondré el chip de serio: ocupa un significativo lugar dentro de la literatura universal, bla, bla... Y especialmente la latinoamericana es constante potencia de renovación y oferta, gracias a su mestizaje y su capacidad de asimilación de otras literaturas, bla, bla, bla. Ahora, te haré una pregunta. -Ok -¿Has visto Eternal Sunshine...? -No -¡Te espero en Montauk!

Cuentos para hacer dormir a una niña punk (Arlequín). Las ardillas del Orden Enano (El Quirófano).

Pablo Casacuberta

Uruguay (Montevideo, 1969)

Fui criado bajo la premisa de que el conocimiento es fragmentario, elusivo, parcial, pero también posible. Mis padres, ambos científicos, me acostumbraron a considerarme un ser vivo rodeado de muchos otros seres vivos, cada uno siendo lo que es en virtud de unos procesos materiales. Se me enseñó a observar el mundo y a prestarle atención a lo que cada pequeño hecho físico nos dice al oído. Hay una historia que narramos mediante el simple acto de mirar lo que vemos, de elegirle un orden y de ponerle nombre. Pero no se construye verdadero sentido sin darle a esa búsqueda una dimensión amorosa. Del mismo modo que amar a una persona supone desear profundamente conocerla, amar el hecho de estar vivo implica intentar comprender por qué.

Aquí y ahora (Era / Trilce), Escipión (451 Editores). www.pablocasacuberta.com.

Fabián Casas

Argentina (Buenos Aires, 1965)

Soy más lector que escritor, me gusta leer esos textos que crecen al tuntún, como las matas de pasto en los intersticios de las paredes viejas. Durante treinta años escribí sin que nadie reparara en mí, eso fue salvador, me permitió estudiar los grandes poemas, releer mis propios versos. Ahora escribo poco, sólo cuando escucho la musiquita en el oído. Los demás días practico karate, una disciplina que te permite mantener el equilibrio. Para mí la literatura es algo colectivo, no individual. Me inspira tanto Bob Dylan o Joan Manuel Serrat como la genial Holanda de Rinus Michel y Johan Cruyff.

Los lemmings y otros (Alpha Decay). Breves apuntes de autoayuda (Santiago Arcos). Horla city y otros: toda la poesía 1990-2010 (Emecé). El bosque pulenta (Cartonera). fabiancasas.tripod.com.

Ena Lucía Portela

Cuba (La Habana, 1972)

Los datos acerca de mis libros, premios, traducciones, etcétera, se encuentran dispersos en Internet. Pero lo más interesante, para mí, no es lo publicado, si no el work in progress: La última pasajera, novela en la que he invertido varios años -y sigo-, escribiendo en circunstancias particularmente difíciles acá en Cuba. Me motiva lo oscuro de nuestra condición humana pero también lo ridículo. Quiero estremecer, pero también divertir. Me importa muchísimo, como escritora y como ciudadana, el desvalimiento del individuo bajo un régimen totalitario donde la libre expresión está criminalizada. Soy una criminal. Encima, leo con avidez a otros que antaño fueron criminales allá en Europa del Este. Y en noches angustiosas invoco al fantasma de Bulgakov y a sus diablejos.

Djiuna y Daniel (Mondadori). El niño pez (Caballo de Troya). La sombra del caminante (Kailas). El viejo, el asesino, yo y otros cuentos (Stockcero).

Pilar Quintana

Colombia (Cali, 1972)

Lo primero que hice, cuando aprendí a juntar sílabas, fue escribir un poema. Era malísimo. Un payaso con la cara pintada de risa que lloraba por dentro. Lo impresionante es que 30 años después sigo escribiendo de lo mismo. Las máscaras que nos ponemos. La Flaca de Coleccionistas de polvos raros se pone tetas y un nombre nuevo para no parecer de abajo. Mis personajes son simuladores. Se niegan a ser lo que les tocó en la vida y escapan. La de Coquillas en la lengua renuncia a todo lo conocido para irse. Lucía, en Conspiración iguana, encuentra más realidad en el mundo de sus sueños. Tal vez, en el fondo, todas sean esa niña que descubrió, tan pronto, para qué servían las palabras.

Coleccionistas de polvos raros (El Aleph, El Cobre, Norma). Conspiración iguana (Norma). Coquillas en la lengua (Planeta).

