20.6.12

Hannah y sus "empleadas"

Henning Mankell reconstruye la historia de una mujer sueca que abre un prostíbulo en Mozambique

Henning Mankell es reconocido por la serie de sus novelas negras con el inspector Kurt Wallander. foto. fuente: Revista Ñ
 
Las novelas que Henning Mankell escribe sobre Africa, donde vive parte del año, están teñidas de su conciencia sobre la forma en que los europeos convirtieron ese continente en un lugar de pillaje y explotación, del que se sacaron desde minerales hasta personas esclavizadas.

Por lo tanto, Un ángel impuro es una novela cercana a la historia. Como él mismo dice, todo lo que escribe está “enraizado en algún suceso real”. En este caso, la “semilla”, como él la llama, es el caso de una mujer sueca, que fue propietaria de un prostíbulo de Mozambique a fines del siglo XIX y después desapareció sin dejar huellas. Con estos pocos datos, Mankell construye un relato apasionante sobre una mujer blanca en Africa y lo hace girar no sobre su viaje geográfico sino sobre su recorrido mental, en el que empieza por copiar el desprecio de otros a los negros y termina luchando contra la injusticia racial.

Hay relaciones profundas y secretas entre la protagonista, Hannah, y las prostitutas negras: más allá de la raza, todas viven sin raíces, después de que el hambre y la injusticia las arrancaran de sus países, sus afectos, sus deseos. Pero, en Africa, donde la raza las separa, Hannah y sus “empleadas” van a tener que recorrer un enorme camino para reconocer ese paralelo y apoyarse unas en las otras.

Mientras cuenta ese camino, Mankell explora temas esenciales para Africa. Entre otros, el del racismo constante y antiguo, que roza incluso el deseo de perros blancos para atacar a los negros; el del miedo constante de los blancos que sienten que están siempre “en territorio enemigo”; el del abismo entre la gran riqueza de los blancos y la pobreza de los negros; el del abismo entre las culturas europeas y las negras, que tienen otra conexión con la Tierra y con lo mágico.

Signos y símbolos

La novela está construida alrededor de algunos símbolos centrales. El chimpancé de Hannah, por ejemplo, repite en tono paródico el rol secundario y oprimido de los negros en la sociedad y no es de poca importancia que, cada tanto, el mono se rebele y desaparezca por un tiempo. El piano del prostíbulo, que un personaje afina todos los días y nadie toca adquiere un sentido profundo cuando, después de que Hannah toma conciencia y actúa en favor de una negra en la cárcel, suena por primera vez con una canción bellísima. Solamente la conciencia y la acción pueden producir arte, belleza. El cementerio secreto que descubre Hannah en su patio, lleno de cadáveres de bebés, es una de las tantas marcas de la crueldad de la colonización y de la situación terrible de las mujeres. Y además está la magia, tan lejos de la conciencia europea. En Un ángel impuro, la magia de la cultura negra fracasa la primera vez, aplastada por las instituciones blancas de la represión, como la cárcel. La segunda vez, la novela se termina sin que los lectores sepan si funciona o no pero no hay duda de que el personaje de Hannah está mucho más preparada para creer en ella y de que la magia puede abrirle la puerta hacia un amor interracial que la sociedad africana no acepta.

Es interesante que Henning Mankell haya decidido contar la historia de Hannah solamente en el período que apoyan los documentos históricos, el período de su vida en la ciudad que entonces se llamaba Lourenco Marques. Lo que le pasó antes se describe como recuerdo; lo que pasa después es un signo de pregunta. Así, el autor sueco reafirma su respeto por la historia y su deseo de escribir alrededor de “lo poco que sabemos acerca de lo mucho que ignoramos”.

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