31.8.14

El cuento del domingo


Ana Lydia Vega
El día de los hechos
Sí, señores, yo estuve allí aquel día a las tres en punto de la tarde cuando la calor de afuera era piragua al lado del infierno que jervía en aquel laundry. El vapor guindaba del plafón como papel celofán. Había más pantalones que en el ejército. Es decir, o por lo menos eso parecía: a Filemón Sagredo hijo, no le iba del todo mal en Puerto Rico. Porque los trapos sucios sobraban más acá de La Mona y en la Arzuaga de Río Piedras, entre kioscos y pensiones dominicanas, corrían el sancocho y el morir soñando talmente como en el Cibao. Si a ratos pellizcaba la nostalgia de un merengue ripiao y de un hablaicito paiticulai, siempre se podía dar un brinquito a la República pa cumplir con los viejos y echar su figureo en la plaza y hasta traer de vuelta unas cuantas alfombras de pajilla pa buceai los cuaitos y defendeise, oh.
Y así, en su Laundry Quisqueya ordeñaba la vaquita regordeta de la suerte que le había guiñado el ojo desde el día que llegó, tieso del susto, a las playas del Borinqueño Edén, un poquitico más arriba de Bahía Bramadero.
Aquel desgraciao de Grullón lo había soltado bastante lejos de la costa por no arriesgar el pellejo. Y con los otros cinco ilegales, Filemón había tenido que nadarse el resto a pulmón, espantándose los tiburones con promesas a la Altagracia.
En la costa fueron otros los pejes que se le tiraron al cuerpo. Tuvo que repartir dólares mojados como bendiciones para no ir a tener a la jaula con los demás.
Propina aparte, el viajecito se le había trepado en más de quinientos dólares. Menos mal que en Puerto Rico no es pobre sino quien quiere. Porque trabajo no es lo que hace falta, no. Ni hay que dejarle el lomo y el vivir al maldito corte de caña. Acá un ilegal se cuela donde pueda, vendiendo barquillas en una heladería china, atendiéndole las frituras a cualquier cubano desmadrao, cambiando gomas en algún garaje paisano. Como quiera se pasa un temporal. Hasta que pueda enyuntarse uno con hembra boricua y arreglar con Inmigración. O prosperar en el traqueteo de la vida y negociarse la papelería por un par de cientos.
Pues, sí, señores, yo estaba allí, de cuerpo presente y vi cuando el negro grandote y tofe se le cuadró enfrente a Filemón Sagredo hijo, con su escopeta recortada al hombro y dijo:
— Felicién Apolón te manda recuerdos.
El dominicano no pudo piar ni esta boca es mía. Apenas marcó un paso de salve hacia las perchas. La descarga aplastó el grito de la mujer que en eso volvía de la trastienda. Pero me consta: antes de verle la careta a la muerte, Filemón tuvo un recuerdo largo y parido que enhebró en la misma aguja a su pai Filemón Sagredo el Viejo y al mentado Felicién Apolón.
Y no vayan a creer que aquello fue cuestión de cuartos. El difunto saldaba puntual como timbre de colegio católico. Ni cuartos ni hembras, no. Filemón era manisuelto como cualquier hijo de vecino pero no se llevaba nada más que a la que estuviera mal cuidá. El asunto era más viejo y más hondo que el hambre. Esta servidora podría contarles con lujo de detalles todo lo que sucedió hace tanticuantos años en Juana Méndez. Allí fui yo a tener —la curiosidad no se cura— el dichoso día de los hechos.
Fue durante la semana roja de no acordarse. El Benefactor había proclamado la muerte haitiana a todo lo largo del Masacre. La dominicanización de la frontera estaba en marcha. Todo dominicano que se dijera patriota y macho tenía que tumbarle la chola a alguno de esos mañeses culisucios y muertosdihambre que venían a disputarle el mangú a los auténticos hijos de Duarte.
El viernes por la noche ya no había en qué cargar los muertos. Dondequiera había carretas jartas de cadáveres y bandas de perseguidores borrachos azuzados por el olor a sangre de madamo.
Desde la oscuridad del cuarto, Felicién Apolón escuchaba los aullidos de sus compatriotas moribundos. Algunos habían nacido de este lado de la frontera, críos de haitiano emigrado con dominicana. Pero a la hora del golpe no se le preguntaba a nadie por su mai.
En la habitación vecina, Filemón Sagredo el Viejo no acababa de decidirse a denunciar al haitiano. Había ayudado al hijo a cruzar el río porque Paula se lo había pedido. Por ella solamente, por ser dominicana además de buena hembra, aunque se hubiera acuartelado con un maldito cocolo. Pero cuando Felicién pidió refugio, lo pensó dos veces para al fin murmurar un sí cagado de indecisión. El recuerdo de su padre muerto en Haití durante la ocupación yanqui era una espina en pleno galillo.
Lo habían ahorcado los cacos de Péralte, colgándolo del asta de una bandera gringa por espía y delator. Injustamente, por cierto. Lo confundieron con otro dominicano que se largo a Nueva York forrado de billetes y privando de listo. Esto para mí es bolero viejo. Yo alcancé a ver los pies de Filemón abuelo bailando su dernier carabiné en el aire haitiano. Y puedo jurar sobre la Constitución de la República que su postrer maldición fue para el madamo que asesinó a su padre durante la última invasión haitiana. En venganza del propio, claro está, atravesado por bayoneta dominicana en tiempos de Serapio Reinoso.
Filemón lo pensó tres veces antes de llamar a los verdugos que rondaban como hombres lobos. Porque sangre pesa más que agua. Y era de madrugada cuando chillaron los goznes de la puerta. Un brillo de armas filosas prendió el batey. A las seis de la mañana, Paula frotaba el piso con un cepillo para hacerle vomitar sangre de haitiano a las tablas sedientas.
Por eso, aquel día, Filemón Sagredo hijo, descendiente de tantos filemones matados y matones, estaba de cara al suelo en el Laundry Quisqueya de Río Piedras. El mayor de sus dos hijos, parado en el umbral de la puerta, miraba fijamente sobre las cabezas de los curiosos el cauce de la calle Arzuaga por donde se había escurrido, en un Chevrolet negro, el pasado de su padre. Al volante del mentado, Felicién Apolón hijo, seguía la pista de sangre pacientemente dibujada por tantos felicienes matones y matados.
Se anda pendiente por si volviera a llover. Para cualquier novedad pueden contar conmigo. Yo lo sé casimente todo. Siempre ando por ahí el día de los hechos.
Ana Lydia Vega (1946). Escritora puertorriqueña con una relevante obra literaria y pedagógica. Mereció el Premio Casa de las Américas en 1982 y el Premio Juan Rulfo en 1984.
Esta escritora puertorriqueña, nació en Santurce, un barrio de San Juan, la capital, el 6 de diciembre de 1946. Desde los siete años de edad escribía poemas inspirados en los sentimientos filiales hacia sus padres. Cursó estudios en la Academia del Sagrado Corazón durante doce años. En su época de adolescencia también se sintió atraída por la prosa, los cuentos y las novelas. Sus primeras manifestaciones literarias, entre las que tiene varias novelas de misterio y amor, fueron escritas en inglés.
En la Universidad de Puerto Rico escogió su futura profesión como profesora de lenguas extranjeras. La vocación de maestra la heredó de su madre, quien enseñó durante toda su vida en escuelas públicas. Ana Lydia obtuvo su licenciatura en Artes en 1968.
Ya teniendo conocimientos previos del francés, idioma que aprendió desde niña, se marchó a Francia para cursar estudios de maestría y doctorado. Terminó su maestría en literatura francesa en la Universidad de Provence, Francia, en 1971. Posteriormente completó el doctorado en literatura comparada en la misma universidad en 1978.
De regreso al país natal, trabajó como profesora en la Universidad de Puerto Rico. Junto a su esposo, el también profesor y poeta Robert Villanúa, publicó un manual para la enseñanza del francés titulado Le francais vécu (El francés vivido). Luego, en 1981, escribió en colaboración con su compañera de aventuras literarias, Carmen Lugo Filippi, el libro de cuentos Vírgenes y mártires, donde se explora el  spacio femenino en el contexto colonial y machista puertorriqueño. Fue tanta la aceptación, que logró publicar Encancaranublado y otros cuentos de naufragio, Premio Casa de las Américas 1982. En esta obra, la alegoría, el discurso espiritista, la leyenda y las batallas carnavalescas, nos llevan a una reflexión sobre los conflictos del mundo caribeño y su soñada unidad.
Su tercer libro, Pasión de historias y otras historias de pasión, publicado en el 1987, recibió el premio Juan Rulfo Internacional de París en 1984. En 1988 escribió los ensayos que fueron publicados en la columna "Relevo" del periódico Claridad, y luego aparecieron en la colección de ensayos El tramo ancla de siete escritores del país .
Entre sus ensayos más importantes se encuentran Pulseando con el difícil, Nosotros los historicidas y Mirada de doble filo. En ellos emplea tonos irónicos y contundentes recursos para exponer su punto de vista crítico hacia una cultura puertorriqueña marcada por la ausencia de poder político. Las temáticas referentes al problema de la defensa de la nacionalidad puertorriqueña son recurrentes en su obra.
Ana Lydia Vega integra la amplia lista de prominentes figuras de América Latina que han manifestado su apoyo a la independencia de su país. Presentó su adhesión a la “Proclama de Panamá”, aprobada por unanimidad en el Congreso Latinoamericano y Caribeño por la Independencia de Puerto Rico celebrado en noviembre de 2006.
Dentro de una literatura de carácter realista como es la de Ana Lydia, la violencia es un elemento constitutivo. Su humor alcanza un matiz un tanto hostil como medio de ridiculizar al enemigo. Concretamente, como en el cuento Letra para salsa y tres sonetos por encargo, Vega responde con la burla a la agresión que supone el acoso sexual. Emplea preponderantemente la parodia como medio humorístico, sobre todo combinada con el juego de palabras, manera de evidenciar la torpeza de la conducta humana. También utiliza el humor para decir veladamente lo que no está permitido decir a viva voz.
La escritora no ha escapado a las clasificaciones generacionales y ha sido adscrita a la llamada generación del setenta. Una de las características más sobresalientes de este grupo es darle voz a ciertas zonas de la realidad puertorriqueña que antes habían sido ignoradas o poco trabajadas artísticamente. Algunas de estas zonas son la sexualidad lésbica, los mundos del negro, del narcómano, entre otros. También se ha caracterizado, en términos generales, por la combinación de códigos lingüísticos de estos mundos, así como por el coloquialismo del habla puertorriqueña en general.
El rasgo principal que atraviesa los textos de todos estos creadores de su generación es la actitud irreverente hacia la realidad y frente a la tradición literaria puertorriqueña. La defensa del pasado latente, y su recuperación mediante la memoria, es tema frecuente en el caso de las narradoras  que se proponen lograr una reivindicación femenina.
Ana Lydia Vega es una mujer del presente que vive la realidad de su país y de Latinoamérica. Busca con incisiva mirada captar sus fuentes esenciales. Su estilo literario la acerca a públicos muy diversos y los temas que aborda reaparecen en el anecdotario del pueblo, que se renueva en su lucha por subsistir en la historia.
Su labor intelectual como docente ha dejado huellas importantes en la enseñanza del idioma francés, entre otras especialidades. Es una voz activa que sigue calando a fondo en los vericuetos de la latinoamericanidad, y ha tomado partido ante la lucha del pueblo puertorriqueño por salvar su cultura. Su obra deja la expectativa de continuidad, de seguir hurgando en un mundo jocoso y maravilloso, que tiene aún muchas historias que contar.
Obra:
 “Puerto Príncipe abajo”, Casa de las Américas, La   Habana, Vol.21, no.123 (nov.-dic., 1980), p.94-99.
Encancaranublado y otros cuentos de naufragios, Casa de las Américas, La Habana, 1982.
El Tramo ancla; ensayos puertorriqueños de hoy, Ed. Río Piedras, Universidad de Puerto Rico, 1988.
De cómo Ana Lydia Vega descubre el Caribe”, Casa de las Américas, La Habana, Vol.30, no.175 (jul.-ago., 1989), p.162-165.
“La felicidad ja, ja, ja, ja y la universidad”, Anales del Caribe, La Habana, no.11 (1991), p.13-21.
Vega, Ana Lydia y Torres, Walter: Falsa crónicas del sur, Río Piedras, Universidad de Puerto Rico, 1992.
Ana Lydia Vega et al.: Cuba y Puerto Rico son: cuentos boricuas, sel. e introd., Pablo de la Torriente, La Habana, 1994.
Cuentos calientes, México, D.F., UNAM, 1996.
Esperando a Loló y otros delirios generacionales, ed. San Juan, Universidad de Puerto Rico, 1996.
Vega, Ana Lydia; Pastrana Fuentes, Yolanda y Ortiz Sotomayor, Alida: En la Bahía de Jobos: Celita y el mangle zapatero, San Juan, Universidad de Puerto Rico, 1998.
“La Batalla de la lengua en Puerto Rico”, Casa de las Américas, La Habana, Vol.41, no.222 (ene.-mar., 2001), p.156-157.
Vuelve Tom”, Casa de las Américas, La Habana, Vol.42, no.225 (oct.-dic., 2001), p.34-35.
“De qué mueren los taxistas”, Casa de las Américas, La Habana, Vol.8, no.255 (abr.-jun., 2009), p.83-86.
Bibliografía pasiva
Alberty Fragoso, Carlos: “Nación e ironía en Sobre tumbas y héroes de Ana Lydia Vega” en, Exégesis, Humacao, Vol.10, no.29 (1997), p.48-51.
Arroyo, Elsa R.: “Contracultura y parodia en cuatro cuentos de Rosario Ferré y Ana Lydia Vega” en, Caribbean Studies, San Juan, Vol.23, no.3-4(jul.dic., 1989), p.33-46.
Blazagasti-Sugovia, Elena: “Ana Lydia Vega y la reescritura de la historia” en Letras Femeninas, Nebraska, No. Extraordinario conmemorativo (1974-1994), p.124-129.
Captain-Hidalgo, Yvonne: “El espíritu de la risa en el cuento de Ana Lydia Vega” en, Revista Iberoamericana Pittsburg, Vol.59, no.162-163(ene.-jun., 1993), p.301-308.
Fernández Merino, Mireya: “Cómo ser escritora puertorriqueña y no morir en el intento. La escritura de Ana Lydia Vega” en, Actual Mérida, no.55-56(ene.-ago., 2004), p.23-34.
Gelpi, Juan G.: “Ana Lydia Vega: Ante el debate de la cultura nacional de Puerto Rico”, Revista chilena de Literatura, Santiago de Chile, no.42 (ago, 1993), p.95-99.
González, Aníbal: “Ana Lydia Pluravega: Unidad y multiplicidad caribeñas en la obra de Ana Lydia Vega” en, Revista Iberoamericana Pittsburgh, Vol.59, no. 162-163(ene-jun., 1993), p.289-300.
Kerkhoff, Manuela: “Entrevista con Ana Lydia Vega” en, La Torre, San Juan, Vol.9, no.36 (oct.-dic., 1995), p.573-610.
Niebylski, Dianna C: “Humor, desamor y subversión en Luis Valenzuela y Ana Lydia Vega” en, Estudios Filológicos, Valdivia, no.30 (1995), p.129-138).
Padura, Leonardo: Encaranublado: los aciertos ganan la partida, Casa de las Américas, La Habana, Vol.23, no.135 (nov.-dic., 1982), p.160-162.
Ramos Rosado, Marie: La Mujer negra en la literatura puertorriqueña: cuentística de los setenta (Luis Rafael Sánchez, Carmelo Rodríguez Torres, Rosario Ferré y Ana Lydia Vega), San Juan, Universidad de Puerto Rico. Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1999.
Reizs, Susan: “Tropical como en el trópico. Rosa Montero y el boom femenino de los ochenta” en, Revista Hispánica Moderna, New York, Vol.48, no.1 (jun.1995), p.189-204.
Rodríguez Luis, Julio: “De Puerto Rico a Nueva York: protagonistas femeninas en busca de un espacio propio” en, la Torre, San Juan, Vol.7, no.27-28, T.1 (jul.-dic., 1993), p.577-594.
Vega Carney, Carmen: “El amor como discurso político en Ana Lydia Vega” en, Letras femeninas, Nebraska, Vol.17, no. 1-2(primavera-otoño, 1991) p.77-87.
Semblanza biográfica y foto:encaribe.org .Texto: El cuento del día.

