21.5.14

Las cartas de Fuentes a Paz, Cortázar y García Márquez

La Universidad de Princeton abrió la correspondencia del mexicano
Carlos Fuentes, autor mexicano de La región más transparente.

Octavio Paz, autor mexicano de Laberinto de la soledad.

Julio Cortázar, autor argentino de Rayuela.

Gabriel García Márquez, autor colombiano de Cien años de soledad./revista Ñ


Como todo el mundo, los grandes escritores quieren a sus amigos y les escriben ahora, mails, y, antes, cartas. Eso es lo que se está leyendo ahora, las cartas del mexicano Carlos Fuentes y sus amigos y colegas, Julio Cortázar, el premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez, y el Nobel mexicano Octavio Paz.
Semejante correspondencia es, claro, noticia: las cartas están guardadas en la Universidad de Princeton y se abrieron a la consulta el jueves pasado, luego de 19 años de permanecer cerradas. La universidad compró las cartas en 1995 y, por pedido del escritor, selló algunas cajas de correspondencia. A dos años de su muerte, las abrió.
De Cortázar, se pudieron consultar unos 60 sobres. Allí se aprecia el estrecho lazo que los unía. La relación empezó cuando el mexicano le escribió al argentino para invitarlo a colaborar a la Revista Mexicana. En su correspondencia, ambos elogian los libros del otro; Fuentes le dedica largos encomios a Rayuela, Cortázar a La región más transparente. También se contaban los viajes que hacían o comentaban su afecto por Octavio Paz. Conmueve, según cuentan quienes la vieron, la letra temblorosa del argentino en la última carta que le mandó a Fuentes: le dice que su enfermedad no le permite escribir mucho. Y agrega que lo extraña.
García Márquez, el otro destinatario de las cartas de Fuentes, le mandaba textos llenos de bromas, además de comentar los temas que preocupaban a los escritores de la época: la Revolución cubana, los movimientos estudiantiles, la literatura de la región.
Con Octavio Paz lo unió una relación de mutua admiración y de necesidad de conocer la opinión del otro: hablaban de los sucesos políticos, de sus familias. Y, por supuesto, de sus obras, el tema favorito de todos los escritores de todos los tiempos.

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