8.4.15

El verdadero esqueleto de Cervantes

 El profesor Jorge García López se avanza al centenario con la biografía  Cervantes. La figura en el tapiz . "Lo importante es su estructura intelectual", sostiene el biógrafo, que dibuja al escritor como escéptico y empirista

El Caballero de la Triste Figura./elperiodico.com

Fastos como los del cuarto centenario de la publicación de la primera parte del  Quijote, en ese lejano y próspero 2005, probablemente ya no se volverán a ver. Pero el encadenamiento consecutivo de los cuartos centenarios de la publicación de la segunda parte del libro (este otoño) y del fallecimiento de su autor (2016) sí han alimentado, al menos, la publicación de buen número de novedades editoriales cervantinas de interés. Y casi abre la liza (si no fuese por la reciente edición popular y escolar del Quijote de la RAE, a cargo de Arturo Pérez Reverte) una biografía con intenciones renovadoras, la del profesor de lal Universitat de Girona Jorge García López que esta semana, al cabo de 30 años de la edición original de la última gran biografía cervantina de referencia, la de Jean Canavaggio, llega a las librerías publicada por Pasado & Presente.
Cuando al calor del doble cuatricentenario se remueven unos huesos de identidad harto dudosa, Jorge García (que fue el editor de las  Novelas ejemplares  para la colección de clásicos de la RAE) pretende en  Cervantes. La figura en el tapiz centrarse en la osamenta realmente relevante. "Lo importante, más que la vida, es la estructura intelectual de Cervantes", sostiene. De hecho, a partir de determinado momento la biografía (una vez dejados atrás los orígenes familiares, la peripecia italiana, Lepanto, el cautiverio en Argel, los años al servicio del fisco real) deriva en ensayo literario. "Debe tenerse en cuenta que en los últimos diez años, Cervantes se encierra escribir como nunca lo ha podido hacer durante toda su vida", apunta Jorge García, quien califica su libro de "muy crítico con la 'nomenklatura' del hispanismo", aunque se presenta con dos avales de peso: le brindan frases de apoyo Francisco Rico, de quien García se considera discípulo -"la biografía de Cervantes más puesta al día, más segura y más completa"- y Jean Canavaggio -"innovador en más de un aspecto (...) marca, sin la menor duda, un hito significativo en nuestro conocimiento del vivir y crear de Cervantes".

Persona, autor y mito

"Me he propuesto tratar a Cervantes como una persona normal, no como a un mito", explica el autor, a pesar de que la mucha documentación que se conserva abunda en su vida oficial ya que, como recuerda el biógrafo, "hay actas pero no cartas, no hay correspondencia con su mujer o con su familia". Para empezar, sitúa aspectos como las accidentadas maternidades de varias mujeres de la familia Cervantes o la relación del escritor con su mucho más joven mujer Catalina Palacios dentro de los usos normales de la época ("al lado de Lope, Cervantes era un cartujo", bromea Jorge García, quien discrepa también del supuesto documento de separación del matrimonio. "Tampoco es cierto -añade- que Cervantes fuera una persona con poca suerte: sobrevivió a Lepanto, a cuatro intentos de fuga en Argel que podrían haber acabado en empalamiento, fue rescatado y logró el empleo de comisario del rey, muy bien pagado. Vive de crédito porque a veces cobra de golpe la comisión de ocho meses, pero no se trata de miseria". Sí es cierto que no consigue triunfar como dramaturgo, y sus intentos de emigrar a América fracasan, pero por exceso de ambición -ser alcalde de Bogotá, o gobernador de una provincia de Guatemala- y consigue a cambio una promoción como juez ejecutor del monarca. Dos empleos que, por cierto, le llevan de venta en venta por los caminos de castilla a lomos de mulas aquiladas, prefigurando a la versión "enloquecida" de ese comisario real.
Entre las leyendas a refutar están las del personaje heroico y ejemplar del cervantismo del siglo XIX, el Cervantes judío, o progresista, o el "ingenio lego", expresion que, recuerda el biógrafo, no presupone falta de estudios sino de una graduación académica. "Era un gran pensador, un gran intelectual y un gran artista", dice. Pero no un erasmista. "Cervantes, en contacto con academias, impresores y libreros, vive otro ambiente intelectual, de finales, no de principios, del siglo XVI. Es un empirista, escéptico, que explica en el  Quijote que la visión sensorial de las cosas no se corresponde con la realidad, y que lo real es lo cotidiano y el resto, literatura. Es una crítica del humanismo, de discursos fuera de su tiempo, un manifiesto de la nueva literatura, sin saber que cien años más tarde este sería el paradigma de la cultura europea, algo que por cierto explica la suerte que le deparó la posteridad". Más Hume o Swift antes de hora que Erasmo, sostiene García, rompiendo algún esquema. Se alinea, dice, con la idea que Alberto Blecua, medio en broma medio en serio, proponía a su alumnos: "Cervantes es un escritor inglés del siglo XVIII". Y aquí viene a cuento el humor del  Quijote, "ese estilo irónico -dice- que tanto gustó a los ingleses. No se trata de una serie de chistes sobre la historia de un loco; la comedia no es inferior a la tragedia".
¿Conclusión? "'El Quijote  es la evolución del humanista en novelista. El alma del Quijote  es la relación que hay entre las palabras y las cosas".

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