29.2.12

¿El feminismo de Stieg Larsson tenía límites culturales?

Según el autor de la nota, Larsson olvida el maltrato a las mujeres no occidentales
Rooney Mara. La actriz encarnó a Salander y criticó a Larsson.foto.fuente:Revista Ñ

Cuando Rooney Mara, protagonista de La chica del dragón tatuado , insinuó que Lisbeth Salander no era feminista, la mujer de Stieg Larsson la hizo callar. "¿Acaso ella sabe en qué película ha estado?" preguntó Eva Gabrielsson, que compartió gran parte de la vida de Larsson, hasta que él murió, en 2004. "¿Acaso ha leído los libros? ¿Acaso ha estudiado su obra?", dijo.

Las preguntas eran retóricas. Para Gabrielsson, Mara era una superstar de Hollywood, ignorante como todas. Si se hubiera tomado el trabajo de comprender la novela antes de interpretar a su heroína, se habría dado cuenta de que "Salander representa una resistencia, una resistencia activa ante los mecanismos que hacen que las mujeres no avancen en este mundo, y –en el peor de los casos– sufran el abuso, como ella lo sufrió".

Yo no pretendo que las novelas sean tratados feministas. Como la mayoría de los thrillers, las novelas de Larsson se basan en argumentos que parecen cada vez más absurdos a medida que se leen. Tal vez Salander pueda haber sido víctima de violación, pero se convierte en una supermujer que enfrenta y golpea a los "Ángeles del Infierno" y vacía las cuentas bancarias de un plutócrata corrupto. Mikael Blomkvist, el periodista pobre y de mediana edad que ayuda a Salander, es un Don Juan políticamente correcto, tan carismático que ni siquiera necesita persuadir a una multitud de bellas mujeres para que compartan su cama.

A pesar de todo eso, el feminismo confiere un extraño poder a estas novelas. La persistencia del abuso de las mujeres perpetrado por los hombres, y la expectativa que ellos tienen de que todo podrá seguir igual explican los crímenes y también la decisión de los héroes de resolverlos. Hay algo estremecedor en la idea de que los thrillers de la última década, que son bestsellers, han sido escritos por un raro ejemplar de la modernidad: un hombre de extrema izquierda y feminista.

Pero Larsson no era un feminista, o al menos no era un feminista consecuente. Escribió con verdadera rabia sobre la opresión de las mujeres de piel blanca. Y cuando otros trataron de hacer lo mismo escribiendo sobre la opresión de las mujeres de piel oscura, él los tildó de racistas .

Larsson suspendió la escritura de la trilogía Millennium para intervenir en el debate sobre los asesinatos de dos mujeres kurdas en Suecia "por cuestiones de honor" (asesinatos cometidos por las familias de las víctimas, que consideran que ellas los han "deshonrado"). Lejos de dolerse por el sufrimiento de esas mujeres, Larsson y su coautor dijeron que quienes hacían campaña en defensa de los derechos de las mujeres en comunidades inmigrantes querían "presentar a todos los inmigrantes hombres como representantes de una actitud única y homogénea hacia las mujeres".

Si lo único que Larsson quería decir era que los derechos de las mujeres deben ser defendidos, independientemente del color o la religión, nadie hubiera podido contradecirlo . Pero él estuvo más cerca de afirmar lo opuesto. Creer que los sistemas legales occidentales, con todas sus fallas, son preferibles a los casamientos forzados, los tribunales religiosos, (donde el testimonio de una mujer vale la mitad que el de un hombre) y la muerte por lapidación de las mujeres adúlteras basta para ser considerado un "extremista de derecha". En una caída en la paranoia, Larsson acusó a quienes discrepaban con él de estar preparándose para desencadenar "fuerzas de operaciones especiales, dispuestas a iniciar la limpieza étnica." Lea usted la trilogía o vea la película y podrá rastrear las creencias de Larsson por sus errores de omisión. Incluyen todas las variedades de violencia masculina contra las mujeres, excepto la violencia inspirada por la misoginia religiosa y cultural . Larsson fue también un hombre valiente, que enfrentó las amenazas de los nazis escandinavos. El hecho de que de vez en cuando propagara ideas brutales en sus panfletos políticos no modifica sus antecedentes antifascistas ni invalida su obra literaria.

Lamentablemente, la idea de que el antirracismo exalta el feminismo está instalada en toda la clase media europea liberal y tiene un arraigo muy especial en la izquierda liberal británica. Sus partidarios no se dan cuenta de que están comportándose como los racistas a los que pretenden oponerse. El año pasado, miembros de la Organización Británica, Iraní y Kurda por los Derechos de la Mujer, que no está compuesta por los "extremistas de extrema derecha", dieron detalles de miles de amenazas, raptos, secuestros, ataques con ácido, golpizas, matrimonios forzosos, mutilaciones y asesinatos que los hombres han inflingido a las mujeres musulmanas y ex musulmanas. Si las víctimas hubieran sido blancas, la izquierda se hubiera enfurecido.

Cuando Rooney Mara dijo que ella no creía que la Salander de Larsson fuera feminista, advertí que no era una celebridad frívola.

Traducción: Ofelia Castillo.

The Guardian


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