19.9.12

Salman Rushdie transmutado

Un avance en primicia el primer capítulo de las esperadas memorias de Salman Rushdie: Joseph Anton. Memorias del tiempo de la fatua 

Portada que hoy invade las librearías del mundo. fotos. fuente:elpais.com

A Salman Rushdie no le atrajo nunca la idea de ser un cautivo. Pero lo fue. De una manera extraña. Víctima de un odio furibundo a causa de una condena poco acorde con los tiempos pero que se repite y se repite en los últimos tiempos. De Rushdie a Theo Van Gogh, el cineasta asesinado por la ira de un devoto de Mahoma y ahora a La inocencia de los musulmanes, la mecha que ha prendido una película a todas luces absurda, la batalla contra la intolerancia cobró un día sentido en un hombre que tras escribir su novela Versos satánicos se vio obligado a vivir escondido. Debía burlar, saltando de casa en casa, la fatua lanzada por Jomeini en 1989, en la que se instaba a cualquier musulmán a matarlo si se lo encontraba a su paso. Aunque el gobierno de Irán ya no lo persigue, fanáticos islamistas lo buscan aún.
La memoria de aquel tiempo y más, la íntima, la vital, la feliz y la traumática, queda contada por el escritor nacido en Bombay hace 65 años en Joseph Anton. Memorias del tiempo de la fatua (Mondadori), que sale hoy a la venta en todo el mundo. 
Portada de la versión original. foto.fuente:elpais.com

Tuvo sus ventajas aquella experiencia. Entre la depresión y la introspección, entre el temor y el convencimiento de que emprendía una batalla necesaria, Rushdie se convirtió en un símbolo y un enigma. En el hombre mejor protegido –junto a la reina y el primer ministro- del Reino Unido y también en una piedra en el zapato para los gobiernos occidentales que se movían entre la tibieza y la espera a ver qué hacían otros para actuar.
En medio de todo, Rushdie quiso ser Conrad y Chéjov. Por eso eligió los nombres de pila de ambos para el pseudónimo que le pidieron utilizar en clave. Unas memorias esperadas y que se han guardado con todo secreto hasta hoy, la fecha de su lanzamiento internacional.
En el libro, Rushdie también habla de su infancia y su traslado a un colegio de Inglaterra; de sus años universitarios en Cambridge; de las tensas relaciones con su padre alcohólico; de los problemas vividos a través de sus cuatro divorcios, de la relación con su primogénito cuando se le dictó la fatua y de la permanente sensación de extranjero en que vive.
PUEDES LEER AQUÍ EL PRIMER CAPÍTULO DE JOSEPH ANTON: Un contrato fáustico a la inversa.
Las memorias empiezan así:
"Cuando era niño, su padre le contaba, a la hora de acostarse, los grandes y prodigiosos cuentos de Oriente; se los contaba y recontaba y recreaba y reinventaba a su manera: los relatos de Scherezade en Las mil y una noches, relatos contados contra la muerte que demostraban la capacidad de los relatos para civilizar e imponerse incluso a los tiranos más mortíferos; y las fábulas de animales del Panchatantra; y las maravillas que se vertían como una cascada del Kathasaritsagara, el «Océano de las Corrientes de Historias», el inmenso lago de historias creado en Cachemira, donde habían nacido sus antepasados, y los cuentos de poderosos héroes reunidos en el Hamzanama y las Aventuras de Hatim Tai (esto fue también una película, cuyos muchos aderezos respecto a los cuentos originales fueron añadidos y aumentados en aquellas renarraciones a la hora de acostarse). Crecer inmerso en estas narraciones fue aprender dos lecciones inolvidables: primero, que los relatos no eran verdad (no había genios «reales» en botellas ni alfombras voladoras ni lámparas maravillosas), pero, sin ser verdad, lo llevaban a sentir y conocer verdades que la verdad no podía revelarle..."

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