30.8.14

Colombia dona libros de Gabriel García Márquez a bibliotecas de Honduras

Colombia donó una colección de obras del premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez para bibliotecas públicas de Honduras, informó hoy una fuente oficial en Tegucigalpa
 
Cien años de soledad hace parte de la extensa donación a las bibliotecas públicas de Honduras./elespectador.com
El donativo fue entregado por el embajador de Colombia en Tegucigalpa, Francisco Canossa, a la canciller hondureña, Mireya Agüero.
"La entrega forma parte de los acuerdos estipulados en el cálido y sentido homenaje al escritor Gabriel García Márquez ofrecido en la VI Cumbre de Jefes de Estados y de Gobiernos de la Asociación de Estados del Caribe-AEC", indicó la Cancillería hondureña en un comunicado.
Las colecciones de García Márquez serán donadas a todos los países miembros de la AEC con el fin de acercar a los pueblos a la literatura colombiana y a la gran diversidad y riqueza cultural del Caribe, añade la nota de prensa.
La donación recibida por Agüero es de unos 128 libros del Nobel de Literatura 1982 colombiano, entre los que figuran Cien años de soledad, Del amor y otros demonios, La Hojarasca, Noticia de un secuestro, El amor en los tiempos del cólera y Crónica de una muerte anunciada, entre otros.
García Márquez murió el 17 de abril pasado en México, a los 87 años.

Gana la censura

La exposición Mujeres ocultas, de la artista María Eugenia Trujillo, que se iba a realizar en el Museo Santa Clara, fue suspendida por un juez hasta que un tribunal profiera un fallo definitivo al respecto. Al museo llegaron alrededor de cuarenta tutelas el miércoles 27 de agosto. Transcribimos algunos apartes
La acción de una tutela censuró la exposición de Mujeres Ocultas./revistaarcadia.com

Se revisa la demanda de acción de tutela, que  radicada en la secretaria general de esta corporación el 26 del presente año, recibido en el despacho del magistrado sustanciador el mismo día, pretende el amparo de los derechos fundamentales “a la libertad de culto y al libre desarrollo de la personalidad” que considera vulnerados por las autoridades accionadas toda vez que el Museo Santa Clara, con aquiescencia del Ministerio de Cultura, exhibirá el 28 de agosto del año en curso, la obra plástica denominada “mujeres ocultas”, la cual considera el accionante, irrespeta y ridiculiza sus creencias y las de su comunidad católica.
Ahora bien, previo a la admisión la presente acción en despacho debe pronunciarse respecto de la solicitud de medida provisional insertada en el libelo introductorio de la demanda, la cual fundamenta la parte actoral así:
Que en la medida de las posibilidades el juez emita medidas cautelares con el fin de impedir la apertura, lanzamiento y publicación de la exposición “Mujeres Ocultas” programada para el jueves 28 de agosto de 2014 hasta que a través de sentencia se pronuncie respecto a la presente tutela”
Así las cosas, el suscrito decretará la medida provisional solicitada por la parte actoral, en consideración a que la exposición “Mujeres Ocultas”, cuya cancelación se pretende, se exhibirá al público el próximo 28 de agosto del año en curso, es decir, dentro de 2 días, luego, resultaría nugatorio un eventual amparo de los derechos fundamentales alegados, en caso de encontrarse vulneración de los mismos al momento de emitirse el fallo correspondiente, pues el fin último de la presente acción de tutela, es impedir que se lleve a cabo al exposición de las obras que componen el mencionado trabajo artístico.
Precisado lo anterior, y en virtud de lo dispuesto en el Decreto 2591 de 1991, este despacho avoca reconocimiento de la presente acción de tutela y, en consecuencia, dispone los puntos aparte:

1.       Suspéndase la acción titulada “Mujeres Ocultas” prevista a partir del 28 de agosto al 28 de septiembre de 2014, en el Museo Santa Clara de esta ciudad. Hasta tanto este tribunal profiera un fallo definitivo al respecto.

