24.3.12

'Gomorra'

Al leer Gomorra es imposible no pensar en la mafia colombiana
Portada Gomorra, de Roberto Saviano. foto.fuente:elespectador.com

Al leer Gomorra es imposible no pensar en la mafia colombiana. Ver una descripción global de la mafia napolitana le hace recordar a uno lo que sabe y ha visto de la mafia colombiana, lo motiva a compararlas y buscar cruces; uno piensa después si hay ejemplos parecidos en el mercado editorial colombiano y empieza a preguntarse.

Gomorra ha sido un éxito de ventas desde su publicación. Ya lo han traducido a 52 idiomas, vendió más de dos millones de copias en Italia y diez millones fuera de ella.

Editar y publicar Gomorra es un buen negocio por varias razones. Da una visión completa de los alcances de la mafia, es fácil de leer, está profusamente documentado y sabe mantener la atención. Se disfruta porque hay nombres propios, negocios y lugares explícitos que se van uniendo por las redes del negocio. El lector siente que sabe más de la mafia napolitana al terminar el libro.

Roberto Saviano sostiene una tesis interesante: la mafia existe y progresa gracias a la economía de mercado. Los negocios de la camorra no son guetos del capitalismo sino precisamente sus motores; la mafia no sólo repite los mecanismos de esta economía sino que se aprovecha de ellos.

Leyendo conocemos los recovecos del negocio: qué y cómo se produce, por cuántas manos pasa, cuánta plata se mueve y quién recibe cuánto; conocemos a los trabajadores de cada ramo, cómo viven y se comportan. Ahí están los sicarios que oyen música romanticona, los mensajeros que sueñan con tumbas imponentes y los corredores de bolsa que comercian con residuos tóxicos. La camorra controla negocios asociados a varias mafias, como el narcotráfico y el contrabando de armas, pero también la construcción, las basuras, las maquilas que explotan indocumentados y algunos talleres de alta costura. Sobra decir que tiene mucho poder en la política, la justicia y el control territorial.

Abundan los paralelos entre la mafia napolitana y la colombiana: la influencia de los medios de comunicación y las películas; sus hábitos de consumo y sus comportamientos; su forma de matar y lo que allí comunican; su poder en la economía formal; sus ajustes de cuentas, sus leyes internas y sus tentáculos.

Es inevitable comparar porque uno como colombiano, queriéndolo o no, ha oído mucho sobre la mafia colombiana. Uno cree que no hace falta ser investigador para pontificar y opinar. Pero eso es lo que uno cree. O lo que yo creo. Yo ignoro mucho sobre la mafia colombiana; si me piden que describa su injerencia sólo se me ocurren generalizaciones. No estoy bien documentado. Seguramente un estudiante de ciencia política o un periodista sabe qué leer o dónde buscar; pero no un ciudadano de a pie como yo.

Y no sé dónde buscar porque no conozco libros como Gomorra sobre Colombia; no conozco libros generalizadores que se dejen leer fácil y se vendan en cada esquina.

Nuestra ficción sí explora las repercusiones del narcotráfico. No está obligada, en lo más mínimo, pero a muchos les interesa saber o tocar el tema. Los libros venden bien y los programas de televisión tienen buen rating; es un buen negocio y hay público.

Ahora bien, si el tema nos interesa tanto en la ficción, ¿por qué no hay un libro como Gomorra en Colombia? Me refiero a un libro, como ya dije, que dé una versión global de los alcances de la mafia, con nombres propios y números y negocios; un libro para el gran público, que presente y explique. O mejor dicho: ¿por qué no conozco tal libro?

Gomorra vende bien. Pensando como vendedor, un libro que haga lo mismo con Colombia sería muy rentable; la editorial puede aprovechar la fama de Colombia y venderlo bien por fuera. ¿A quién no le gustaría un libro totalizador sobre la presencia del narcotráfico colombiano en política, justicia, negocios, crimen, arte, medios, vida cotidiana y conflicto? Sería un éxito de ventas posiblemente superior a los libros de secuestrados, las biografías de mafiosos o las memorias de los entregados. ¡Imagínese! Se piratearía más que la frutoterapia y estaría en cada semáforo.

Y repito: ¿por qué no conozco un libro parecido?, ¿por qué no he visto ese bestseller en una librería de centro comercial? He ponderado varias respuestas y prefiero pensar que no lo he visto por simple ignorancia. Las demás respuestas son perturbadoras: de pronto nadie lo ha querido escribir; o de pronto alguien sí quiso, pero no pudo o no lo dejaron; o de pronto sí lo alcanzó a escribir, pero no se lo editaron; o de pronto sí se lo editaron, pero no lo dejaron distribuir o lo destruyeron; o de pronto sí lo distribuyeron, pero sólo unos pocos se enteraron; o de pronto sí lo editaron con actitud de bestseller, pero ninguna librería lo quiso vender; o de pronto sí llegó a las librerías, pero nadie lo quiso comprar ni leer; o de pronto sí lo leímos y preferimos olvidarlo.

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