13.12.13

El país del dictador

Daniel Samper reconstruye el ambiente alrededor de la dictadura militar de mediados de siglo

Samper Pizano no ha sido esquivo al llamado de la novela./eltiempo.com

La Bogotá de principios de los 50 no era, en apariencia, diferente a la de los años anteriores al 7 de agosto de 1946. Quedaban intactos los barrios señoriales de la 32 al Norte y de la séptima al occidente, muchos de los cuales, por fortuna se conservan; pero la que nuestros padres y abuelos llamaban ‘Bogotá’ (el centro, de la calle 24 al sur hasta la 1ª, con su eje en la Jiménez), había sido arrasada, física y espiritualmente, por las llamas que el 9 de abril de 1948 quisieron vengar el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Después de la caída de la República Liberal, Bogotá se volvió una ciudad medrosa, sumida en el ambiente sórdido de una guerra civil declarada en 1949, y atemorizada por los conservadores falangistas a la caza del que llevara una corbata roja para ahorcarlo con ella. Los liberales por su lado conspiraban para auxiliar a las guerrillas que en los Llanos, y en distintas regiones del país, peleaban contra el régimen del terror.

Avanzaban esas guerrillas victoriosas hacia la capital. El ambiente era de máxima tensión. Una buena parte del partido Conservador estaba contra el gobierno dominado por el binomio Gómez Hurtado/Jorge Leiva. El presidente titular, Laureano Gómez, llevaba 2 años postrado por una severa enfermedad neurológica, y el designado, encargado del poder ejecutivo, tenía menos mando que el portero de Palacio. De pronto el presidente enfermo apareció en Palacio el 13 de junio de 1953 por la mañana, destituyó al comandante de las Fuerzas Armadas, echó a los ministros, y se fue a preparar pandeyucas donde un pariente. A las 3 de la tarde, tras una rápida conjura preparada por el ex presidente Mariano Ospina Pérez, el destituido general Rojas Pinilla, con el respaldo de las Fuerzas Armadas, depuso al presidente constitucional. A las 10 de la noche el Teniente General Gustavo Rojas Pinilla, asumió el mando supremo de la nación, con el respaldo de cientos de miles de liberales que colmaron la Jiménez de Quesada y sus alrededores para aclamar “el fin de la horrible noche”. El jefe liberal, Darío Echandía, legitimó el asunto al declarar que “en Colombia no se ha dado un golpe de Estado sino un golpe de opinión”.

La novela de Daniel Samper Pizano, Jaque, caballo y rey, comienza unos meses después del golpe de opinión, el 23 de octubre de 1953. Su duración es de un año, narrado en treinta y cinco capítulos que van creciendo en intensidad y emoción, como una gran carrera de caballos. Termina el 4 de octubre de 1954. En ese espacio de tiempo Jota, caballo y rey nos cuenta cómo fue el principio idílico del nuevo binomio de gobierno pueblo/fuerzas armadas presidido por el Teniente General Gustavo Rojas Pinilla, a quien se endiosó hasta equipararlo con el Libertador Simón Bolívar y con el Sagrado Corazón. Daniel Samper, con su humor inimitable, utiliza la figura del caballo ‘Triguero’ para explicar cómo un gobernante que asume el mando en calidad de Salvador de la Patria, se convierte en dictador de opereta.

‘Jota, caballo y rey’ capta a cabalidad el ambiente de ese año de felicidad nacional (Bogotá había superado la neurosis de la violencia falangista) que fue el primero del gobierno del general Rojas. La década bogotana de los 50, es una época llena de episodios interesantes, que los novelistas y los narradores han esquivado. La novela de Daniel Samper conduce al lector por una ciudad que vale la pena recorrer en sus páginas, plenas de humor, de nostalgia y tremendamente dramáticas.

Los protagonistas de la novela son personajes reales, algunos, y otros de ficción, que parecen reales. La ficción es la herramienta más eficaz para explicar la realidad. El general jefe supremo Gustavo Rojas Pinilla, su esposa doña Carola, el caballo invencible ‘Triguero’, la hija ilegítima del Supremo, Sagrario Rojas, suprema manipuladora del poder, el ministro del Trabajo, Jorge Rovira Valenzuela, el veterinario de ‘Triguero’, doctor Aníbal Trajano, su hijo Rafael y el amigo de Rafael, Juan N. Giraldo, cuyo oficio era el de recoger la boñiga de ‘Triguero’, son los 8 personajes (y muchos otros de menor incidencia) que Daniel Samper pone en la escena de ‘Jota, caballo y rey’, una novela entretenida, emocionante, sarcástica, con un suspense creciente y un final insospechable.

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