El Ministerio de Cultura se pronuncia
Exposición Mujeres Ocultas, suspendida  temporalmente
El Ministerio de Cultura se permite informar a la opinión pública que atendiendo una orden provisional del Tribunal Administrativo de Cundinamarca dentro de una acción de tutela que ordenó la suspensión de la exposición denominada MUJERES OCULTAS, se ha suspendido dicha exposición.
El Ministerio de Cultura es respetuoso de las decisiones judiciales y por eso, aun cuando no comparte la decisión, atiende dicha orden. Dicha providencia está siendo impugnada, ante el mismo Tribunal. Como consecuencia, el Museo Santa Clara no ofrecerá atención al público los días jueves 28 y viernes 29 de agosto de 2014.

Regreso de J. M. Coetzee

El Nobel de literatura 2003, J. M. Coetzee, volvió a nuestro país invitado por el Fondo de Cultura Económica y las universidades Central y Autónoma de Bucaramanga
 
Isaías Peña, director del Departamento de Humanidades y Letras de la Universidad Central; el Nobel de literatura J. M. Coetzee; Rafael Santos, rector de la Universidad Central; el escritor Juan Gabriel Vásquez; Fernando Chaparro, vicerrector académico de la Universidad Central; y Oscar Godoy, docente de Creación Literaria de la Universidad Central./elespectador.com
En el enigmático carácter del escritor Coetzee pocas son las sonrisas afloran. Pero el año pasado, en el almuerzo de despedida de su primer viaje a nuestro país, no solo le dio rienda suelta a su alegría, también afirmó que desde ese momento estaba pensando en volver a Colombia. Y no mintió. Este año incluyó a Bogotá y Bucaramanga en la gira de lanzamiento de su biblioteca personal, una colección de la editorial argentina El Hilo de Ariadna, que comprende doce clásicos de la literatura considerados por él como obras intensas y fundamentales en su formación como escritor.
Durante su viaje a Colombia, que concluyó este fin de semana, ofreció tres conferencias sobre dicha colección, acompañado por su colega y amiga María Soledad Constantini, directora del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Malba, y de la editorial El Hilo de Ariadna. El 26 de agosto se presentó en el Auditorio Mayor Carlos Gómez Albarracín, de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, durante la decimosegunda versión de la feria del libro de esa ciudad. Allí ofreció un conversatorio con el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez frente a un auditorio de 800 personas.
A la Universidad Central asistió el 27 de agosto, donde precedió el foro Las lecturas de J. M. Coetzee en el Teatro de Bogotá, invitado por el Departamento de Humanidades y Letras, responsable de que él decidiera venir por primera vez a nuestro país en 2013, cuando el Nobel fue el protagonista del primer seminario internacional de autor, en el marco del lanzamiento de la Maestría en Creación Literaria de ese centro educativo.
Finalmente, el 28 de agosto, Coetzee presentó la lectura de su cuento inédito A house in Spain, en el auditorio del Centro Cultural Gabriel García Márquez. Las lecturas fueron hechas en inglés por él mismo, de manera que el público pudo disfrutar la delicadeza de su pronunciación, enérgica y al mismo tiempo sosegada, como las olas de un mar en calma. Posteriormente, Constantini leía la traducción de los párrafos al castellano.
En las intervenciones que hizo en las dos universidades, el Nobel se refirió a la Biblioteca Personal de Jorge Luis Borges como uno de los proyectos que inspiraron su nueva colección. No obstante, aseguró que “el proyecto de Borges no era demasiado ambicioso desde el punto de vista filosófico. De hecho, no era un proyecto filosófico, pues hacer una introducción de un canon literario alternativo era una tarea que habría podido hacer el Borges joven, mucho más aventurero, pero no era una tarea posible para el Borges anciano”. Al morir, el escritor argentino apenas había sacado 67 de los 100 libros que componían el listado.
Por ello, el objetivo de Coetzee no fue, en absoluto, hacer una imitación de esa Biblioteca Personal, sino presentar una colección más humilde, de doce autores en traducción al castellano, a través de los libros que él consideró, habían sido escritos por sus autores en el punto más intenso de sus carreras literarias. No obstante, antes de hablar de las presencias, el nobel hizo referencia a las ausencias de su colección. La guerra y la paz, de León Tolstoi, así como los libros de Dostoyevski, Joyce y Proust no fueron incluidos porque han sido ampliamente editados en sus versiones en español y Coetzee quiso presentarnos obras menos conocidas. Con respecto al Quijote, consideró inapropiado recomendarles a los lectores hispanohablantes la mayor obra de la literatura castellana.
Por otro lado, según la Ley Internacional de Derechos de Autor, solo después de 70 años de fallecido un escritor su obra puede considerarse de dominio público y sus libros se pueden traducir y publicar libremente, así que Coetzee no pudo considerar autores fallecidos después de 1944, con excepción de Samuel Beckett, quien murió en 1989, cuyos derechos de Watt tuvieron la fortuna de conseguir. Sin embargo, el Nobel aseguró que le habría gustado incluir, entre otros, a William Faulkner y Albert Camus en su Biblioteca Personal.
Hasta ahora la editorial ha lanzado los libros La muerte de Iván Ilich / Patrón y peón / Hadji Murat, de León Tolstoi; El ayudante, de Robert Walser; Madame Bobary, de Gustave Flaubert; Tres mujeres / Uniones, de Robert Musil; La Marquesa de O. / Michael Kohlhaas, de Heinrich Von Kleist; y La letra escarlata, de Nathaniel Hawthorne. Con estos libros en sus manos, el nobel se dirigió al público para hablar poéticamente de ellas, haciendo alusión a la lucha intelectual y emocional de los autores que las escribieron.
Coetzee habló ampliamente de Walser, escritor suizo que pasó sus últimos años en una clínica psiquiátrica y al morir dejó una amplia obra escrita en letra diminuta, aunque aseguraba que “no estaba allí para escribir, sino para ser loco”. Al respecto, el Nobel opina que, contrario a lo que se suele pensar, la locura no es un estado sagrado ni da acceso a un mundo que está más allá del alcance de la gente común. Tampoco es una condición que facilite la escritura, sino que por el contrario, la dificulta, al tiempo que hace al escritor un ser desgraciado.
Durante su intervención, el autor se refirió de manera particular al doceavo título de la colección, que constituye una antología de poesía y que será lanzado en 2015. “El mayor placer que tuve al armar esta biblioteca fue hacer la selección de los poetas cuya obra admiro y de la que he aprendido. Abarca desde poetas anónimos pertenecientes a la tradición oral africana y australiana hasta poetas más jóvenes que yo, en una gran variedad de lenguas”, aseguró Coetzee.
Cuando  Coetzee nos visitó en abril de 2013 se sorprendió gratamente por el gran número de lectores con quienes contaba en nuestro país. Las regalías de Colombia le llegan por Panamá, dijo, por lo que no se había imaginado que lo estuviéramos leyendo. Tal vez por eso, como un animal que ya conoce el camino y cuyos pasos se definen con mayor seguridad, este gran escritor regresó a nosotros y, de hecho, se mostró más abierto y espontáneo, firmó autógrafos voluntariamente al finalizar sus lecturas, sonrió mucho más y estuvo menos tenso con las cámaras, los cocteles y el roce social al que lo obliga la fama. A fin de cuentas, él mismo asegura que “un gran escritor se convierte en propiedad de todos nosotros”.
Descifrando a Coetzee
Hay tres razones por las cuales Coetzee es objeto de admiración en el mundo de las letras. En primer lugar, por su prolífica obra literaria: 21 libros de novelas y ensayos publicados entre 1974 y 2014 que lo han hecho merecedor de los máximos galardones, entre ellos el Premio Nobel de Literatura 2003 y el Booker Prize, que recibió dos veces. Segundo, porque durante toda su vida ha sido profesor. Trabajó en las universidades de Texas y la Estatal de Nueva York, en Estados Unidos; en la de Ciudad del Cabo, en su país natal, Sudáfrica, donde estudio lengua y literatura inglesa y matemáticas y adonde regresó para ejercer como docente durante más de una década; y actualmente, en la Universidad de Adelaida, en Australia. Tercero, por una mezcla entre las circunstancias que han marcado su vida y el carácter que construyó en torno o, incluso, a pesar de ellas. Un carácter a menudo indescriptible, pero del cual se pueden destacar características que convierten a Coetzee en un hombre excepcional.
Coetzee vivió en carne propia el crimen y censura del apartheid, una experiencia reveladora para el autor de Contra la censura, ensayos sobre la pasión de silenciar (1997), sobre la cual hablaría desde dos perspectivas en Verano (2009), una de sus obras autobiográficas. "(A  Coetzee) le ilusionaba pensar que un día la política y el Estado se desvanecerían. Yo llamaría a esa actitud utópica. Por otro lado, no movía un solo dedo con la esperanza de que esos anhelos utópicos llegaran a realizarse. Era demasiado calvinista para eso”. Más adelante, haciendo referencia a los sudafricanos de piel blanca, escribe: "Teníamos un derecho abstracto a estar allí, un derecho de nacimiento, pero la base de ese derecho era fraudulenta. Nuestra presencia se cimentaba en un delito, el de la conquista colonial, perpetuado por el apartheid. (...) Nos considerábamos transeúntes, residentes temporales, y en ese sentido sin hogar, sin patria”. ¿Será esta la principal razón que impulsó a Coetzee a radicarse en Australia, e incluso a pronosticar que moriría en ese país, como lo relata en esa misma novela?
Este, como muchos otros aspectos de su personalidad, parece componer el enigmático rompecabezas para descifrar a Coetzee, un autor que, contrario a casi todos sus contemporáneos, ha mantenido la vida privada al margen de la figura pública. No solo es reacio en su contacto con los medios sino que las muy pocas veces en las que les ofrece entrevistas a los periodistas, sus respuestas son lacónicas. “Coetzee siempre ha tenido ese defecto: tomarse las preguntas demasiado al pie de la letra, así como responderlas con excesiva brevedad. Esa gente no quiere respuestas breves. Quieren algo más pausado, más expansivo, algo que les permita discernir qué clase de individuo tienen delante”.
Del mismo modo en que nos atrae lo que está escondido y nos interesamos más por lo incomprensible, nos gusta Coetzee. Por qué nos gusta es mejor no explicarlo, pues como dice él mismo: “no estoy seguro de que resulte bueno ser demasiado consciente de los propios gustos, no vaya a ser que se petrifiquen y dejen de crecer”.
*Periodista y jefe de prensa de la Universidad Central.

Milan Kundera en la época del ombligo

El escritor checo elige para los lectores un pasaje de  La fiesta de la insignificancia, su nueva novela
Milan Kundera, su imagen más reciente./elpais.com

“¡La individualidad es una ilusión!”. Eso exclama uno de los personajes de la esperada novela de Milan Kundera, La fiesta de la insignificancia (Tusquets), cuya idea condensa buena parte de la filosofía con que el escritor de origen checo ve la vida según la ha plasmado en sus novelas, cuentos y ensayos.
Y con mayor fuerza ahora a sus 85 años, cuando el ombligo ocupa un lugar esencial en su narrativa.
Con este y La fiesta de la insignificancia Milan Kundera (Brno, 1929) regresa después de 14 años. Empezó en la primavera italiana y francesa, y ahora, a partir del martes, en España. Vuelve como si nada, como si la conversación dejada con los lectores en La ignorancia, con la cual recibió el siglo en 2000, hubiera sido ayer. Los temas de sus libros son los mismos pero revestidos por el paso del tiempo, aunque sin perder la esencia de lo que son y significan para él aspectos como la sexualidad, el erotismo, la maternidad, el deseo, la cultura, las ideas sobre el existir que rondan al ser humano, ideas sobre ser y estar, la convivencia, el tejido fino de las relaciones y las conexiones con los demás, en especial los laberintos concernientes a los sentimientos y emociones. Y aquí esparcido de más humor.
Es su novela número diez. Donde tres hombres ya maduros hablan sobre las fuentes de seducción femenina, y se preguntan qué puede significar que un hombre o una época privilegie una u otra parte del cuerpo. Fantasías que son realidades, realidades que son sueños, sueños que son el espejo real del interior del ser humano.
“Ya sé que la uniformidad está en todas partes. Pero en este parque dispone al menos de una gran variedad de uniformes. Así puedes conservar aún la ilusión de tu individualidad”, insiste, Alain, una nueva criatura kunderiana. Una ilusión que incluye al ombligo. Pese a que su exhibicionismo ha aumentado en los últimos años como un reclamo de diferencia y de intención de despertar deseos en el otro con el ánimo de formar parte de los “lugares excelsos” eróticos de la mujer, asegura Kundera. Alrededor de él, del ombligo, se desarrolla el pasaje de la novela seleccionado por el propio escritor para los lectores de EL PAÍS y publicado íntegro en el blog Papeles perdidos de este diario.
Pero el ombligo no es para tanto: “Antaño, el amor era la celebración de lo individual, de lo inimitable, la gloria de lo único, de lo que no admite repetición. Pero el ombligo no solo no se rebela contra la repetición, ¡es una llamada a las repeticiones! De modo que en nuestro milenio viviremos bajo el signo del ombligo. Bajo ese signo seremos todos soldados del sexo…”.
Y sus argumentos siguen, porque aunque el ombligo, se afirma en La fiesta de la insignificancia, señala un camino y su fin, tiene poco qué hacer frente a los otros tres lugares excelsos: los muslos, las nalgas y los pechos.
La novela, según Beatriz de Moura, su traductora del francés y su editora, “es una desenfadada y espléndida composición en forma de fuga que se nutre de las más sutiles variaciones en torno al tema que da título al libro: “La insignificancia, amigo mío”, nos advierte, “es la esencia de la existencia. (…) Está presente incluso allí donde nadie quiere verla”.
Milan Kundera escribe como si nada, con sus acordes existenciales hechos literatura, con sus ritmos temáticos hechos palabras, con su musicalidad trascendente conectada con la cotidianidad del lector. Sus obras desde el mismo título parecen señalar el camino hacia una periferia argumental pero que es solo un espejismo, porque no son más que el centro de los intereses de todos. Ahí están desde La broma (1967), La vida está en otra parte (1972), El libro de la risa y el olvido (1979), La insoportable levedad del ser (1984), La lentitud (1994), hasta el actual La fiesta de la insignificancia.

Por tus vicios y defectos te adoramos, Sam Spade

Brutal oda a la incorreción política de un personaje único, que se encara con policías o fiscales como si fueran matones, que pacta con unos, con otros y con ninguno al mismo tiempo
 
Humphrey Bogart como Sam Spade en El halcón maltés./elpais.com
Agresivo e impredecible. Cínico, solitario, egoísta y machista. Un perdedor, también. El detective Sam Spade es estas y otras muchas cosas, buenas y malas, y por eso me gusta, por eso vuelvo a él, a sus frases y circunloquios, a sus cigarros, a sus bofetadas. Buenistas y amantes de la corrección política, aléjense de este personaje creado por Dashiell Hammett, reducido a una novela magistral, El halcón maltés, y tres relatos cortos (todos los casos reunidos se encuentran en la edición de RBA, traducción de Luis Murillo), grandioso cuando las cosas se ponen mal y saca lo mejor de sí para, como no podía ser de otra manera, volver a perder.
Con este homenaje a Sam Spade seguimos con la serie Los detectives de nuestra vida, que este mes de agosto nos ha permitido recordar al agente de la Continental,  ir a las raíces del Tartan noir con Laidlaw, recordar a ese clasicazo español llamado Méndez y descubrir una extraña distopía nazi. Y para el que quiera más, todos los post del verano anterior.



Hay un momento genial en el Halcón Maltés. Spade come con Brigid O’Shaughnessy, mujer fatal perfecta, adaptación a la novela de aquella inolvidable Elvira, alias Jean Delano, de La chica de los ojos plateados que tantos problemas crea a el agente de la Continental. Ella miente y le oculta detalles esenciales del lío en el que están metidos; él lo sabe pero no importa. Ella le ha acusado varias veces de “agresivo e impredecible”; él, riéndose, replica: “Suelo enterarme de las cosas a base de sabotear la situación de la manera más agresiva e impredecible. Por mí no hay inconveniente, si tú estás segura de que por ese sistema no vas a salir perjudicada”. Ese es Sam Spade. Cínico, amenazante, verbalmente brutal.
Nuestro amado detective tiene 38 años, es fuerte y de dedos gruesos, mide más de 1,80, fuma tabaco de liar y bebe lo que haya: bacardi, botella de Manhattan ya preparado… Es un personaje de excesos y contradicciones: adora a las mujeres pero siempre va a parar con la que no le conviene; le gusta el dinero aunque suele andar escaso; odia no devolver un puñetazo; acaba de perder a su socio Archer y no lo siente, no lo podía ni ver, pero investiga su muerte como si fuese la de su ser más querido por honestidad, profesionalidad y porque nadie es quien para matar a su socio sin recibir castigo.
Pero es en su relación con las mujeres y en sus grandes discursos donde Spade despliega toda su fuerza. O’Shaughnessy es fría y perversa, egoísta, ambiciosa. Se presenta desvalida, con gestos de colegiala. Spade sabe que no es real, que detrás no hay más que problemas, pero pica el anzuelo. Trata de apartarla, pero vuelve a picar. Hay un monólogo en el que Spade le explica por qué no se puede fiar de ella que es grandioso. En la película dirigida por John Huston en 1941 se respeta casi en su totalidad, como en tantas otras ocasiones, el texto original, con lo que es mejor verlo recitado por Humphrey Bogart que escrito.



Su secretaria Effie Perine es la otra mujer de su vida. Cualquier mente bien pensante dirá que su relación está marcada por el machismo. Yo veo, sin embargo, una amistad en la que siempre se sugiere algo más, una relación llena de confianza y complicidad, de guiños y grandes diálogos de pocas palabras, algo muy parecido al amor, al bueno. ¿Anticuado? Para mí su relación es muy parecida a la que Ray Donovan tiene con su ayudante lesbiana en la serie de televisión que tan encarecidamente recomiendo y de la que hemos hablado en Quinta Temporada. Puro siglo XXI. Es lo que tienen los clásicos.
A veces Spade padece de incontinencia verbal. En esos momentos grandiosos firmaría debajo de todo lo que dice. Hay alguna diatriba que me recuerda tanto a la furia dialéctica llena de deseos de venganza del agente de la Continental que no puedo evitar reproducir: 

“- ¡No hay peros que valgan! - dijo Spade-. Es la única manera. - Ahora tenía la frente enrojecida y sus ojos eran como dos piedras candentes. El hematoma de la sien había adquirido un tono cobrizo-. Sé de lo que hablo. He pasado por ello otras veces y quiero pensar que no será la última. En un momento u otro he tenido que mandar al cuerno a todo tipo de gente, del Tribunal Supremo para abajo, y no me ha pasado nada. Y si no me ha pasado nada es porque nunca he perdido de vista que tarde o temprano llega el día del ajuste de cuentas; y cuando llegue ese día quiero estar en condiciones de entrar en la jefatura precedido por una víctima propiciatoria y decir: “¡Eh chicos, aquí tenéis al criminal!”. Mientras pueda hacer eso, nada me impedirá reírme en la cara de todos los jueces y todas las leyes habidas y por haber. La primera vez que me falle, soy hombre muerto”. Esa primera vez no ha llegado todavía y no va a ser esta. Ya se lo digo yo”.

Brutal oda a la incorreción política de un personaje único, que se encara con policías o fiscales como si fueran matones, que pacta con unos, con otros y con ninguno al mismo tiempo. Una creación puramente Hammett, a la que Huston y Bogart terminaron de dar imagen y a la que tantos, tantos, deben tantísimo, lo reconozcan o no.
Al igual que el agente de la Continental, necesita de sus excesos y su verborrea para ser grande, se crece en la violencia y se diluye en los relatos en los que se reduce al trabajo detectivesco más clásico. Puede que no guste a muchos, que hay quienes crean que ha envejecido mal, que es un machista insoportable, ja, que su moral es de otro mundo, que su radicalidad y su sinceridad no van a ninguna parte. En efecto, por eso le queremos. Larga vida al hard boiled.

29.8.14

Nobel sudafricano Coetzee inaugura el Festival Visiones de México en Colombia

El escritor surafricano John Maxwell Coetzee, Premio Nobel de Literatura en 2003, inauguró hoy en el Centro Cultural Gabriel García Márquez de Bogotá el IV Festival Visiones de México en Colombia, que este año conmemora los 80 años del Fondo de Cultura Económica (FCE)
J.M. Coetzee ha escrito obras como Vida y época de Michael K., Esperando a los bárbaros y La infancia de Jesucristo, la más reciente. /lainformacion.com

El festival, que se celebrará desde este jueves hasta el 17 de septiembre, traerá a la capital colombiana múltiples actividades académicas y culturales, siendo la muestra de cine clásico mexicano de lucha libre el mayor atractivo de esta edición.
Ante la atenta mirada de sus lectores, J.M Coetzee, que visita Colombia por segunda vez, recitó "A house of Spain", un cuento inédito que narra la relación que existe entre los seres humanos y las propiedades u objetos que éstos poseen.
A continuación, el autor, cuarto africano galardonado con el Nobel, procedió a firmar libros a sus seguidores que se agolpaban en la librería del Centro Cultural Gabriel García Márquez, en el centro de la capital.
El escritor, que visitó en días anteriores la feria del libro Unilibro, en la ciudad de Bucaramanga (este), y presentó en Bogotá una colección de doce clásicos que inspiraron su carrera, agradeció a los organizadores esta oportunidad.
Coetzee, quien publicó su primera novela "Tierras de Poniente" en 1974, es uno de los autores más reconocidos en lengua inglesa en la actualidad y, entre sus últimas obras, se encuentra "Aquí y Ahora. Cartas", un diálogo epistolar con el escritor estadounidense Paul Auster.
La jornada inaugural también contó con la presencia del director del FCE en Bogotá, Juan Camilo Sierra, y del embajador de México en Colombia, Arnulfo Valdivia Machuca.
"Celebremos desde Colombia a un país que ama Colombia", manifestó Valdivia en la presentación del festival en el Auditorio Rogelio Salmona del Centro Cultural.
Por su parte, el escritor mexicano Roger Bartra ofreció al auditorio unas palabras sobre su propia visión de México en Colombia y "los 80 años de puente cultural".
El Centro Cultural Gabriel García Márquez, sede de la filial en Colombia del FCE, acogerá actividades y charlas con autores colombianos e internacionales y presentaciones de libros.
En la programación cultural destacan exposiciones como la "Iconográfica, 80 años del FCE" y los "Papalotes", de Francisco Toledo de Oaxaca, así como ciclos de cine mexicano que proyectarán películas y cortometrajes del último Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) y del Festival Internacional de Cine UNAM (FICUNAM), entre otros.

Cortázar Dunlop Autonautas en la pista del blog

Queremos tanto a Julio
 Centenario del autor de Rayuela. Una lectura de Los autonautas de la cosmopista, singular viaje por los recreos de la ruta central francesa 
“... un éxtasis musical que hace pensar en Glenn Gould”. “¿Por qué no pensar, ahora, en una Erotica Parking?”, se pregunta./revista Ñ

La celebración cortazariana, que comenzó en 2013 con los cincuenta años de la novela Rayuela, parece no haber reparado en Los autonautas de la cosmopista , precursor en unos recursos narrativos, ya no solo literarios, que de modo subrepticio fueron infiltrándose desde su edición, en 1983, y que podemos ver hoy en los nuevos modos de lectura. Este libro de viajes hecho a cuatro manos y dos pares de ojos –escrito y fotografiado por el escritor y su mujer, Carol Dunlop– fue juzgado menor, quizá una especie de retroceso en el camino biográfico de compromiso ideológico, que poco antes los encontraba a ambos instalados en Nicaragua. ¿Cómo explicar que la pareja, que cumplía tareas de activismo y difusión pro-sandinista, se lanzara a este viaje “atemporal” por la autopista París-Marsella? Los protocolos de este antiviaje patafísico, como lo definió él mismo, y otros numerosos detalles evocan lo que hoy es el modelo básico del relato autorreferencial en las redes sociales hoy y la lectura de hipertextos. Propongo releer Los autonautas como el primer blog.
Ideada para alcanzar en el menor tiempo el sitio de veraneo o trabajo, la autopista es empleada por nuestros viajeros en el sentido contrario: para abolir el tránsito al convertir la carretera en expedición gozosa. Una autopista, por definición, ofrece la antítesis del punto panorámico, los famosos “picture sites” que jalonan los hitos turísticos. En la autopista el panorama es una broma; lo que está en primer plano es la sensación de movimiento. A fines de 1982, poco después de que muriera su compañera y co-equiper, casi dos años antes de su propio final, Cortázar escribe la doliente carta del postfacio, sobre la muerte de la Osita viajera. Esa carta se integra al viaje a la manera de una metáfora mayor: vida, juego y muerte. Uno de los antecedentes directos de este uso de la primera persona es Apocalipsis en Solentiname , con su borramiento de límites entre ficción y no-ficción.
Los autonautas va más allá y aplica la prosa documental, al travelog , o diario de viajes.
El Cortázar explorador del espacio, en su segunda patria y luego del mundo, fue lector y “editor imaginario” de guías turísticas; por eso fue quizá el primero en percibir los rasgos de los no-lugares, que luego desarrollaría Marc Augé. Las famosas Michelin y Baedecker, en rigor pequeños compendios de saberes abreviados con criterio enciclopédico, diferían mucho de las actuales guías visuales. A imitación de aquellas, pero con todos los giros de la primera persona y el primer plano, Cortázar formula aquí un hipertexto de palabras e imágenes. Existía otro antecedente, su Prosa del observatorio, de 1972, en el que narra su visita al observatorio de Jaipur, en India.
Pero quizá el principal hallazgo fue su empleo de la foto a los fines de documentar la intimidad -sin privarse del toque narcisista, reforzado por el particular empleo de la primera persona, anticipando lo que dio en llamarse “giro autobiográfico” de la novela.
Los autonautas entrenaron el ojo del lector para saltar del texto a la foto combinando ambas normas. Luego el cuentista alemán W. Sebald llevaría este procedimiento al rango de obra maestra en toda su narrativa.
Remontémonos a la sorpresa que producían esas fotos: algunas eran privadas, casi infantiles, sólo podían decir algo a sus protagonistas. Otras recuerdan los artículos de esas revistas ilustradas en las que el escritor era un héroe cultural. Fotos de pareja sin paisaje, implantadas en el relato, reenviaban a los croquis. Otras, sobre todo las del vehículo, el dragón Fafner, podrían haberse considerado descarte de un rollo y, por lo tanto, eran las que mejor revelaban su condición amateur -debido a la luz, el encuadre o la espontaneidad, pasaban por low tech .
Sobremodernidad de Cortázar, digamos siguiendo al propio Augé, quien conquista “su derecho al anonimato después de haber aportado la prueba de su identidad”. Recordemos que por esos meses luchaba por mantener el plan de la Cosmopista pese a las solicitudes acordes a su persona pública, que lo requerían en tal o cual sitio. A cambio de ellos, él optaba por esta pequeña épica personal del veraneante. El narrador eleva un chiste a categoría de autobiografía, de obra común, para convocar cuántos más seguidores se pueda (¿hoy hablaríamos de likes ?). Como las ganancias del libro serían destinadas a la solidaridad nicaragüense, la donación justificaba el derecho al juego, un descanso sólo aparente de la gesta latinoamericana.
Quien cuenta este viaje es un corresponsal metódico y privado de postales (su muy valiosa correspondencia reemplaza las memorias), al punto de que suele fabricarlas con las fotos a mano, sólo que llegarán con mucho atraso y cuando ya no esté Carol.
Los Autonautas se presenta como una crónica de no-ficción y el género epistolar lo recorre en forma de cartas ficcionales -enviadas a un tal Eusebio, atribuidas a una observadora de la pareja patafísica. Y vuelve a presuponer el singular tiempo de la correspondencia al afirmar que cuando el libro llegue a sus manos, “para el lector será presente algo que es nuestro largo pasado”. El libro indaga en la brecha entre el tiempo del autor y el del lector, propia del género epistolar -¿no es eso lo que solucionó Internet? Claro que Cortázar no podía imaginar las redes ni el blog. Pero captaba con intensidad moderna los desafíos de una época que había visto por TV la llegada del hombre a la luna: la velocidad del transporte, ergo, de la transmisión de datos, el obstáculo anacrónico de las fronteras en un mundo dividido.
Bajo esta ansiedad por el tiempo real, propia del blog, podemos leer la autoficción, las diarias hojas de ruta con el detalle de lo que han comido, las alusiones al régimen erótico de los camioneros y también -esto es más importante- el régimen que impera en la Volkswagen, al caer la toalla que cubre el parabrisas de las miradas fisgonas. Allí están Julio y Carol en sus juegos, somos convocados a pispear en el recreo de la autopista.
Los Autonautas es una parodia; se la ve funcionar por contacto, lo contagia todo. La flora del territorio se encuentra reptando por un pantalón, alegre gusano, o representada en el hule de las reposeras, los “horrores floridos”. Los bosquecitos adyacentes al asfalto son remedos de postales. El código paródico se extiende al epígrafe de la foto de un bosque: “Proyecto de afiche turístico de Parkinglandia”. ¿No es así cómo podríamos definir hoy la propaganda de un parque temático sobre, precisamente, un no-lugar?, en sí mismo una puesta en abismo del concepto de Marc Augé. Todo no-lugar deja de serlo cuando es habitado -véanse las semejanzas entre los viajeros de la carretera París-Marsella y los varados de La autopista del sur . Comparando su periplo con los viajes de circunvalación, los autonautas se inspiran en las listas de los diarios del capitan Cook para las vituallas. El viaje también sugiere a Carol circuitos interplanetarios: Fafner es la nostálgica nave en un globo donde ya ni los polos son desconocidos. El mundo se ha vuelto un barrio demasiado próximo y autorreferencial del que hay que huir antes de que lleguen los turistas.
Fragmento leído en las Jornadas de la Cátedra Julio Cortázar, de la Universidad de Guadalajara, en el homenaje de abril en Buenos Aires.

Cortázar da claves de su vida y obra en los artículos que escribió para Efe

Queremos tanto a Julio
Novelista, cuentista, poeta. Julio Cortázar, el autor mago, el autor fantástico y pionero de la literatura hispanoamericana también fue un gran articulista implicado en la política y el periodismo, como muestran las colaboraciones que hizo desde París con la Agencia Efe
Malka de Alcaraz,
 recuerda a Cortázar "altísimo, con el pelo muy negro y muy cercano", que entregaba él mismo sus textos para que los enviaran a la central de Efe en Madrid, y esta a su vez lo enviará a sus abonados en todo el mundo./lainformacion.com
Unas colaboraciones que el autor de  Rayuela mantuvo hasta poco antes de morir, en 1984, algunas de ellas recogidas en el libro antológico de autores hispanoamericanos y españoles titulado "Grandes firmas", y editado por Efe.
Así, Cortázar dejó su testimonio de la vida, de su vida, de la literatura y la política muy claramente contra la represión y la violencia en Argentina Chile, Brasil, Paraguay o Argentina.
Pero en algunos de estos artículos que hoy también se pueden consultar en los archivos históricos y gráficos de la Agencia Efe depositados en la Universidad Rey Juan Carlos Madrid, el gran cronopio de lo que habla ya sea de forma explícita o implícita es de literatura, del elogio del juego, de la imaginación, la fantasía, el miedo o su propia infancia.
Sin una periodicidad fija, tal vez una vez al mes, Julio Cortázar, quien  hubiera cumplido cien años, se acercaba a la agencia Efe en París, situada, en los años ochenta, en la Rue D'Aguesseau, a dos minutos del Palacio del Eliseo, para dar su articulo, casi siempre de cuatro o cinco páginas y escrito a máquina a la secretaria de la delegación de Efe, Malka de Alcaraz.
Alcaraz recuerda hoy a un Julio Cortázar "altísimo, con el pelo muy negro y muy cercano", que entregaba él mismo sus textos para que los enviaran a la central de Efe en Madrid, y esta a su vez lo enviará a sus abonados en todo el mundo.
"Le pasaba al despacho y allí se le abonaba en francos. Recuerdo que me impactó mucho su muerte, porque le veía cada mes y cómo tenía esa cara tan joven, el pelo tan negro, parecía que no envejecía nunca, su muerte me sorprendió porque me era muy cercano", recuerda hoy Alcaraz.
"¿Hasta cuándo vamos a seguir creyendo que lo maravilloso no es más que uno de los juegos de la ilusión?", termina diciendo Cortázar en su artículo "La tos de una señora alemana", sobre una grabación de un concierto dirigido por Wilhelm Furtwanhler en 1947, entre las ruinas de una Alemania derrotada, y en donde se escucha a una señora toser.
Una tos que le sirve al autor para hablar de lo humano, de lo pequeño e inexplicable en medio de una tragedia.
En el artículo Cortázar dice que "la mentalidad científica quiere que todo tenga explicación, incluso lo maravilloso", se lamenta. "Qué le vamos a hacer tal vez sea así; pero entonces, apenas se acepta resignadamente esta supuesta conquista total de la realidad, lo maravilloso vuelve desde pequeñas cosas, lo insólito resbala como una gota de agua a lo largo de una copa de cristal...", precisa.
En otro importante y revelador artículo recogido en el libro "Grandes firmas", Cortázar habla sin tapujos de su infancia y el miedo.
Con el título "De una infancia medrosa", el escritor argentino se interroga sobre el miedo y la infancia, "un territorio vertiginoso y cruel que vanamente he tratado de olvidar", añade.
Una infancia que, según el escritor, le vuelve en forma de pesadillas de la noche "y en esas otras pesadillas de la noche que he ido escribiendo bajo la forma de cuentos fantásticos", reconoce.
"La casa de mi infancia estaba llena de sombras, recodos, altillos y sótanos, y a la caída de la noche las distancias se desmesuraban para ese chico que debía ir al baño atravesando dos patios", relata.
Cortázar -lector a los ocho o nueve años de uno de sus grandes referentes Edgar Allan Poe-, termina diciendo que "El niño es el padre del hombre", y quienes lean las líneas de ese artículo reconocerán en ellas algunas atmósferas que surgen de sus cuentos y de alguna novela.
"Si el miedo me llenó de infelicidad en la niñez, multiplicó en cambio las posibilidades de mi imaginación y me llevó a exorcizarlo a través de la palabra; contra mi propio miedo inventé el miedo para otros, aunque está por ver si los otros me lo han agradecido (...) En todo caso creo que un mundo sin miedo sería un mundo demasiado seguro de sí mismo, demasiado mecánico", concluye.

Diez escritos cortos y no tan conocidos de Julio Cortázar, cien años después de su nacimiento


Queremos tanto a Julio
Diez escritos para disfrutar y recordar el mágico talento de este argentino que nació en Bélgica y murió en París, pero que pertenece a la literatura y vuelve a nacer con cada lectura
 
Julio Cortázar, dando de comer a Adorno, su gato./pulzo.com
Sus padres, María Herminia Descotte y Julio José Cortázar, eran argentinos, pero tuvieron que viajar a Europa por el trabajo del padre. Regresaron a Buenos Aires en 1918, de acuerdo con la biografía que publica el Ministerio de Educación de Argentina.

Cortázar viajó a París en 1951 para hacer efectiva una beca que obtuvo del gobierno francés, aunque se presume que huía de la dictadura de Perón. El texto biográfico informa que en esa ciudad murió, el 12 de febrero de 1984, por una leucemia, pero su amiga Cristina Peri Rossi señala que la causa real del fallecimiento fue sida.
El libro más popular de Cortázar es Rayuela, aunque también es famoso por sus cuentos y un poco menos por sus poemas. Sin embargo, la obra del escritor es extensa y tiene escritos de todo tipo: cartas, ensayos, pensamientos al azar, microrrelatos y otra serie de textos que no parecen encajar en algún tipo de literatura específica.
Hay dos libros en particular de la biblioteca de Cortázar que no son tan conocidos y tienen muchos escritos de diferente clase: La vuelta al día en ochenta mundos y Último round. Lo variopinto y extraño de estos libros, que están hechos a la manera de folletos informativos y en los que se ve la creatividad y la tendencia del argentino a evitar el tradicionalismo, hace que, para describirlos, sean llamados misceláneas: ni libros de cuentos, ni poemarios, ni tratados filosóficos, ni novelas, pero todo eso junto y al mismo tiempo y, lo mejor de todo, con el estilo único de Cortázar.
De esos libros tomamos diez escritos para disfrutar y recordar el mágico talento de este argentino que nació en Bélgica y murió en París, pero que pertenece a la literatura y vuelve a nacer con cada lectura.
A manera de bonus, entre texto y texto, encontrará videos de Cortázar leyéndose a sí mismo. Solo una de esas grabaciones corresponde al escrito inmediatamente anterior: 'No, no y no'.

Patio de tarde

A Toby le gusta ver pasar a la muchacha rubia por el patio. Levanta la cabeza y remueve un poco la cola, pero después se queda muy quieto, siguiendo con los ojos la fina sombra que a su vez va siguiendo a la muchacha rubia por las baldosas del patio. En la habitación hace fresco, y Toby detesta el sol de la siesta; ni siquiera le gusta que la gente ande levantada a esa hora, y la única excepción es la muchacha rubia. Para Toby la muchacha rubia puede hacer lo que se le antoje. Remueve otra vez la cola, satisfecho de haberla visto, y suspira. Es simplemente feliz, la muchacha ha pasado por el patio, él la ha visto un instante, ha seguido con sus grandes ojos avellana la sombra en las baldosas.
Tal vez la muchacha rubia vuelva a pasar. Toby suspira de nuevo, sacude un momento la cabeza como para espantar una mosca, mete el pincel en el tarro y sigue aplicando la cola a la madera terciada.
Tomado de Último round. 

