25.3.15

Nigeria: terror y furia

Wole Soyinka.El Premio Nobel de Literatura traza un panorama de su país, encerrado entre la negligencia del gobierno y las atrocidades del yihadista Boko Haram, ante las elecciones pospuestas
Abubaker Shekau, líder de Boko Haram. El acuerdo de este grupo terrorista con el Estado Islámico ofrece una nueva puerta de entrada al yihadismo./revista Ñ.

Wole Soyinka, escritor nigeriano, Premio Nobel 1986.

En febrero, por primera vez, la secta terrorista Boko Haram atacó dos ciudades de Níger cerca de la frontera con Nigeria. La cuenta es pesada: murieron 109 yihadistas, cuatro militares y un civil. En este contexto, la comisión electoral ha decidido posponer hasta el 28 de marzo las elecciones presidenciales para hacer llegar algunos millones de boletas electorales a los ciudadanos en la zona de guerra, y asegurar los lugares de votación. Los Estados Unidos, junto con la mayor parte de las organizaciones civiles en Nigeria, protestan la decisión de postergar la elección, que según las predicciones será muy pareja. El escritor nigeriano Wole Soyinka, Premio Nobel de Literatura en 1986, ha estado siempre muy involucrado en la vida política de su país. En prisión dos años durante la guerra de Biafra, hacia el final de los sesenta, condenado a muerte treinta años después y luego forzado al exilio durante la dictadura del general Sani Abacha, Soyinka expresa sus sentimientos ante la negligencia del gobierno de su país y a las atrocidades perpetradas por Boko Haram.
–¿Cuál es su reacción ante la intervención de los ejércitos de Chad, de Camerún o de Níger, que avanzan al interior de sus fronteras para hacer el trabajo del que se tendría que hacer cargo el ejército de su país?–Invocar la inviolabilidad de nuestra soberanía en la lucha contra Boko Haram y contra el terrorismo, como hizo nuestro gobierno, ha sido de un nivel de idiotez y arrogancia increíbles. Ante las atrocidades, nuestros vecinos comprendieron que se trataba de una agresión global y que la respuesta debía ser global. Si Chad, Camerún y Níger intervienen, es para evitar que Boko Haram se propague como un incendio también en sus territorios.
–¿Usted siente vergüenza cuando ve la incapacidad de los dirigentes de su país en poner fin a las brutalidades de Boko Haram?–Antes que nigeriano y africano, soy un ser humano. Frente a estos crímenes contra la humanidad no me siento agredido como un nigeriano en un país soberano, sino como un hombre. No siento vergüenza. Ellos son los responsables, quienes deberían avergonzarse, tanto los unos como los otros. Yo estoy furioso y me siento humillado por mi propio gobierno.
–Por un lado las urnas electorales, por otro, la sangre y las cenizas de las masacres. ¿Cómo vive este contraste?–Lo cierto es que el gobierno de Goodluck Jonathan se ha mostrado incapaz de ejercer el poder, demostrando una total falta de imaginación para responder a las agresiones. La opinión pública nigeriana lo sabe bien, se da cuenta de que el gobierno ha despertado demasiado tarde para responder a una insurrección que con el tiempo ya se ha consolidado. Si se toma en cuenta sólo el secuestro de los 200 estudiantes de Chibok el año anterior, cualquier presidente en cualquier otro país del mundo habría reaccionado con el mayor vigor posible en los diez días sucesivos, o habría ofrecido su renuncia. Y aquí no ocurrió ni una cosa ni la otra.
–Pero Boko Haram se fundó hace más de diez años, de modo que la responsabilidad recae también en los gobiernos que lo precedieron…
–Sí, y todos cometieron el error de subestimar el avance de la islamización. Por ejemplo, durante la presidencia de Obasanjo, entre 1999 y 2007. No se hizo nada para fortalecer ciertos principios constitucionales de laicismo cuando Estados federales como Zamfara (actualmente en la zona controlada por Boko Haram) decretaron la aplicación de la Sharia. Así, han reforzado el poder de los rebeldes. El presidente Goodluck Jonathan es culpable, claro que junto a otros, de no haber comprendido que la agresión del islam radical iba a crecer.
–¿Tiene más confianza en el opositor, el ex presidente Muhammadu Buhari, de quien usted mismo ha combatido sus tendencias “fascistas”?–Sería un salto a lo desconocido, aunque conozcamos su pasado en materia de violaciones a los derechos humanos. Pero al mismo tiempo no podemos continuar con el sistema que encarna el presidente saliente Jonathan. Entonces nos queda un solo candidato, y es un verdadero pecado en un país de 150 millones de habitantes, que contiene tanta gente más responsable, más inteligente y provista de mayor imaginación. Cada uno deberá decidir según su propia conciencia.
–Usted habla de la “insurrección” de Boko Haram. ¿Y de su barbarie?–Es una insurrección bárbara, absolutamente. Pertenece a una “especie” que ha abandonado hace mucho tiempo la comunidad de los seres humanos. Pero no son solamente nigerianos. Son agentes de un fundamentalismo a escala planetaria, cuya capacidad de reclutamiento se refuerza nutriéndose de una lectura perversa del Corán, con el único objetivo de hacer enemigos a todos los que no son como ellos, hasta entre los propios musulmanes. Agreguemos las desigualdades sociales, exclusión, pobreza y van a ver que el fenómeno se vuelve explosivo.
–Se acusa al ejército de ser brutal en extremo o tan corrupto como para negarse a combatir. ¿Esto es cierto?–No podemos soportar más violencia, sea la del Estado o la sectaria. No queremos que la violencia sirva de instrumento para la regulación de la sociedad. ¿Pero qué puede hacerse cuando pequeños grupos atacan una comunidad? Si debe existir un ejército, se necesita para proteger a las víctimas. Es una responsabilidad moral, con la condición, es claro, de que el ejército se comporte con un mínimo de respeto por los derechos humanos.
–¿En su opinión, cómo han terminado las muchachas secuestradas en Chibok? ¿Será posible salvarlas?–Se sabe que las dividieron en pequeños grupos. Algunas se vendieron como esclavas, como objetos sexuales, otras murieron por enfermedad o asesinadas. No las volveremos a encontrar intactas. Serán mujeres desgarradas toda su vida. El deber de nuestra sociedad es asegurarse de que los que perpetraron esta acción innoble, que han abofeteado a nuestra nación, paguen de un modo u otro este crimen contra la humanidad. Este secuestro no podrá borrarse de nuestra memoria. Es una mancha indeleble en nuestra historia.
© Traducción del francés, Elda Volterrani.
© La Repubblica. Traducción del italiano: Andrés Kusminsky
      Con Estado Islámico 
      Narrar y vivir en un país sin luz

No hay comentarios: