14.10.14

De qué vive un escritor / 1

Por la importancia del tema, por lo poco transparente que es en nuestro medio, por los años de experiencia y el acceso a información veraz, intentaré una serie de notas dedicadas a tratar de entender y explicar algo tan importante como es de qué vive un escritor, cuánto gana, y cómo se las arregla para vivir
Autor saltando desde balcón.Ilustración de Max para Babelia/elblogdeguillermoschavelzon.blogspot.com
 
“Escribir libros es un oficio suicida. Ninguno exige tanto tiempo, tanto trabajo, tanta consagración en relación con sus beneficios inmediatos… Para terminar pronto, conviene decir a quien no lo sepa que el escritor se gana solamente el diez por ciento de lo que el comprador paga por el libro en la librería. De modo que el lector que compró un libro por veinte pesos solo contribuyó con dos pesos a la subsistencia del escritor. El resto se lo llevaron los editores, que corrieron el riesgo de imprimirlo, y luego los distribuidores y los libreros. Eso parecerá todavía más injusto cuando se piense que los mejores escritores son los que suelen escribir menos y fumar más, y es por tanto normal que necesiten por lo menos dos años y veintinueve mil doscientos cigarrillos para escribir un libro de doscientas páginas. Lo que quiere decir con buena aritmética que nada más en lo que se fuman se gastan una suma superior a la que van a recibir por el libro*. Por algo me decía un amigo escritor: ‘Todos los editores, distribuidores y libreros son ricos y todos los escritores somos pobres”
Gabriel García Márquez, 1966 (citado por Xavi Ayén en su libro sobre el boom)
*en 2014 en España 29.200 cigarrillos son 1.460 cajetillas a 4.90 cada una = €  7.154

Los escritores de libros, cuando un editor los publica, ganan un porcentaje sobre el precio de de cada ejemplar vendido, con lo cual es fácil saber cuánto ganan si sabemos o suponemos cuántos ejemplares venden. En Europa y en Estados Unidos, los ejemplares vendidos es una información precisa, disponible, para quien accede al servicio que ofrece la consultora Nielsen, conectado directamente a la caja de las librerías y grandes superficies, con lo que cubre el 95% del mercado. Un editor consultando Nielsen sabe cuántos ejemplares de un libro se vendieron en la semana, en el mes, en el año y en los diez años anteriores. La “picardía” tradicional de autores y agentes de exagerar la cifra, ya es imposible.
En América Latina la información es opaca, el mérito pareciera residir en ocultarla, lo que solo sirve para dificultar el crecimiento del mercado. La estimamos en base a los rankings semanales de las cadenas de librerías, lo que permite estimarlas, ya que sí sabemos por las editoriales qué porcentaje del mercado total representa ese cliente.
Al revisar las webs de las organizaciones de escritores, traductores y guionistas, la primera conclusión es que los latinoamericanos son quienes están más desprotegidos, sujetos a negociaciones y renegociaciones permanentes, en una relación donde -ante la baja de la produccion de las editoriales- la parte fuerte es la que contrata.
Los escritores, guionistas y traductores más protegidos son los estadounidenses, por las organizaciones que han creado y porque pertenecen a ellas. Y porque su trabajo se valoriza. Todavía se respetan una serie de pautas de usos y costumbres de cada negocio. Eso es lo que surge viendo los foros profesionales, donde las quejas son pocas en Estados Unidos, más en Europa, especialmente en España e infinitas en América Latina. El avance de la política de libertad de mercado, la crisis y las nuevas cargas tributarias a la actividad cultural, han arrollado con casi todas las reglas del juego que mal o bien sostenían a los escritores profesionales.
Un escritor –la enorme mayoría- escribe sin saber si cobrará algo por su trabajo. Escribe porque quiere, porque necesita hacerlo. El 95% de los escritos se finalizan sin saber siquiera si se podrán publicar, no solo si cobrarán por ello. Hay miles de novelas inéditas que dan vueltas por los premios literarios, las editoriales y las agencias.
Una editorial mediana o grande en España recibe unas mil propuestas de edición al año, entre las cuales elegirá cuatro o cinco. Una agencia recibe ocho o diez pedido de representación cada dia. Por momentos pareciera que se escribe más de lo que se lee.
Yo estimo que en español, hay entre dos y tres mil novelas inéditas dando vueltas. No es una cifra exacta, aunque creo que no es desatinada.
La situación del traductor o del guionista de cine y televisión -también escritores profesionales- es diferente, lo habitual es que comiencen a trabajar después de recibir el encargo. Cuando la industria editorial o la cinematográfica entra en crisis, como en los últimos años, el traductor o el guionista se ven obligados a aceptar lo que les ofrezcan, si es que tienen la suerte de pescar algo. Sin embargo, escucho constantemente a los productores quejarse de la dificultad de encontrar buenos guionistas.
Los escritores –con la excepción de Francia- no suelen tener acceso a  ninguna subvención cuando están desocupados, ni siquiera a una prestación mínima, y a veces ni a la sanidad pública. No sabemos a qué se dedican los escritores desocupados, podemos suponer que viven de los ahorros si los tienen, o de la familia, o se van al campo a cultivar un huerto. Cuidan niños por hora, hacen encuestas en las estaciones de metro, y en el mejor de los casos trabajan de intérpretes en congresos y reuniones internacionales, traducen folletos técnicos, redactan balances y memorias de empresas u organismos oficiales, o escriben discursos convincentes para políticos con los que casi siempre están en desacuerdo.
En próximos post veremos en números cuánto gana un escritor y cómo se componen sus ingresos, cuántos son los que pueden vivir de su escritura, y cuáles suelen ser los otros “segundos trabajos” que suelen desempeñar para lograr un ingreso regular. Junto con algunos valientes testimonios de valor excepcional.

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