19.9.14

Las pesadillas del monstruo

 Clásicos. Una reedición de Frankenstein, exquisitamente ilustrada, permite retomarlo como una extraordinaria fábula sobre la identidad
MARY SHELLEY. Narradora, dramaturga, ensayista y biógrafa británica./revista Ñ

En dos años, Frankenstein , la obra maestra de Mary Shelley, cumplirá dos siglos de su composición (fue publicada con posterioridad, en 1818) y sus virtudes se conservan tan inmortales como el ser extraordinario que la protagoniza y que carece de nombre. No por nada un clásico llega a serlo. Son tantos los sentidos concurrentes en esta novela, que una historia de sus diferentes lecturas alcanzaría para dar un panorama de algunas de las principales preocupaciones que atravesaron a la sociedad, del Romanticismo a esta parte. Y no sólo eso, también la manera como ellas mismas fueron cambiando en su apreciación.
Sin ir más lejos, la idea de monstruo, identificada a comienzos del siglo XIX con la bestia opuesta al género humano y carente de todos sus atributos, evolucionó hacia la del ser asocial o el serial killer , es decir, el excluido que descarga su furia contra la sociedad. Leído ahora, el verdadero monstruo de la novela no es otro que el propio Dr. Frankenstein, que en su intento de emular a dios dando vida, genera un ser sin destino posible, del que se rehúsa a hacerse cargo. Su empresa tiene éxito pero no propósito, por eso se transforma en una abominación, convirtiéndose él mismo en el primer responsable de los crímenes que comete su criatura.
Y ella, ¿a qué orden de la naturaleza podría integrarse, ensamblada como está de diferentes restos humanos, prefiguración de los futuros trasplantes de órganos? Aquí, Mary Shelley introduce una cuestión fundamental: ¿cómo se constituye el yo? El ser que no es animal ni todavía humano, deviene tal y consciente de sí por la adquisición del lenguaje, que aprende por imitación. Una vez que lo domina, está en condiciones de enfrentarse a Víctor Frankenstein para solicitarle un pacto extorsivo: la creación de una compañera con quien compartir las desventuras de su triste condición. Con ella, vivirá retirado del mundo sin provocar daño alguno. De lo contrario, asesinará a todo el entorno del científico. “Estaré contigo en tu noche de bodas”, lo amenaza.
Acaso la nota más sobresaliente de la novela sea la extraordinaria fábula sobre la identidad que propone y que podría hacerse extensiva a las preguntas que las nuevas modalidades de gestación plantean actualmente.
La serie de ilustraciones de Elena Odriozola y su teatrillo de papel, que son el valor agregado de esta reedición de lujo, además de la excelente traducción, aluden con oscura melancolía a estos aspectos. Origen e identidad. ¿De dónde venimos? ¿Qué o quiénes somos? ¿Cómo llegamos a ser lo que somos?
Obsedido por estas preguntas que no puede responderse, a diferencia del odioso Dr. Frankenstein, el monstruo salido de su laboratorio se nos antoja el ser más digno de piedad y comprensión, espejo anfractuoso del género humano.

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