Por escrito gallina una

Con lo que pasa es nosotras exaltante. Rápidamente del posesionadas mundo estamos hurra. Era un inofensivo aparentemente cohete lanzado Cañaveral americanos Cabo por los desde. Razones se desconocidas por órbita de la desvió, y probablemente algo al rozar invisible la tierra devolvió a. Cresta nos cayó en la paf, y mutación golpe entramos de. Rápidamente la multiplicar aprendiendo de tabla estamos, dotadas muy literatura para la somos de historia, química menos un poco, desastre ahora hasta deportes, no importa pero: de será gallinas cosmos el, carajo qué.
Tomado de La vuelta al día en ochenta mundos.

 

El tesoro de la juventud

Los niños son por naturaleza desagradecidos, cosa comprensible puesto que no hacen más que imitar a sus amantes padres; así los de ahora vuelven de la escuela, aprietan un botón y se sientan a ver el teledrama del día, sin ocurrírseles pensar un solo instante en esa maravilla tecnológica que representa la televisión. Por eso no será inútil insistir ante los párvulos en la historia del progreso científico, aprovechando la primera ocasión favorable, digamos el paso de un estrepitoso avión a reacción, a fin de mostrar a los jóvenes los admirables resultados del esfuerzo humano.
El ejemplo del ‘jet’ es una de las mejores pruebas. Cualquiera sabe, aun sin haber viajado en ellos, lo que representan los aviones modernos: velocidad, silencio en la cabina, estabilidad, radio de acción. Pero la ciencia es por antonomasia una búsqueda sin término, y los ‘jets’ no han tardado en quedar atrás, superados por nuevas y más portentosas muestras del ingenio humano. Con todos sus adelantos, esos aviones tenían numerosas desventajas, hasta el día en que fueron sustituidos por los aviones de hélice. Esta conquista representó un importante progreso, pues al volar a poca velocidad y altura el piloto tenía mayores posibilidades de fijar el rumbo y de efectuar en buenas condiciones de seguridad las maniobras de despegue y aterrizaje. No obstante, los técnicos siguieron trabajando en busca de nuevos medios de comunicación aún más aventajados, y así dieron a conocer con breve intervalo dos descubrimientos capitales: nos referimos a los barcos de vapor y al ferrocarril. Por primera vez, y gracias a ellos, se logró la conquista extraordinaria de viajar al nivel del suelo, con el inapreciable margen de seguridad que ello representaba.
Sigamos paralelamente la evolución de estas técnicas, comenzando por la navegación marítima. El peligro de los incendios, tan frecuente en alta mar, incitó a los ingenieros a encontrar un sistema más seguro: así fueron naciendo la navegación a vela y más tarde (aunque la cronología no es segura) el remo como el medio más aventajado para propulsar las naves.
Este progreso era considerable, pero los naufragios se repetían de tiempo en tiempo por razones diversas, hasta que los adelantos técnicos proporcionaron un método seguro y perfeccionado para desplazarse en el agua. Nos referimos por supuesto a la natación, más allá de la cual no parece haber progreso posible, aunque desde luego la ciencia es pródiga en sorpresas.
Por lo que toca a los ferrocarriles, sus ventajas eran notorias con relación a los aviones, pero a su turno fueron superados por las diligencias, vehículos que no contaminaban el aire con el humo del petróleo o el carbón, y que permitían admirar las bellezas del paisaje y el vigor de los caballos de tiro. La bicicleta, medio de transporte altamente científico, se sitúa históricamente entre la diligencia y el ferrocarril, sin que pueda definirse exactamente el momento de su aparición. Se sabe en cambio, y ello constituye el último eslabón del progreso, que la incomodidad innegable de las diligencias aguzó el ingenio humano a tal punto que no tardó en inventarse un medio de viaje incomparable, el de andar a pie.
Peatones y nadadores constituyen así el coronamiento de la pirámide científica, como cabe comprobar en cualquier playa cuando se ve a los paseantes del malecón que a su vez observan complacidos las evoluciones de los bañistas. Quizá sea por eso que hay tanta gente en las playas, puesto que los progresos de la técnica, aunque ignorados por muchos niños, terminan siendo aclamados por la humanidad entera, sobre todo en la época de las vacaciones pagas.
Tomado de Último round

Grave problema argentino: Querido amigo, estimado, o el nombre a secas

Usted se reirá, pero es uno de los problemas argentinos más difíciles de resolver. Dado nuestro carácter (problema central que dejamos por esta vez a los sociólogos) el encabezamiento de las cartas plantea dificultades hasta ahora insuperables. Concretamente, cuando un escritor tiene que escribirle a un colega de quien no es amigo personal, y ha de combinar la cortesía con la verdad, ahí empieza el crujir de plumas. Usted es novelista y tiene que escribirle a otro novelista; usted es poeta, e ídem; usted es cuentista. Toma una hermosa hoja de papel, y pone: "Señor Oscar Frumento, Garabato 1787, Buenos Aires." Deja un buen espacio (las cartas ventiladas son las más elegantes) y se dispone a empezar. No tiene ninguna confianza con Frumento; no es amigo de Frumento; él es novelista y usted también; en realidad usted es mejor novelista que él, pero no cabe duda de que él piensa lo contrario. A un señor que es un colega pero no un amigo no se le puede decir: "Querido Frumento." No se le puede decir por la sencilla razón de que usted no lo quiere a Frumento. Ponerle querido es casi lascivo, en todo caso una mentira que Frumento recibirá con una sonrisa tetánica. La gran solución argentina parece ser, en esos casos, escribir: "Estimado Frumento." Es más distante, más objetivo, prueba un sentimiento cordial y un reconocimiento de valores. Pero si usted le escribe a Frumento para anunciarle que por paquete postal le envía su último libro, y en el libro ha puesto una dedicatoria en la que se habla de admiración (es de lo que más se habla en las dedicatorias), ¿cómo lo va a tratar de estimado en la carta? Estimado es un término que rezuma indiferencia, oficina, balance anual, desalojo, ruptura de relaciones, cuenta del gas, cuota del sastre. Usted piensa desesperadamente en una alternativa y no la encuentra; en la Argentina somos queridos o estimados y sanseacabó. Hubo una época (yo era joven y usaba rancho de paja) en que muchas cartas empezaban directamente después del lugar y la fecha; el otro día encontré una, muy amarillita la pobre, y me pareció un monstruo, una abominación. ¿Cómo le vamos a escribir a Frumento sin identificarlo (Frumento) y luego calificarlo (querido/estimado)? Se comprende que el sistema de mensaje directo haya caído en desuso o quede reservado únicamente para esas cartas que empiezan: "Un canalla como usted, etc.", o "Le doy 3 días para abonar el alquiler", cosas así. Más se piensa, menos se ve la posibilidad de una tercera posición entre querido y estimado; de algo hay que tratarlo a Frumento, y lo primero es mucho y lo segundo frigidaire. Variantes como "apreciado" y "distinguido" quedan descartadas por tilingas y cursis. Si uno lo llama "maestro" a Frumento, es capaz de creer que le está tomando el pelo. Por más vueltas que le demos, se vuelve a caer en querido o estimado. Che, ¿no se podría inventar otra cosa? Los argentinos necesitamos que nos desalmidonen un poco, que nos enseñen a escribir con naturalidad: "Pibe Frumento, gracias por tu último libro", o con afecto: "Ñato, qué novela te mandaste", o con distancia pero sinceramente: "Hermano, con las oportunidades que había en la fruticultura", entradas en materia que concilien la veracidad con la llaneza. Pero será difícil, porque todos nosotros somos o estimados o queridos, y así nos va.
Tomado de La vuelta al día en ochenta mundos.

La revolución no es un juego

Joven amigo: ¿Se siente revolucionario? ¿Cree que la hora se acerca para nuestros pueblos?
En ese caso, proceda CON SERIEDAD. La revolución no es un juego. Cese de reír. NO SUEÑE. Sobre todo NO SUEÑE. Soñar no conduce a nada, sólo la reflexión y la seriedad confieren la ponderación necesaria para las acciones duraderas. Niéguese al delirio, a los ideales, a lo imposible. Nadie baja de una sierra con diez machetes locos para acabar con un ejército bien armado: no se deje engañar por informaciones tergiversadas, no le haga caso a Lenin. La revolución será fruto de estudios documentados y de una larga paciencia. SEA SERIO. MATE LOS SUEÑOS. SEA SERIO. MATE LOS SUEÑOS. SEA SERIO. MATE LOS SUEÑOS.
Tomado de Último round. 

Para hacer bailar a una muchacha en camisa

Tómese mejorana silvestre, orégano puro, tomillo silvestre, verbena, hojas de mirto junto con tres hojas de nogal y tres tallos pequeños de hinojo, todo lo cual será recogido la noche de San Juan en el mes de junio y antes de que salga el sol. Deberán secarse a la sombra, molerlas y pasarlas por un fino tamiz de seda, y cuando se quiera llevar a cabo este agradable juego, se soplará el polvo en el aire allí donde esté la muchacha para que lo respire, o se le hará tomar como si fuera polvo de tabaco, el efecto se manifestará de inmediato. Un famoso autor agrega que el efecto será tanto más infalible si esta traviesa experiencia se lleva a cabo en un lugar donde ardan lámparas alimentadas con grasa de liebre y de macho cabrío joven.
Tomado La vuelta al día en ochenta mundos.
 

