29.5.12

Lejos del corazón salvaje

 Sólo para mujeres reúne las columnas escritas con seudónimo por Clarice Lispector para periódicos de Río de Janeiro

Clarice Lispector tenía una visión de lo cotidiano, más allá de lo denominado femenino y que apunta más al universalismo del ser humano. foto.fuente: Revista Ñ


En 1959 Clarice Lispector se separó de su marido, el diplomático Maury Gurguel Valente, con quien había vivido en el exterior durante casi dieciséis años. Regresó a Brasil con sus dos hijos: no tenía casa ni trabajo. Como le resultaba imposible vivir de la literatura, se dedicó a buscar colaboraciones en los periódicos de Río de Janeiro. Consiguió una columna en el Correo da Manha, “Correo femenino-Diario de utilidades”, que firmaba como Helen Palmer, y otra en el Diário da Noite, “Sólo para mujeres”, que firmaba como la famosa actriz y modelo Ilka Soares. Ya había tenido una experiencia similar en Comício, en 1952. Publicó la primera entre 1959 y 1961, y la segunda desde 1960 a 1961. Ambas columnas apuntaban al público que hoy en día siguen imaginando las revistas femeninas: mujeres cuya preocupación principal oscila entre la cosmética, la moda y el hogar. Según cuenta Nádia Battela Gotlib en Clarice. Una vida que se cuenta , es probable que durante este periodo Lispector haya también escrito para el departamento de publicidad de Pond’s. Lejos (lejísimo) de las discusiones que se han dado a lo largo del siglo XX en torno a lo femenino y el feminismo, la editorial Siruela reunió estos textos y los publicó en un volumen con el título Sólo para mujeres . Primer problema: este libro no es un libro, a pesar de su bella encuadernación y su papel suntuoso. Segundo problema: este libro no lo escribió Clarice Lispector.
Hay una razón por la cual Lispector publicó estas columnas bajo seudónimo, más allá de los pedidos específicos de sus editores de turno y del márketing: la voz (si es que podemos llamarla voz) que aparece allí no es la suya. Los temas que se tocan en estos textos no son los de la escritora, que más tarde se probó como una cronista excepcional y sensible, cuando publicó sus columnas semanales en el Jornal do Brasil, ahora sí firmadas con su nombre verdadero. En Sólo para mujeres hay recetas de cocina y de cuidado personal, soluciones a problemas domésticos, consejos sentimentales, apreciaciones machistas por doquier: “La mujer casada prefiere quedarse en casa, cuidando del hogar y de los suyos”. Algunos de los títulos son “Para que lo lea tu marido”, “Mascarilla de tomate”, “Transpiración en los pies”, “La necesidad de dieta”: es como si los hubiese escrito la Betty Draper de las primeras temporadas de Mad Men . Lispector hace su trabajo y cumple amoldándose a un discurso sobre lo femenino que ella no comparte. No hay nada de lo anómalo que suelen tener los cuentos y las novelas –incluso las crónicas– de una las voces más interesantes de la literatura brasileña.
Al tedioso conjunto de columnas (leer una es leer todas) lo acompaña un irritante epílogo a cargo de Aparecida Maria Nunes, que intenta sacar agua de donde no la hay. Los esfuerzos de Nunes por demostrar que hay elementos literarios en estos textos son enormes, pero infructuosos, porque no convencen a nadie. Dice que Lispector intentó “iniciar a sus lectoras en la esfera embriagadora de lo cotidiano”, como si tal cosa existiera. En realidad, Lispector había vivido muchos años en Estados Unidos y conocía al dedillo la retórica de revistas como Vogue.
En la contratapa leemos que “la escritora nos muestra que, a pesar de las conquistas actuales de la mujer, la esencia femenina permanece siempre igual”. Mejor dicho: a las mujeres de hoy y de siempre, por naturaleza, sólo les interesa ser coquetas, vestirse bien y que sus maridos estén contentos. El segundo sexo de Simone de Beauvoir se publicó en 1949. ¿Es posible que los editores de Sólo para mujeres se hayan perdido esta novedad?

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