María Eugenia Ramos

Honduras (Tegucigalpa, 1959)

Soy escritora a retazos. Para escribir hay que concentrarse, y rara vez he podido hacerlo. Una maestra de la secundaria me dijo una vez, con mucha razón: "¡Es que usted nunca está en misa!". Y es que yo faltaba a clases porque estaba en el grupo de teatro, y después en la organización estudiantil. Eso fue en el noveno grado, cuando descubrí que la vida fuera del aula era mucho más interesante y dejé de ser aplicada. Por ello, aunque cursé estudios universitarios, aún no tengo grado académico. Eso no me ha impedido trabajar, casi siempre con lo que me gusta: libros y jóvenes. ¡Ah!, amo a los animales y soy alérgica a los políticos y a los quehaceres domésticos.

Una cierta nostalgia (Editorial Iberoamericana). Los contenidos informativos en la radio y la televisión de Honduras: una aproximación (Comité por la Libre Expresión).

Giovanna Rivero

Bolivia (Santa Cruz, 1972)

Mi historia comienza en 1970, con una canción de Spinetta. O quizás antes, el punto de partida siempre puede cambiar. Lo cierto es que en 1970 se conocen mis padres y ella abandona Filosofía y Letras y él la idea de vengar la muerte del Che. Y ese estigma, el de los proyectos juveniles renunciados, se me transfiere genéticamente en 1972 y mi cerebro no encuentra mejor manera de lidiar con el síntoma que hacer y comer literatura. En el principio fueron las historietas, D'Artagnan, Magnum 47, con sus detectives grandullones y cínicos. Marqué a fuego mi pubertad con los pockets prohibidos de mi abuelo: El último tango en París, Justine, la revista esotérica Duda. Hoy, completamente jugada, creo en la promiscuidad y la contaminación literarias.

Niñas y detectives (Bartleby). Tukzon, historias colaterales (La Hoguera).

Carlos Cortés

Costa Rica (San José, 1962)

CIENTO SESENTA Y DOS días antes de que naciera, y a la misma hora, fue asesinado mi padre. Mi literatura es una tentativa, frustrada, fallida de antemano y a la vez condenada a recomenzar de nuevo, por entender esta verdad inapelable e incomprensible. Saber lo que sucedió con mi padre, con mi madre y con los secretos de familia que se alojaron en las tres balas que atravesaron aquel rostro el 16 de abril de 1962. Desde que fui a la Biblioteca Nacional, de niño, y pedí los periódicos para enterarme de los hechos que mi madre no quiso confesar, tuve claro que no me libraría nunca de escribir los trazos de una larga telemaquia personal, como lo hice en mi novela Cruz de olvido (1999).

La gran novela perdida. Historia personal de la narrativa costarrisible (Uruk). La última aventura de Batman. Cruz de olvido (Veintisiete letras).

Jacinta Escudos

El Salvador (San Salvador, 1961)

ME GUSTAN las historias que pegan duro, que le muerden a uno el alma sin ser necesariamente violentas, historias que saben jugar con el lenguaje, las estructuras y la imaginación, que rompen las convenciones, que nos dicen algo de la realidad más íntima de las personas, esa realidad de la cual no hablamos porque no son noticia para nadie. Me gusta también la exploración de lo onírico, de lo misterioso, de la fantasía absoluta como un recurso para comprender esta dimensión de la realidad. Como escritora busco en la literatura comprender un poco la realidad, ponerla en orden, asimilarla de la mejor manera posible. Busco provocar algo de reflexión, crear sensaciones y emociones y, finalmente, contar una buena historia.

Crónicas para sentimentales (F&G). El Diablo sabe mi nombre (Uruk). jescudos.wordpress.com

Yuri Herrera

México (Actopan, 1970)

ME GUSTA Dashiell Hammett porque, como Flaubert pero sin miedo a ensuciarse, encuentra siempre la palabra exacta. Me gusta Boris Vian, que hace lo que se le pega la gana pero nunca deja al lector fuera del libro (experimenta, mas no enfundado en bata blanca). Me gusta Mercé Rodoreda porque sabe hablar de amor sin pena, y de dolor sin lástima. Me gustan los escritores medievales porque inventaban el piso sobre el que caminamos aunque no lo sabían: también inventaron abismos. Me gusta la poderosa lucidez de los Contemporáneos, me gustan Daniel Sada y Jesús Gardea por su capacidad para sacarle brillo a la lengua con instrumentos romos. Llevo más de diez años mudándome, pero siempre regreso a mi país, a mi lengua y a mis libros.

Trabajos del reino (Periférica). Señales que precederán al fin del mundo (Periférica).

Andrea Jeftanovic

Chile (Santiago de Chile)

VENGO DE UN PAÍS que ya no existe. Leer o escribir para saber si soy de aquí o de allá. Leer para ir en la dirección opuesta. Escribo leyendo en diagonal las noticias del periódico. Escribir para que en un punto mínimo mi biografía se cruce con la historia.

