28.1.13

¿Por qué se rajan en lectura nuestros niños?

Expertos analizan las causas y dan consejos para enamorarlos de los libros

Niños comprenden mejor escritos literarios que informativos, según estudios./eltiempo.com

 

Los resultados del último Estudio Internacional de Competencia Lectora (Pirls, por su sigla en inglés), publicados esta semana, volvieron a arrojar un dato desalentador: 6 de cada 10 alumnos de primaria en Colombia tienen problemas para entender textos complejos; por esa razón, comprenden mejor escritos literarios que informativos y sus niveles de asimilación siguen siendo bajos.
Según los expertos, hay razones para preocuparse por esta persistente debilidad, toda vez que esta competencia es definitiva en su desempeño escolar y desarrollo personal. Ante semejante panorama vuelve a surgir la inquietud en torno a la forma como los niños entran hoy en contacto con la lectura.
Para empezar, cabe decir que ellos son lectores por naturaleza; por eso, es importante dejarlos jugar con las palabras. Cuando su creatividad fluye en una narración oral y luego se les permite plasmarla en el papel, aprenden que leer y escribir son actividades útiles y agradables.
Este paso, esencial en el proceso de aprendizaje, muchas veces se omite. A los pequeños se les escucha poco y rara vez tienen con quién compartir la representación que tienen sobre el mundo, lo cual es un problema, pues la oralidad y la lectura en voz alta hacen que el cerebro se acomode a la complejidad de un discurso.
Y es que, con cierta frecuencia, el concepto de lectura ha quedado relegado al reconocimiento de las letras del alfabeto. Para Neyith Ospina, directora de la licenciatura en Pedagogía Infantil de la Universidad Javeriana, “en ese afán de que los niños aprendan a leer y a escribir antes de los 6 años los docentes no se preocupan por la comprensión de lectura sino por la decodificación”.
A eso hay que sumar la entrada infeliz que muchos niños tienen en la lectura y la escritura, algo en lo que pecan padres y docentes. Fabio Jurado, coordinador de la línea de investigación en lenguajes y literaturas de la Maestría en Educación de la Universidad Nacional, señala que uno de los errores más frecuentes es la “inoficiosa” insistencia en enseñarles las partes de la oración sin contexto, muchas veces distanciadas del lenguaje que se usa en la casa, en la calle o en el colegio. Y lanza una sugerencia: “¿Qué tal si se les pide grabar la conversación entre un comprador y un vendedor en la plaza de mercado y luego analizar la gramática de ese lenguaje?”.
A juicio de Rosa Julia Guzmán, directora de la maestría en Pedagogía de la U. de la Sabana, también son errores el ejercicio repetitivo de las planas (que algunos papás usan como castigo) y confundir la comprensión de lectura con la memoria. “No podemos seguir trabajando la lectura para aprobar grados, sino para afrontar la vida y descubrir lo que somos”, agrega Jurado.
Crear el hábito
El lector se construye en un horizonte, en una perspectiva; no se puede leer por deber ni por obligación. Hay que leerles a los niños en voz alta, comentar la lectura y hacerles preguntas sobre ella. Este ejercicio de discusión afianza la comprensión. Puede ser un cuento, una fábula, una historia de ficción o un poema.
Eduardo Escallón, director del Centro de Español de la Universidad de los Andes, advierte que en este ejercicio de lectura acompañada los adultos deben llevar al niño a tomar conciencia de todos los elementos explícitos e implícitos que le dan sentido al texto: leer implica saber de qué habla el texto, confrontar lo que dice con conocimientos previos en el niño y contrastar esa información con otros textos.
Así las cosas, desarrollar la capacidad de análisis, reflexión y argumentación de los niños no es un problema que atañe solo a los docentes del área de lenguaje. Les compete a los padres de familia y a los maestros de las diferentes áreas del conocimiento; entender cada disciplina del saber implica entender los textos de esta disciplina. “La comprensión de lectura nos concierne a todos”, puntualiza Escallón.
El hábito empieza a cultivarse en casa
Permítales el contacto con los libros desde los primeros años. Léales en casa, en voz alta.
Llévelos a bibliotecas y déjelos elegir textos de su agrado.
Al leer, ayúdelos a identificar el planteamiento del autor, los argumentos que usa y las ideas principales. También, a jerarquizar, a organizar la información y a relacionar un párrafo con otro.
Cuando trabaje en comprensión de lectura, invítelo a que critique, proponga, opine y defienda sus ideas sobre lo que lee. Que llegue al texto con preguntas para así discutir el escrito con él.
Permítales relacionar el contenido del texto con lo que les pasa en la vida cotidiana.
El papel de los profesores
Los profesores también tienen una gran responsabilidad en el tema. “Es necesario que el Gobierno vincule los resultados de estas pruebas con la formación de los docentes”, sugiere Fabio Jurado, director de la maestría en Educación, de la Universidad Nacional.

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