8.5.13

Asa Larsson: la Biblia como fuente de inspiración

Enlaza el pasado con el presente a través de su personaje principal, la abogada Rebecka Martinsson, fiscal del distrito de Kiruna, la ciudad más septentrional de Suecia, cerca del Círculo Polar Ártico, donde Larsson nació en 1966

Asa Larsson en Barcelona en 2012./Massimiliano Minocri./elpais.com/elemental
 
La escritora sueca Asa Larsson abordó en su anterior novela (Cuando pase tu ira) la presunta neutralidad de su país durante la II Guerra Mundial; en Sacrificio a Mólek (Seix Barral y Columna en catalán) se remonta a principios del siglo XX y la I Guerra Mundial, y, como en la anterior, enlaza el pasado con el presente a través de su personaje principal, la abogada Rebecka Martinsson, fiscal del distrito de Kiruna, la ciudad más septentrional de Suecia, cerca del Círculo Polar Ártico, donde Larsson nació en 1966.
Ahora nos desvela en esta entrevista algunas de las claves de su obra.

Narra en esta novela el nacimiento de Kiruna cuando empezó a explotarse las minas de hierro, industria que aún se mantiene y del hombre que la construyó, Hjalmar Lundbohm. “Es un periodo muy interesante. Había esperanza de futuro, movimientos obreros y feministas, la gente dejó de emigrar a Estados Unidos, incluso la guerra, en la que Suecia se mantuvo neutral, no parecía algo tan espantoso. Esos anhelos de futuro y de la posibilidad de lograr un Estado de bienestar ocurrieron también en otros países, solo que yo lo he concentrado en una pequeña población. Lundbohm existió realmente. Me he inventado su amor con Elina, la maestra. En realidad ese amorío lo tuvo con una periodista”, explica la escritora.
La codicia como motor
Rebecka Martinsson ha conseguido dominar sus pesadillas. En la primera novela de Larsson, Aurora boreal, mata en defensa propia a dos pastores eclesiásticos. En la segunda, Sangre derramada, se siente responsable del suicidio de un hombre, e ingresa en un psiquiátrico. En Sacrificio a Mólek (traducción de Mayte Giménez y Pontus Sánchez), vive en la casa de su abuela en Kurravaara, no lejos de Kiruna, con su dos perros, la compañía de su octogenario vecino y la amistad de Krister Eriksson, un policía entrenador canino. Sol-Britt,una mujer que vive con su nieto, es asesinada con una horca para la paja. En la cabecera su cama aparece escrita la palabra PUTA. Rebecka averigua que el hijo de Sol murió atropellado y que al padre de la mujer se lo había comido un oso y que el nieto, Markus, también corre peligro. Demasiadas muertes accidentales en una familia, concluye. Pero es apartada del caso en beneficio de un colega fiscal resentido y desastroso, Carl Von Post, conocido como La Peste. “Me gusta odiarlo. Tener a un tipo tan deleznable en una novela es genial”, asegura la autora.
Enfurecida y decepcionada, Martinsson continúa investigando por su cuenta. Las muertes accidentales no eran tan accidentales y tienen su inicio en ese pasado. La codicia es uno de los motivos de tanta violencia. “Pero no solo la codicia que genera el dinero, sino como pecado humano. Por eso explotamos la naturaleza o por eso no juntamos con gente que creemos que nos conviene. La codicia es una manera de vivir”. Un hombre detenido por el asesinato de Sol-Britt es interrogado por el nefasto fiscal Von Post. Después se suicida. En la conferencia de prensa, La Peste se refiere a él continuamente como el asesino.
Otro de los personajes de Larsson, Mans, el abogado de Estocolmo novio de Rebecka, ve la noticia por Internet, reflexiona: “Le llaman asesino antes de ser juzgado. ¿Qué pasa con lo de inocente hasta que se demuestre lo contrario? Creía que Suecia todavía era un Estado de derecho”. ¿Es un hecho aislado? “Han pasado estas cosas y peores. Recientemente hemos tenido un escándalo muy fuerte. Un hombre mentalmente inestable fue condenado por una serie de asesinatos en serie. Durante un interrogatorio se confesó culpable a pesar de que no había pruebas en contra de él y la policía no siguió investigando, ya le pareció bien”.
Suecia idílica
  Entre Asa Larsson y sus colegas suecos están desmontando la imagen más o menos idílica de Suecia.
“¿Estáis pensando si querernos u odiarnos? Cada país carga con sus propios tópicos. Como los que tenemos nosotros sobre España, de familias grandes, donde todo el mundo se conoce, donde se vive más relajadamente, donde hay mucho sol y grandes cocineros”.
Ni Suecia es tan idílica ni España tan relajada. Por cierto, Rebecka Martinsson parece un poco aburrida de su importante novio de Estocolmo y tiene sus escarceos con el policía Krister Eriksson. “En Suecia, los lectores votan. Es muy significativo: ningún hombre vota por abogado, todos prefieren al policía. En cambio, las mujeres están divididas”.
Como en las anteriores novelas de la escritora, el factor religión está muy presente. “La Biblia es una fuente de inspiración para la novela negra: crimen, castigo, culpa, venganza”. Mólek es un dios que otorga riqueza, buenas cosechas y victorias en la guerra y para tenerlo contento se le ofrece el sacrificio de niños. “La presencia de Mólek no es demasiado patente en el libro, subyace en la vida de la gente”. Larsson tuvo dificultades con esta novela. “La pesadilla de todo escritor: el bloqueo. Los personajes empezaron a importarme poco y todo me daba igual y me salía mal”. Estuvo cuatro años sin publicar novela en Suecia, aunque en España pasó desapercibido porque se traducen con cierto retraso. Lo superó. “Seguí una terapia y, sobre todo, monté a caballo. Gracias a mis historias de Kiruna pude comprarme un caballo”.
Desde Sjöwal y Wahlöö, Henning Mankell y Stieg Larsson, los escritores suecos de novela negra parecen haberse multiplicado. “Yo tengo mi propia teoría, que seguramente no es cierta. En los años setenta se publicó en Suecia mucha novela policiaca juvenil y todo lo que leímos está saliendo a la superficie. Creo que dentro de 10 o 15 años habrá mucha literatura fantástica, porque se lee mucho los libros de Harry Potter o los de la saga Crepúsculo”.

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