No, no y no

El señor Silicoso está completamente loco si se imagina que voy a darle una hormiga. Por el momento no pide más que una, creyendo que va a convencerme con su modestia, pero al principio (el 22 de noviembre por la tarde) pedía mucho más, quería cantidad de hormigueros, legiones de hormigas, prácticamente todas las hormigas. Está loco. No solamente no voy a darle la hormiga sino que tengo la intención de pasearme delante de su casa llevándola conmigo para hacerlo rabiar. Procederé de la manera siguiente: Primero me pondré mi corbata amarilla, y después de haber elegido la más esbelta y vivaz de mis hormigas, la soltaré para que se pasee por mi corbata. Habrá así un doble paseo, en el que yo iré y vendré frente a la casa del señor Silicoso y mi hormiga irá y vendrá por mi corbata. ¿He dicho un doble paseo? Más bien una apertura infinita de paseos en espiral, pues si bien la hormiga se pasea por mi corbata, mi corbata se pasea conmigo, la tierra me pasea en torno de la eclíptica, ésta se pasea a lo largo de la galaxia, que se pasea en torno de la estrella Beta del Centauro, y en ese mismo momento el señor Silicoso, que cree estar inmóvil, se asomará al balcón a tiempo para ver a mi hormiga perfectamente dibujada con todas sus patas y sus antenas sobre mi corbata amarilla que le parecerá, pobre hombre, una espada flamígera. Entonces empezará a soltar por boca y nariz una baba semejante al macramé, y su esposa e hijas acudirán para hacerle respirar sales y tenderlo en el canapé del salón. Salón que conozco demasiado bien, después de tantas veladas que he pasado bebiendo té casi frío junto a esa familia ávida de insectos.
Tomado de Último round.

La hoguera arde una

Fue el primero en acusarme de
Sin pruebas y quizá doliéndole, pero había los que
Y se sabe en un pueblo perdido entre
El tiempo pesa inmóvil y sólo cada
Gentes que viven de telarañas, de lentas
Acaso tienen corazón pero cuando hablan es
¿De qué podía acusarme si solamente habíamos
Imposible que el mero despecho, después de aquella
(Tal vez la luna llena, la noche en que me llevó hasta
Morder en el amor no es tan extraño cuando se ha
Yo había gemido, sí, y en algún momento pude
Después no hablamos de eso, él parecía orgulloso de
Siempre parecen orgullosos si gemimos, pero entonces
¿Qué memoria diferente tendrá el odio que sigue al
Porque en esas noches nos queríamos más que si
Bajo la luna en las arenas enredados y oliendo a
(Lo habré mordido, sí, morder en el amor no es tan
Nunca me dijo nada, sólo atento a
Me perfumaba los senos con las yerbas que mi madre
Y él, la alegría del tabaco en la barba, y tanta
Nunca llovió cuando bajábamos al río, pero a veces
Un pañuelo blanco y negro, me lo pasaba despacio mientras
Nos llamábamos con nombres de animales dulces, de árboles que echan
No había fin para ese interminable comienzo de cada
(Lo habré mordido mientras él clavado en mí me
Siempre en algún momento se mezclaban nuestras voces si
Podría haber durado como el cielo verde y duro encima de mis
¿Por qué, si abrazados sosteníamos el mundo contra
Hasta una noche, lo recuerdo como un clavo en la boca, en que sentí
Oh la luna en su cara, esa muerta caricia sobre una piel que antes
¿Por qué se tambaleaba, por qué su cuerpo se vencía como sí
-¿Estás enfermo? Tiéndete al abrigo, deja que te
Lo sentía temblar como de miedo o bruma y cuando me miró
Mis manos lo tejían otra vez buscando ese latido, ese tambor caliente y
Hasta el alba fui sombra fiel, y esperé que de nuevo
Pero vino otra luna y nos tocamos y comprendí que ya
Y él temblaba de cólera y me arrancó la blusa como
Lo ayudé, fui su perra, lamí el látigo esperando
Mentí el grito y el llanto como si de verdad su carne me
(No lo mordí ya más pero gemía y suplicaba para darle la
Pudo creer todavía, se alzó con la sonrisa del comienzo, cuando
Pero en la despedida tropezó y lo vi volverse, todo mueca y
Sola en mi casa esperé abrazada a mis rodillas hasta
El primero en acusarme fue
(Lo habré mordido, morder en el amor no es
Ahora ya sé que cuando llegue la mañana en que me
Le faltará valor para acercar la antorcha a los
Lo hará otro por él mientras desde su casa
La ventana entornada que da sobre la plaza donde
Miraré hasta el final esa ventana mientras
Lo morderé hasta el fin, morder en el amor no es tan.
Tomado de La vuelta al día en ochenta mundos.

Toda esfera es un cubo

Desde luego el primer problema es como siempre mi tía. Decirle que toda esfera es un cubo y verla competir cutáneamente con una espinaca es todo uno. Se queda parada en la puerta, apoyada en la escoba, y me mira con ojos en los que adivino las ganas que tiene de escupirme. Después se va y barre el patio pero sin cantar los boleros que son la alegría de nuestra casa por la mañana.
La segunda dificultad está en la esfera misma. Apenas la coloco rotundamente sobre un plano inclinado, donde cualquier cubo se quedaría impertérrito, esta desgraciada saca todas las patitas y se tira al suelo como un relámpago, sin contar que además sigue viaje hasta abajo del ropero donde las pelusas, por rara coincidencia, están siempre reunidas en apretado número. Sacarla de ahí es una perfecta porquería, tengo que arremangarme y además soy alérgico a las pelusas y me pongo a estornudar de tal manera que grandes torbellinos de pelusas salen junto al cubo y me llevan directamente a la crisis asmática, tengo que faltar a la oficina, el señor Rosenthal amenaza con descontarme un día de sueldo, mi padre saca a relucir las noches que pasaba a la intemperie cuando la expedición al desierto, y mi tía acaba siempre por llevarse la esfera y ponerla donde la familia opina que debe estar, es decir en el estante del líving entre las obras del doctor Cronin y el pajarito embalsamado que fue de mi hermanito el que cerró los ojos en la primera infancia.
Mi padre me ha preguntado ya dos veces por qué me obstino en esas tonterías, y no me he dignado contestarle porque tanta pasividad me descorazona. ¿Será posible que todo el mundo acepte que esa bola maldita se dé el gusto de imponer su voluntad? Una vez más lucharé contra la esfera que es, lo sé, un cubo; la pondré en un plano inclinado, mi tía pasará a la espinaca, el ciclo de siempre, las pelusas. Entonces yo esperaré a curarme de la crisis asmática y después pondré el cubo en un plano inclinado, porque es ahí donde tiene que quedarse y no en el estante del líving al lado del pajarito.
Tomado de Último round

Sobre la solución de las controversias

Si un gobierno declara ininteligible a un almirante pasarán cosas extrañas en el país, porque nunca se ha sabido que a un almirante le agrade ser declarado ininteligible y todavía menos que un gobierno civil haya declarado ininteligible a un almirante.
Si a pesar de eso el gobierno lo declara, sucederá que el almirante declarado telefoneará a otros almirantes y en algún lugar del buque insignia habrá una reunión secreta donde numerosas condecoraciones y charreteras se agitarán convulsionadas, tratando de poner en claro cosas tales como el significado de la ininteligibilidad, por qué se declara ininteligible a un almirante y, en caso de que la declaración tenga algún fundamento, cómo puede ser que el almirante declarado haya procedido ininteligiblemente hasta el punto de que lo declaren, y así sucesivamente.
Lo más probable es que los almirantes inteligibles se solidaricen con el declarado, en la medida en que la susodicha declaración afecta el buen nombre y honor de un colega que a lo largo de su digna carrera no ha dado jamás el menor motivo para que lo declaren. En consecuencia, si se acata la declaración del gobierno se navega a toda máquina hacia la anarquía y el retiro forzoso, por lo cual frente a la gravedad de los hechos sólo cabe una respuesta solidaria: concentrar la escuadra en la rada y bombardear la casa de gobierno, que un arquitecto insensato ha puesto prácticamente al borde del agua con las consiguientes ventajas balísticas.
Sin embargo, no es posible desechar la posibilidad de que los almirantes, conscientes del hecho de que el gobierno responderá a tan legítima actitud con el bajo recurso consistente en movilizar el ejército y a la aviación so pretexto de que en el bombardeo han perecido varios miles de ciudadanos, decidan finalmente persuadir al almirante declarado para que demuestre públicamente que la declaración carece de todo fundamento. A tal fin, después de ponderadas deliberaciones, convencerán al almirante de que debe escupir sin más dilación el chewing-gum que se obstina en chupar y soplar desde las últimas navidades y, en caso de que el almirante declarado arguya que aprecia demasiado su chewing-gum como para escupirlo, lo acorralarán en un extremo de la cabina y le apretarán la nariz hasta que abra la boca, momento en que el dentista de a bordo le extraerá el chewing-gum con la pinza que siempre tienen los dentistas navales para casos parecidos.

Cumplida esta etapa tan amarga cuanto necesaria, los almirantes comunicarán rotunda y telefónicamente al gobierno que el declarado no sólo no ha sido nunca ininteligible sino que su inteligibilidad es orgullo y alegría del almirantazgo, razón por la cual en un plazo de veinticuatro horas deberá revocarse la declaración so pena de graves represalias. El gobierno se manifestará sorprendido por tan adusta decisión y reclamará las pruebas pertinentes, ocasión en la cual el almirante declarado hará oír su voz por teléfono y el gobierno tendrá amplia oportunidad de percatarse de que es un almirante perfectamente inteligible y que la declaración carece ya de todo fundamento, terminando el episodio con un intercambio de frases festivas y promesas recíprocas de lealtad y patriotismo.
Como prueba complementaria y decorativa, se enviará al gobierno por correo certificado una cajita de plexiglás en la cual se habrá acondionado el chewing-gum, cuidando de no romper la última burbuja producida por el almirante puesto que le da un aire parecido al de una perla y ya se sabe que los almirantes y sus esposas tienen el más alto respeto por estas excrecencias que simbolizan el mar, aparte de que cuando son auténticas cuestan horrores. 
 Tomado de La vuelta al día en ochenta mundos