Atreverse a ser otro enunciado. La literatura es un trabajo de orfebrería donde las costuras siempre quedan a la vista. Leer es recorrer un hilo, escribir es devanarlo. En la memoria las cosas ocurren por segunda vez. En la lectura por tercera. Escribo ensayando una sintaxis emocional. Encumbro imágenes como cometas. El mundo tiene algo de campo minado. El lenguaje puede ser una violencia sensual. Pienso mis libros como artefactos explosivos. Me guardo las esquirlas en el bolsillo.

No aceptes caramelos de extraños (Uqbar). Geografía de la lengua (Uqbar). Escenario de guerra (Baladí. Alfaguara). andreajeftanovic.jimdo.com

Sylvia Sellers-García

Estados Unidos (Boston, 1975)

CUANDO ESTOY en Guatemala todosmeidentifican como gringa; cuando estoy en EE UU me vuelvo híbrida. Ser mitad gringa (por parte de padre) y mitad guatemalteca (por parte de madre) me recuerda continuamente lo que significa ser del margen y del centro: la satisfacción de ser tan visible; el pavoneo disminuido de ser siempre —pero invisiblemente— de la periferia. Intento escribir respetando la complejidad política de esta dualidad, y me inspiro en escrituras en inglés y de autores en cierta forma desplazados: Ishiguro inventando Japón; Sebald recordando Alemania. He llegado no sólo a aceptar la dualidad, sino a buscarla: soy mitad escritora de ficción, mitad historiadora. Ver cada mitad por fuera es una primera comprensión. O When the Ground Turns in Its Sleep (Riverhead).

At a Great Distance: Reading Documents from the Periphery of the Spanish Empire (ProQuest, UMI Dissertation Publishing). www. sellersgarcia.com.

Carlos Wynter Melo

Panamá (Ciudad de Panamá, 1971)

MANERAS de reconocerse (breve presentación). Aún en la escuela, Carlos Wynter intentó ser saxofonista y guitarrista de rock sin lograrlo. Además, jugó baloncesto en las ligas infantiles e intermedias pero no sobresalió nunca. Creía que si ganaba popularidad no sería visto como un fracasado. Hoy ha aprendido a fracasar. Su obra está colmada de personajes que desean reconocerse. Sus palabras se cepillan los dientes, se sientan en el inodoro, se cansan de ser palabras. Y sus palabras se cambian el rostro, pero siendo fieles a sí mismas. Carlos Wynter ha publicado ocho libros: El escapista, Invisible, Desnudo y Mis mensajes en botellas electrónicas, entre otros. Y ha sido traducido al alemán, inglés, húngaro y portugués, además de antologado y reconocido a nivel nacional e internacional. O Niño que tocó la luna. Mis mensajes en botellas electrónicas (Fuga). carloswynterdotcom.wordpress.com.

Carlos Yushimito

Perú (Lima, 1977)

CUANDO ESCRIBO, a mí me gusta levantarle la tela a las cosas, como si le abriera un párpado al que duerme. Pero la gente que no me conoce más que por mis libros dice que soy demasiado viejo o que les cuesta leerme.

Hace diez años que aparento 24 y en la vida real las personas pasan por mi izquierda y siempre encuentro formas de arrugarles el mal humor. Una vez metí un libro mío en un sobre y lo mandé por vía postal. Desde entonces hablo demasiado en público. De otro modo yo sería solo el lector de Felisberto, Faulkner y Vallejo, de David Lynch; y no escribiría más que para no estar solo, y publicaría endeudando a mis amigos. Ahora tengo dos libros que siguen creciendo lentos y me da un poco de pena verlos: es como si advirtiera a un par de caracoles que se arrastran con optimismo en una autopista. O Las islas (Sic). Lecciones para un niño que llega tarde (Duomo). www.carlosyushimito.com

Slavko Zupcic

Venezuela (Valencia, 1970)

JOVEN MEDRITOR admite que tiene presbicia. No soy un escritor. Lo fui alguna vez. Tampoco un médico. Lo fui también. Es complicado, lo sé, pero no soy un médico que escribe ni un escritor que cura. Lo mío es diferente, prometo. Soy un médico escritor, especialista en psiquiatría, medicina del trabajo, narrativa y la confección de textos de cinco patas que llamo cuartientos: un medritor, pues, no tan joven porque ya tengo presbicia, canas, lumbalgia crónica y arrugas. Eso significa que uso gafas y entiendo que toda circunstancia puede ser literaria o médica, según sea necesario. Conozco varios casos semejantes y no escribo sobre ellos en mi último libro, pero procuraré hacerlo en el próximo, si los niñitos y la vida hospitalaria lo permiten. Amén.

Tres novelas (El otro@el mismo). Médicos taxistas, escritores (Publiberia). cuartientos.blogspot.com.

2 comentarios:

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